¡Mujer al frente!

Raices de la rebeldía III

Mañana es hoy

No deje el tiempo al tiempo. Abusa Jean Amadou

Mujer rebelde & pueblo erguido

Remontémonos un instante medio siglo atrás. Al calor de la independencia formal de Túnez en 1956, un primer gobierno neocolonial tomó la iniciativa de otorgar a las mujeres los derechos que aún se desconocen hasta hoy en día en país árabe alguno. Fue hecho en base a consideraciones electoralistas y también por necesidad de mano de obra femenina barata al servicio de los subcontratistas de empresas extranjeras. Luego ese mismo gobierno apoyó la tendencia vigente de un Islam tolerante separado de la política en gran medida y adaptado cada vez más a la propia evolución de la sociedad, creando mayor acceso a la mujer para su participación social activa, algo que ha sido catalogado como un Estado laico en los hechos. Las mujeres han de hecho beneficiado de estas medidas progresistas.

El presidente recién derrocado que ha sido el segundo en más de cincuenta años, mantuvo los logros alcanzados por el Estatuto Personal garantizado por la constitución como derechos adquiridos por la mujer. A la vez, facilitó aún más una economía neoliberal la cual sobreexplotaba mujeres y hombres trabajadores, derivada de un sistema neocolonial dependiente del occidente, plegada de corrupción y con la complicidad de los gobiernos occidentales. Desde un principio, las mujeres tunecinas no lo pensaron dos veces, derechos otorgados o arrancados da lo mismo a partir del momento en que han asumido plenamente esas reformas fundamentales al inicio de la independencia, alcanzando altos niveles de instrucción y capacitación, con independencia financiera y mayor equilibrio en su vida personal y social. Son ellas las que un día salieron a la calle en primera fila con la juventud durante la Intifadha para defender además de sus derechos propios, los anhelos del conjunto de la sociedad oprimida. Sabemos ya que la lucha del pueblo insurrecto ha sido recuperada y desviada de su curso por la intervención de fuerzas imperiales y sus derivados autócratas del Golfo Arábico. A través del movimiento islámico Ennahdha y su milicia salafista, han invertido amplios recursos financieros e humanos en captar el voto de los pobres y los abandonados en periferias suburbanas y en el campo, con un mensaje simple derivado del Corán y promesas de mejorar su condición miserable. Contra la alta corrupción del régimen derrocado, oponían su aparentada fe religiosa y su pretendida probidad. Uno de cada cinco electores votó para ellos en un país donde ¡uno de cada cinco adultos es analfabeto! Tenemos ya plena evidencia de que el gobierno dirigido por Ennahdha mantiene sin cambio alguno el sistema de economía dependiente del pasado.

A falta de proyecto de país, estos islamistas con su maquillaje de Islam político moderado si bien ganaron el mayor número de asientos (sin ser mayoría) en la Asamblea Constituyente, tienen como objetivo fundamental re-islamizar y re-arabizar al país según las normas conservadoras y autocráticas del fundamentalismo wahabita de Arabia Saudita, su patriarcado arcaico, incluyendo la vestimenta y la forma del lenguaje árabe hablado en esa península. Esta supuesta vuelta al pasado colonial árabe del siglo VII en busca de seudo raíces ajenas al país, aparece como un absurdo y una violencia abierta contra la sociedad. ¡Y como por casualidad, insistimos, su fuerte ataque inicial ha sido abiertamente contra la mujer tunecina y sus derechos civiles! De allí, el contra-ataque actual de rebeldía de la mujer tunecina en su respuesta hacia la doble agresión tanto en contra de sus derechos civiles como en contra de la propia sociedad tunecina en su conjunto, denegadas su idiosincrasia y su historia: se trata de un episodio sobredeterminado de rebeldía frente al neo-colonialismo árabe superpuesto al viejo y actual neocolonialismo occidental, obra de las fuerzas imperiales denunciadas como tal en las calles. Esta nueva raíz de la rebeldía de una mayoría de las mujeres y los jóvenes, se extiende cada día tanto hacia la clase media urbana en vía de pauperización como las zonas marginales y rurales donde los islamistas habían buscado el apoyo de sus electores. En definitiva, la sorprendente ofensiva brutal de los islamistas (vía salafistas en las calles y vía sus representantes en la Asamblea Constituyente) están despertando una nueva conciencia política de corte patriótico anti-imperialista contra las agresiones islamistas y sus aliados foráneos.

Esta claridad se ha hecho obvia durante varias gigantescas marchas multitudinarias del pueblo en todas las ciudades en lo que va de año, en particular la marcha del 8 de marzo por indignación en contra de la profanación de la bandera nacional por los salafistas; y la del 9 de abril, día de los patriotas mártires, la que fue reprimida con excesiva violencia por la policía y las milicias salafistas. En vez de concentrarse como es debido en la redacción común de la nueva constitución y armar un gobierno provisional con un programa especifico para tratar asuntos urgentes y corrientes, éste movimiento islámico primero se negó en reafirmar legalmente el acuerdo de un año (a partir del 23 de octubre 2011, día de las elecciones para la Asamblea Constituyente) como límite para el conjunto de esas tareas, dejando sin fecha tope las labores de la Asamblea Constituyente, el mandato del Presidente provisional de la Republica así como el mandato del gobierno provisional, algo único en los procedimientos institucionales normales. Y por supuesto ninguna fecha ha sido fijada para las elecciones que han de seguir la redacción de la nueva constitución, luego de la disolución abusiva del órgano independiente de la comisión nacional electoral. Evidentemente, llaman la atención semejante maniobras, las que levantan la sospecha legitima de que ésta gente busca aferrarse en el poder de una forma u otra; no ha hecho más que utilizar los recursos de las elecciones para ganar cierta legitimidad después de su pasado terrorista de los años 70, 80 y 90. Como hemos señalado ya, sus prioridades han sido de entrada atacarse en nombre de la charía (ley musulmana) al Estatuto Personal constitucional que garantiza desde medio siglo los derechos de la mujer. Aclaramos: A lo largo de los siglos ha habido varias interpretaciones heterogéneas de la charia, algunas arbitrarias aunque en general pretenden derivar del Corán y la Sunna (tradición establecida en base a dichos y hechos de Muhammad después de su muerte).

En todo caso, su aplicación desde luego no cabe en el mundo del siglo XXI. Con éste viento de terror, Ennahdha trata de enviar un fuerte mensaje de intimidación en particular a las mujeres para significarles que ninguno de sus logros es irreversible en el sistema de la sociedad patriarcal. Al atacarse desde un principio a las mujeres, tratando de inhibirlas, infundir miedo para volverlas de nuevo incorpóreas, invisibles detrás del velo y las paredes, a pesar suyo éstas fuerzas reaccionarias no han logrado más que el efecto inverso paradójico: por una parte colocaron la causa de la mujer en plena luz pública provocando una reacción en masa en defensa de la mujer tunecina, tanto por las mujeres como los hombres cuyos atacantes están siendo percibidos como agresores del mismo cuerpo social. Por otra parte, al profanar la bandera nacional, pretender cambiar el himno nacional y el sistema republicano, ellos alarmaron fuertemente a la ciudadanía acerca del peligro real contra la integridad del orden republicano y el Estado-nación. Hay que destacar que fue una joven mujer estudiante la que trató con valor rescatar la bandera nacional que un salafista doble de su talla había roto y pisado en la Facultad de Humanidades, en la capital. Es todo un símbolo el hecho que haya sido una mujer valiente, muy joven y sola la que encarnó la defensa del signo patrio. La causa de la mujer llega a coincidir con la causa del pueblo y de la patria: esto da la medida del nivel civilizacional alcanzado por la sociedad tunecina donde el 70% del éxito universitario lo detienen mujeres con altos rendimientos académicos. Nada extraño pues cuando vemos una gran mayoría de mujeres invirtiendo su tiempo y capacidades en las nuevas formaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales.

El gobierno provisional de Ennahdha a través de sus voceros calló primero luego trató de minimizar el clamor popular y la gran emoción vivida por aquel acto criminal del salafista arrancando la bandera, lo que indica su complicidad. Sus maniobras de diversión con el uso abusivo del Islam como cortina de humo no llegan en tapar su ineptitud como gobernantes frente a la grave crisis económica y social actual. Es así como el sabio pueblo en sus intensas marchas de protesta ha reflejado ésta nueva conciencia a través de lemas tales como: ¡Viva Túnez libre, libre y la reacción pafuera!; ¡Ojo, ojo Ennahdhoui que la tunecina te supera!; ¡Trabajo, Libertad y Dignidad nacional! ¡Abajo el gobierno reaccionario! ¡Ni Francia ni Qatar!; ¡Ni Obama ni Qatar! Enarbolando con orgullo la bandera nacional, todo un pueblo desafiante lanza sus gritos con fervor patriótico, en medio de risas y chistes, cantos e himno nacional. En vez de atender las tareas más apremiantes económicas y sociales, los objetivos legítimos de la insurrección popular en la cual no había participado pero gracias a la cual logró un espacio político, el gobierno provisional de Ennahdha se ha dedicado en tratar de acallar la opinión pública y la prensa, desalentar la nueva esperanza, desmovilizar, agotar y despolitizar a las fuerzas vivas del pueblo, mujeres y jóvenes en primer lugar. Hace uso de las mezquitas como tribuna política; fomenta el terrorismo criminal con sus milicias fascistas; saca a la calle la policía anti-motines contra manifestantes pacíficos al estilo del presidente derrocado; mantiene la policía política y la tortura que se creían abolidas, todo sin lograr intimidar al pueblo quien sigue firme en su larga marcha insurreccional. Las dictaduras fascistas en Europa y Suramérica empezaron del mismo modo intimidatorio y represivo de las libertades. Mientras tanto, la Asamblea Constituyente cuya misión fundamental es redactar una nueva constitución, se encuentra atascada en pugnas absurdas de tipo parlamentario entre mayoría y minoría.

Ennahdha sigue con su doble discurso, por una parte repite sin creerlo el cuento fabricado en Washington acerca de un Islam político moderado supuestamente compatible con la democracia; por otra parte, como decíamos, emprende su ofensiva continua contra las mujeres, la prensa, las universidades, los intelectuales, los jóvenes desempleados, el sindicato UGTT, en fin contra la sociedad tunecina en su conjunto. En las últimas semanas, algunos elementos salafistas en su gran afán por sustituir la republica por un califato --como muy bien lo declaró en público poco antes de ser nombrado el jefe del gobierno provisional en la ciudad costera de Sousse--, simplemente buscaron armas en Libia y acto seguido abrieron un frente de combate cerca de la ciudad costera de Sfax. En ese encuentro con el ejército hubo bajas por ambas partes. El asunto ha sido sofocado y no se habla más a pesar de que elementos de al Qaeda estén almacenando armas sofisticadas traídas desde Libia, en su ofensiva actual dentro del vasto territorio del Sahara entre Libia, el sur de Túnez, Argelia, Marruecos, Mauritania hasta implantarse ahora de una vez al norte de Mali.

De pronto, pero siempre según cuentos noticiosos diarios en forma de diversión constante con sobresaltos de eventos, elementos de Ennahdha en la Asamblea Constituyente vuelven con otro globo de ensayo proponiendo la introducción de la charía islámica como base fundamental de la nueva constitución, y de paso cambiar el himno nacional. Mientras tanto, siguen los salafistas con sus provocaciones y agresiones en la calle. Atacaron la emisora de televisión privada Nessma, luego prendieron fuego a la residencia de su director. Los miembros de esa banda criminal arrestados fueron rápidamente liberados mediante una multa ridícula, mientras el director de esa emisora ha sido acusado de provocación contra el Islam, pendiente de juicio penal donde se pidió hasta su cabeza.

Por otra parte, los francotiradores en los días de la insurrección están en libertad y los torturadores de presos políticos siguen activos. La policía aunque esté presente no se mueve cuando la turba salafista ataca mujeres en las calles, otros ciudadanos acusados de laicos, universidades y personal docente. Más sin embargo, cuando ese personal académico protesta frente a su ministerio de tutela, llega la policía y arremete contra ellos con porras y gas lacrimógeno. Lo mismo hace contra los heridos de bala todavía sin cuidado médico-quirúrgico año y medio después de la insurrección cuando protestan frente a la sede del ministerio de asuntos sociales. Lo mismo también hace cuando los miles de jóvenes todavía desempleados con alto grado académico protestan en la calle. Hace un par de meses, un serio conflicto entre el gobierno y la central sindical UGTT provocó una manifestación popular masiva de repudio hacia el gobierno y sus amos imperiales denunciados por su nombre. Al finalizar esa marcha salió la policía anti-motines apoyados con milicias, arremetieron con rabia contra los manifestantes pacíficos con bastones y gas lacrimógeno. A la inversa, los salafistas pueden manifestar libremente y sin previo aviso ni permiso de las autoridades, utilizando incluso gritos ofensivos y lemas racistas.

En resumen: Los agentes del terrorismo islamista y fascista imperante hoy en Túnez, hombres todos, casi sin educación y de extracción social humilde, algunos de ellos jihadistas de regreso del Afganistán e Irak [algunos fueron luego reclutados de nuevo como mercenarios baratos de la OTAN para engrosar sus filas en Libia y ahora en Siria] después de la insurrección popular en Túnez en la cual ninguno de ellos tuvo participación, intentan crear el caos con el pretexto de rescatar el Islam originario (salafi). Utilizan con violencia rabiosa y odio la libertad recién conquistada por el pueblo insurrecto contra esa misma libertad y ese pueblo. Declaran incluso que su misión es similar a la de los árabes invasores del siglo VII para imponer un Islam renovado exclusivo puro y duro. Han atacado brutalmente primero a los derechos humanos de la mujer, empezando por su cuerpo; y con violencia criminal se lanzaron impunemente contra el sistema educativo, los medios de comunicación y las libertades (de pensamiento, expresión y creación) arrancadas por la insurrección popular; profanaron la bandera nacional y renegaron de la republica, el himno y las fronteras nacionales. Luego encendieron sedes de partidos políticos acusados de laicos y locales del sindicato combativo, UGTT.

No es nada casual si la visión política totalitaria islamista globalizante -como ersatz ideológico- coincide con los intereses de las fuerzas imperiales del capitalismo global a favor de la fragmentación territorial y la desintegración del Estado-nación, hecho ya acabado en Afganistán, en Somalia, en Irak, en el país vecino Libia y lo siguen intentando en Siria países musulmanes todos. Se trata de la transformación de nuestro país Túnez en mercado abierto para la expansión todavía mayor y el saqueo de riquezas bajo la dominación neocolonial. No es de extrañar pues que el actual gobierno provisional islamista esté a favor del TLC con Europa y EEUU, y que afinque un pie cómplice en la OTAN contra los pueblos hermanos de Libia y Siria. No habían pasado ni tres meses después de su instalación cuando a ese gobierno provisional se le cayó la máscara del llamado Islam político moderado celebrado en varias ocasiones por la solapada Hilary Clinton y el sionista Senador McCain en sus frecuentes y repudiadas visitas a Túnez.



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Rashid SHERIF


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