Ecosocialismo en el siglo XXI: ¿en verdad está amenazada la vida en el planeta?

Dentro del Segundo Plan Socialista 2013-2019, el 5to objetivo histórico hace referencia a “contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana”. Este elemento, desde la miopía política de la oposición o desde el análisis egoísta intrínseco al capitalismo, se ha tratado de ridiculizar, particularmente por voceros de la MUD encabezados por Capriles Radonski. De esta manera, comentarios irresponsables y demagogos como "a mí me interesan los problemas de Venezuela, yo quiero salvar es a Venezuela" trataron de banalizar el gran propósito del proyecto socialista. Ahora bien, ¿existe realmente un problema global o es solo una estrategia política? Evidentemente, desde la óptica académica y científica, la respuesta solo puede ser una: la especie humana y la vida en la Tierra están claramente amenazadas.

Uno de los grandes peligros para La Vida, en el ámbito mundial, lo constituye el Calentamiento Global, generado principalmente por el Efecto Invernadero. Este fenómeno es causado por una acumulación excesiva de gases en la troposfera (la capa de la atmosfera que está en contacto con la superficie terrestre) que limita la difusión hacia el espacio del calor generado por los rayos del sol al chocar con el planeta. Por lo tanto, los gases actúan como el techo de un invernadero, concentrando el calor en la Tierra. Hay varios gases de invernadero, pero el principal en términos de concentración es el dióxido de carbono (CO2). El CO2 se produce naturalmente como resultado de la respiración de la mayoría de los seres vivos, pero también es un producto de la combustión. Es decir, cada vez que se quema algo, entre otras cosas, se genera una cantidad importante de CO2. Todo motor que trabaje con derivados del petróleo (gasoil gasolina, kerosene, etc.) entra en combustión cuando se opera, desprendiendo CO2. Imaginemos entonces todos los vehículos (aéreos, acuáticos y terrestres), máquinas y motores del mundo, en estos momentos, la cantidad de CO2 que liberan al ambiente. Y a esto se le suman las quemas de desechos, los incendios forestales y la respiración de casi todas las especies. Se piensa que, de seguir el desarrollo industrial tal como va y si la Humanidad no toma medidas reales en el asunto, los niveles de dióxido de carbono se verán duplicados en los próximos 50 años. Esto traerá, consecuentemente, un aumento del efecto invernadero y un incremento del calentamiento global. Se estima que el planeta se podrá calentar en este siglo hasta en unos 5 ºC.

Esta elevación de la temperatura va a acentuar problemas que ya estamos viviendo a causa del efecto invernadero. Parte de las grandes masas de hielo de los polos y un número importante de glaciares ya se han derretido. El alza en la temperatura genera evaporación y mayores precipitaciones. Todos estos elementos están incrementando progresivamente el nivel del mar. Se prevé que entre 1999 y 2100 ocurra un aumento en el nivel del mar de 10 cm a 1m. Esto pudiera afectar a 3351 ciudades costeras, el 64% de las cuales se encuentran en países en vías de desarrollo. Contradictoriamente, el mayor porcentaje de gases de invernadero es producido en países altamente industrializados. Estados Unidos, por ejemplo, quien no firmó el protocolo de Kioto, que entró en vigor en 2005 como compromiso unitario para reducir las emisiones, aporta el 25% del total de gases de invernadero generado en el mundo. La evaporación de aguas superficiales del mar en la región intertropical atlántica está provocando un aumento de las precipitaciones en latitudes más altas, lo cual ya está disminuyendo la salinidad de sus aguas, una situación que pudiera modificar la Corriente del Golfo. Mediciones recientes indican que esta corriente ha disminuido su intensidad en los últimos años. La Corriente del Golfo es la responsable, entre otras cosas, del clima en Europa y del enriquecimiento de buena parte de las costas del nororiente de la Península Ibérica. Científicos reconocidos señalan que si esta corriente se detiene, el planeta se podría ver inmerso en una nueva glaciación.

Paralelamente, el aumento de la temperatura trae como consecuencia también la proliferación de enfermedades transmitidas por insectos vectores, como el paludismo y el dengue, y la posibilidad de que puedan diseminarse hacia zonas templadas aledañas a los trópicos. La epidemia de dengue, presentada actualmente en Perú, que había causado a principios de esta semana 34 muertes y más de 21 mil afectados, es una muestra de ello. Por otra parte, el calentamiento global genera cambios climáticos en todo el planeta que se manifiestan en grandes sequías e inundaciones, variación en los patrones de precipitación, desertificación, cambios en las áreas de distribución de las especies, extinción de especies, alteraciones respiratorias y cardiovasculares dentro de la población humana, entre otros. Estos elementos ya son palpables en las noticias de todo el mundo y han dejado de ser "efectos probables" para constituirse en grandes males que aquejan a la Tierra y que efectivamente están amenazando la Vida y la supervivencia de la especie Humana.

En el ámbito regional y local, pero que no deja de ser un mal de todos los países, los recursos vivos se ven igualmente amenazados por la sobreexplotación, la deforestación y los grandes incendios forestales. Las especies vegetales y todos los organismos que hacen fotosíntesis, captan CO2 del ambiente y liberan Oxígeno, mitigando el efecto invernadero. No obstante, lejos de proteger áreas verdes y reforestar, cada día se talan más árboles, se genera mayor cantidad de incendios forestales y se destruyen importantes áreas boscosas para urbanizar, para extraer recursos minerales o en actividades agrícolas mal planificadas que producen desertificación. La orientación general de estas acciones, desde una óptica capitalista, es la obtención de riqueza a toda costa, sin importar las consecuencias en el presente ni el legado para generaciones futuras. Así se manifiestan los falsos valores del capital y de la sociedad de consumo. La acumulación de bienes y la generación de dinero es el eje fundamental del actuar bajo una concepción egoísta sin medir las consecuencias. La sobreexplotación desmedida de los recursos biológicos es otro ejemplo al respecto.

En nuestro país, la pesca de arrastre constituía una clara muestra de lo que estamos hablando. Esta actividad generaba riqueza para un grupo reducido de empresarios a costa de todo un sector pesquero artesanal fuertemente golpeado. Del total de las capturas que hacía esa industria, alrededor del 70% era desechado. Ese porcentaje, denominado como captura incidental; incluía principalmente juveniles de un número importante de especies, incluyendo muchas de interés comercial, que nunca llegaban a adultos por lo que jamás se reproducían. Tal situación generaba un impacto negativo y acumulativo en la recuperación natural de las poblaciones de organismos que ponía en riesgo la existencia de muchas especies y que perjudicaba notablemente a nuestra pesca artesanal. Así, por la obtención de un recurso pesquero caro (el camarón), destinado a un mercado de consumo exclusivo y para exportación, se estaba afectando la seguridad alimentaria de todo un pueblo y la principal actividad económica de un número significativo de familias costeras del país.

La suspensión de la pesca de arrastre, por parte del Gobierno Socialista dirigido por el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, ha constituido una de las mejores decisiones en materia medioambiental que se ha tomado en la historia de nuestra patria. La eliminación de la gasolina sin plomo y un apoyo substancial a actividades científicas que promueven la preservación de los saberes ancestrales, el desarrollo de políticas de reciclaje, compostaje, cultivos organopónicos, biodiversidad, gestión de desechos, energías alternativas, entre otros, también han sido adelantos al respecto. A pesar de ello, el Gobierno entendió que el problema es de tal magnitud que amerita ser incorporado a los planes estratégicos de la nación. En este sentido, contrasta la visión capitalista de obtener la mayor cantidad de beneficio hoy sin importar las consecuencias y con el menor gasto posible, frente a la visión ecosocialista de hacer uso de los recursos de manera sustentable, garantizando el beneficio colectivo y preservando los mismos para las generaciones futuras. Una gran conclusión se desprende de lo planteado: el futuro del Homo sapiens, su permanencia en el tiempo, no puede ir de la mano del capitalismo.

afarina46@yahoo.com


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Ángel Rafael Fariña Pestano


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