Ojos mexicanos sobre la ola caraqueña

México, (Aporrea).- La crisis diplomática entre las dos principales naciones productoras de petróleo de América Latina adquirió hoy un tono conciliador, decae aunque no tiene un desenlace definitivo, luego de la gran marcha de hoy en Caracas muy observada desde el país azteca.

Por las calles de la capital venezolana se levantó una ola de centenas de miles de trabajadores, estudiantes, sindicatos, barrios enteros y asociaciones comunitarias de todo el país sobre la Avenida Urdaneta, evento que culmina en el discurso del presidente Hugo Chávez Frías.

La concentración incluyó mariachis (música tradicional mexicana) y en palabras del propio líder de la República Bolivariana fue dedicada a toda Revolución: “villista, mexicana, bolivariana, zapatista”. Marcha que dedicó a la lucha de los pueblos por la libertad por la justicia, “lucha milenaria, centenaria y en defensa del pueblo mexicano”.

En otro pasaje, se refirió a las consecuencias de Mar de Plata, donde murió el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA) e insistió en que todavía existen más de 20 videos y barajó la posibilidad de darlos a conocer próximamente.

Así como saludó y felicitó al embajador venezolano en México, ahora en suspenso, Hely Vladimir Villegas y a su esposa, así como al grupo de mexicanos que asistieron a la gran marcha expresando su apoyo: diputados, profesores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En su histórico discurso declaró el amor de Venezuela a México. Recordó cuando en 1824 el Congreso Mexicano confirió la ciudadanía mexicana “al caraqueño inmortal Simón Bolívar, nuestro padre eterno”, calificó.

Así como reseñó diferentes hechos históricos que han acercado a los pueblos, y coincidió en el tono conciliador que ya anunciaba horas antes de la intervención presidencial, el vicepresidente, José Vicente Rangel.

Recordó en igual forma la realización del Congreso Bolivariano de Panamá y el de Tacubaya. “Porque Bolívar vive también en el alma del pueblo mexicano”, declaró en medio de ovaciones. Habló de cómo desde siempre los embajadores de Estados Unidos han intervenido para dividir a los pueblos y lamentó el conflicto.

Marchan en el país sudamericano y por primera vez son observados desde aquí con sumo interés por el gobierno y la sociedad. En raras ocasiones la agenda latinoamericana, como parte de la enorme ola platense, toca así a la adormilada conciencia mexicana a nivel de prioridad.

Hoy quizás se reduzca la tensión entre ambos países. Sin embargo, la rebeldía latinoamericana desatada en 2005 puede adquirir la forma de un tsunami social.

Este sería el modelo político del siglo XXI para Nuestra América: Imprevisto, espontáneo que puede arrasar con las falacias del Imperio. Una ola enorme que de inconformidad que nació en la Patagonia, que cobra dirección sur a norte y velocidad de relámpago, así como la fuerza que dan las convicciones bien plantadas.

Esta contradicción, la más importante en la región que desembocó y se expresó ahora en el conflicto diplomático entre México y Venezuela, puede alcanzar a manifestarse en otras partes como “punta de iceberg”. Su base es la enorme pobreza de nuestros pueblos y el desempleo en un marco de privatización criminal de materias primas, de agua e hidrocarburos.

Esta paradoja se extiende en un contexto internacional de retorno al poder del neoconservadurismo al frente de los gobiernos de varios países: en Estados Unidos con WC Bush, en Italia con Berlusconi, en Alemania con Angela Merkel y su Grosskoalitzion cristiano-luterana-socialdemócrata; En México, Fox.

Hasta en el Vaticano ondean los conservadores: el Papa Joseph Ratzinger no puede negar ni olvidar su participación… ¡Entre las filas del mismo Hitler!.

Dentro de esa misma ola neoconservadora, toca en Washington ocupar el poder a una corriente petrocrática con base en el estado de Texas e igualmente destructora del prestigio que pudo haber ganado alguna vez la Administración de William Clinton en la arena internacional. (Clinton fungía de policía “bueno” y ahora WC Bush, de malo).

Quizás a partir de hoy empiecen a amainar las olas que llegaron desde la IV Cumbre de Mar de Plata. El conflicto terminará como un parteaguas, un antes y un después para la solidaridad mexicana hacia la revolución bolivariana, que cobra nuevos brios.

Quedará para la clase política mexicana una nueva visión del panorama latinoamericano y como resultado también, un mayor acercamiento entre dos pueblos hermanos. (Aunque sea en parte, gracias a la prensa amarillista, que no suelta el escándalo hasta hoy).

marcotuliano@yahoo.com


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