El chocobobo

Siempre  me ha extrañado que la Historia de las naciones se conozca a través de  gobernantes sabandijas. Por desgracia no creo que sea motivo de orgullo la herencia dejada por muchos de los hombres que definieron los destinos de sus connacionales. Los europeos alardean de su antigua aristocracia, pero parecen desconocer sus orígenes. Los anales de cierta nobleza de la vieja Europa la podemos encontrar entre los condotieros y los lansquenetes, estos no eran más que ejércitos mercenarios (italianos y alemanes) al servicio de los arteros señores feudales. Muchos de ellos carniceros, rudos fontaneros, ex presidarios, matones,  ladrones, vagos…eran los encargados de dirigir esas huestes. Lo único que tenían en común esas alimañas era la sed por la  sangre y el dinero. Con el tiempo un sinnúmero de estos bandidos traicionaron a sus patrones y formaron sus propios feudos, comprando posteriormente títulos de nobleza. Por eso no debe sorprender que entre los diversos hombres y mujeres que ostentaron una corona sobre la testa, algunos fueran locos como Luis II de Baviera, Juana la Loca y Carlos V de Francia; genocidas como los Reyes Católicos; asesinos como Enrique VIII de Inglaterra o algún que otro  rey bobo, producto del empeño de matrimoniarse los miembros consanguíneos, por eso de conservar la estirpe.  Ni siquiera el Vaticano se escapó que en su solio se sentaran papas guerreros sanguinarios como Julio II, lujuriosos como Alejandro VI (el padre de los Borgias) y Juan XII. Este vicario de Cristo, según sus coetáneos, instaló en el Vaticano una verdadera pornocracia. Se habla de hasta un papa loco, Esteban VI, quien desenterró a   su antecesor Formoso y juzgó su cadáver sentado en una silla. Lamentablemente esa fue la herencia que los europeos trajeron a esta tierra de gracia.      

     Aquella nefasta herencia maligna europea fue trasladada a Venezuela a través de gobernantes y soldados asesinos como Boves,  Monteverde, Morales, Morillo y otros similares, quienes sembraron el terror durante la gesta emancipadora. Varios siglos tuvieron que transcurrir para que la sangre de aquellos criminales se depurara para sacar del seno de nuestra sociedad ínclitos prohombres como Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Andrés Bello, Antonio José de Sucre, José María Vargas, Rómulo Gallegos…entre tantos augustos que llenaron de gloria nuestra historia patria.

   Lamentablemente, de aquella nefasta  progenie quedaron rezagos y todavía en el siglo XX se pasearon por la política venezolana villanos como Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, quienes a pesar  de sentarse en salones de gran solemnidad donde se apreciaban cortinas de damasco pendientes de perchas doradas, sillas de nogal y sofás tapizados de terciopelo, degradaron la política a lo más bajo. Nunca les tembló el pulso para matar aquellos enemigos considerados por ellos como  obstáculos para colmar sus perversas ambiciones. Eran individuos que nacidos crueles no necesitaron ni arte ni ciencia para ejercer una cruel tiranía.  Pero no sólo los antes nombrados diseminaron el terror bajo regímenes dictatoriales. No debemos olvidar los funestos políticos escondidos tras el cortinaje de una falsa democracia apoyada por el régimen imperial de los EEUU. Estos aparentes demócratas llenaron al país de muertos, desaparecidos y torturados.  Se destacan los nombres de Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Raúl Leoni y Jaime Lusinchi, algunos de ellos verdaderos criminales, oros lujuriosos, lascivos, ladrones del erario público, prevaricadores, borrachos, maridos infieles, quienes dentro de sus genes conllevaban los mismos códigos de aquellos arteros europeos. Sobre aquella indignidad se construyó la llamada Cuarta República.

   En los anales de la política venezolana mi pensadora no recuerda a un hombre cuya característica fundamental sea su palmaria inepcia.  Una ineptitud que raya en lo insospechable e insondable, que nos hace pensar en una especie de salto o  mutación genética. Su torpeza lo imposibilita hilvanar un discurso con coherencia y  tener la desenvoltura de un político con experiencia.  Se trata del Chocobobo, alias Capriles,  el candidato apoyado por la MUD, una especie Junta Protectora de los Derechos de Obama, similar a la creada por los mantuanos para proteger los derechos de Fernando VII durante la gesta del 19 de abril de 1810.

   El Chocobobo me recuerda el chupacabra, un producto televisivo inventado para amedrentar a los habitantes de los países centroamericanos que  finalmente pasó a formar parte del imaginario colectivo. Una especie de monstruo capaz de devorar todo lo que se le atravesaba a su paso, similar al demonio de Tasmania. El Chocobobo  es una creación de un marketing y vendido  a sus acólitos a través de la televisión  como un genio de la política latinoamericana. Una especie rara en el cual concurren Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Lula y un poco de Hugo Chávez, a quien pretende imitar en esa cosa que sus asesores llaman propuesta política.    

   No creo que exista en el mundo una mentalidad como la de Chocobobo, capaz de almacenar dentro de su pensadora tantas burradas.  Basta recordar  frases célebres en sus ruedas de prensa y  sus  malhadadas intervenciones: “los desodorantes van a bajar de precio, entonces no usaremos desodorante y seremos unas personas hediondas como los europeos”; “las mujeres van a votar por mi porque yo soy un chocolate nuevo y dulcito”; “Venezuela no necesita un satélite”; “Espero que la gente en Venezuela se mueran por viejo”: “Espero una Venezuela donde la gente duerma con la puerta abierta y enfrente de su casa”; “Yo no voy a marchar el primero de mayo porque no soy obrero sino un empleador”…Parece ser que con esta infausta declaración el Chcobobo, como “buen patrón” muestra su desprecio por la clase trabajadora y olvida que él es un  funcionario asalariado del pueblo venezolano. Imagino al Chocobobo, antes de iniciar una actividad política, pensando: “Que amanezca pronto para ver cómo es que la voy a cagar”.   

   No debemos olvidar que el Chocobobo, a pasar de su ineptitud, es el candidato de la oligarquía parásita, del sionismo internacional, del imperio y de las grades corporaciones mediáticas cuyas intenciones es apoderarse de los recursos del país. El torpe candidato representa intereses  de una camarilla de ladrones que a través de la política neoliberal han arrebatado a los pueblos parte de su patrimonio. Según ellos, lo cual han repetido miles de veces, el estado no sabe administrar, pero olvidan las quiebras de los bancos y de numerosas empresas que el estado ha debido rescatar para proteger sus empleados. El Chocobobo habla de progreso y del futuro, en el caso negado de triunfar; pero si el progreso y el futuro lo tenemos hoy en Venezuela con el sistema de ferrocarriles, el satélite Simón Bolívar, la nueva ley de trabajo, la misión Barrio Adentro, la misión Vivienda, el Metro Cable y entre tantos de los logros de la Revolución y lo que falta, cuando de nuevo sea reelegido el comandante Hugo.   

  No debemos olvidar lo que está ocurriendo en la vieja Europa donde el recorte de las ayudas sociales está llevando a las personas al suicidio. Estimados lectores, el Chocobobo representa la estirpe de los empresarios, similar a Rajoy el primer ministro de España y el presidente Piñeira de Chile. Basta hacerse una pregunta ¿Ustedes creen que, si los citados anteriormente hubiesen incluido en sus ofertas electoral lo que están haciendo ahora con los recortes de las ayudas sociales  y la educación pública hubiesen ganado las elecciones? Le mintieron al pueblo, tal como lo está haciendo el Chocobobo, prometiendo lo que no puede  cumplir, porque el dinero proveniente de las riquezas del país va a ir a parar a sus cuentas bancarias en los paraísos fiscales extranjeros. Olvídense de la misiones, del seguro social, de barrio adentro… y del futuro del país. Porque sólo con el socialismo podemos alcanzar una independencia política y económica. Por eso, ni con el Chocobobo ni con otro frijolito, la burguesía parásita más nunca volverá a gobernar este país.         


                                                                     enocsa_@hotmail.com                     



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Enoc Sánchez


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