Medicina i ética-parte IV

La ética en los estudios médicos i la crisis de las universidades en este caso la del Zulia-El caso de Humberto Fernández Morán

IV

 En esta serie de artículos sobre la ética en los estudios médicos, la Cátedra de Ética Médica i su injusta eliminación del pensum, luego de ser un logro que respondía a una petición internacional por parte de la OMS i secundada en el país por la antigua FMV, actualmente un organismo secuestrado por la política con olvido total de lo gremial, i un presidente sin méritos perpetuado en su presidencia. Lo cierto es que entre nosotros, en esta provincia zuliana, para los capitalinos, muchos colegas estudiaron también filosofía, como el Dr. Duarte del personal del HGS, Hugo Morales Maggiolo –director que transformó la Clínica Amado hasta hacerla la primera de Maracaibo− Omar Bethancourt, cirujano urólogo que incluso fue profesor de la cátedra en varios hospitales, i otros que respondían a los ideales que en el pasado tuvieron grandes médicos españoles como Marañón, Jiménez Díaz, Ramón y Cajal, Blanco Soler, etc. hasta llegar a Laín Entralgo i Botella Llusiá; o entre nosotros los maracaiberos, desde Esteva Parra, Manuel Dagnino, Marcial Hernández, Adolfo D’Empaire, Juan Bautista Jiménez, etc., hasta José Hernández D’Empaire, Adolfo Pons, Borjas Romero, Vinicio Casas Rincón, Armando Jiménez Ortega, Silvestre Rincón Fuenmayor, Delgado Rivas, Ramón Gómez h., i muchos otros contemporáneos con ellos, i después muchos contemporáneos a su vez, conmigo como, Humberto Gutiérrez, Bermúdez Arias, Américo Negrete, Orlando Castejón, las hermanas Ryder, Rafael Soto Matos –que hizo un Código de Deontología Médica Internacional para los cirujanos plásticos como se les llamaba−.  Hombres i mujeres para quienes la profesión fue casi un apostolado, una labor humanitaria, un demiurgo para el pueblo i sobre todos afincados en principios éticos, lejos del afán capitalista de ser una profesión para hacer dinero. Fueron ejemplos o paradigmas para las nuevas generaciones, algunos extraviados de esos ideales éticos. Sin embargo, para las recientes autoridades universitarias, decanos i quizá muchos alumnos, la ética es algo que no les preocupa i por eso eliminada la cátedra, no seguiré hablando de ella, sino de algunos aspectos de la crisis universitaria, tan bien expuesta i tratada entre nosotros, por escritores como el historiador Juan Eduardo Romero i el matemático i profesor universitario Antonio Castejón. Por eso este cuarto artículo tiene modificación en el título, para referirme al caso Dr. Humberto Fernández-Morán, a quien una Junta de Homenaje fundada en el Gobierno de Arias Cárdenas i que tuve el honor de presidí, fue la que comenzó el rescate de la figura olvidada del más grande científico de nuestra historia, en lo que tiene notable importancia la obra del Dr. Manuel Matos Romero, el primero en escribir una biografía del sabio zuliano de talla universal.

 Humberto Fernández-Morán, fue un científico excepcional en el país. Luego de su estupenda formación en el exterior, cuando vino a su patria, fundó el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales, distinguido con las siglas IVNIC, que posteriormente transformaron en el IVIC. La historia es larga i la he descrito, después del Dr. Matos Romero que lo visitó en el exterior varias veces, en dos libros de mi parte; uno mui elemental para estudiantes i otro que fue Premio Fundacite en un concurso al respecto. Este zuliano que nunca quiso renunciar a su gentilicio venezolano, lo que le obstaculizó para ser Premio Nobel en medicina, cuando caía la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fue nombrado por este, Ministro de Educación que, tuvo un breve momento frente al cargo, dándole apenas, tiempo para hacer una alocución al estudiantado, i como digo siempre, creo que no le dio tiempo ni de revisar las gavetas de su escritorio de Ministro. Desde entonces, el partido Acción Democrática. Comandado por su dictador Rómulo Bethancourt, lo exiliaron i le adjudicaron el cognomento de El Brujo de Pipe, diciéndose que eso fue invento del propio Bethacourt i otros que fue Mariano Picón Salas. Enseguida los norteamericanos, conocedor del talento del venezolano, se lo llevaron como profesor de Neurología de la Universidad de Harvard, luego lo pasaron a Instituto Tecnológico de Massachusetts donde les organizó los laboratorios de microscopía electrónica i finalmente a la Universidad de Chicago como profesor vitalicio de la cátedra de Biofísica, la misma que estuvo un tiempo regentada por Enrico Fermi, el más grande científico de Italia i creador de la primera Pila Atómica. I si me pongo a enumerar solamente, los logros, conocimientos, inventos i la cultura científica i humanitaria de H.F.M. sería todo un libro de cientos o miles de páginas. Por eso obvio seguir señalando méritos científicos, para referirme a lo sucedido a raíz de su muerte en Estocolmo, donde junto con Manuel Martínez Acuña, mi hijo Andrés Eloy i yo, fuimos los últimos venezolanos que lo vimos con vida, i un poco antes (por diversas circunstancia tuvo que adelantarse) el Comunicador Social Enrique Rodríguez Mota i su bella esposa Rosana Cubillán. De eso hai videos. De mi parte, como lo he dicho otras veces, al despedirme de él (le había entregado la copia original de la biografía) le manifesté tanto cariño i admiración, que le besé en la frente casi en la sien derecha. Posteriormente en carta i tarjeta de navidad, me comunicó que vio el gesto con satisfacción tal que le hizo feliz.

 Cuando murió, nubarrones políticos de última hora, me impidieron ir a Estocolmo, i como advertir que yo no era una representación oficial sino del Gobernador de un Estado, pedí que el Congreso (todavía viejos tiempos a medias) enviara una delegación, o al Canciller i otros ministros, porque se rumoró que al funeral iban a asistir los reyes, por ser H.F.M. poseedor de la máxima condecoración que aporta en Estado Sueco, la Orden de la Estrella Polar, algo así como la Orden del Libertador entre nosotros. Al final, fuera de sus dos hijas, un yerno, su hermano Tito i naturalmente su viuda, solamente asistió por cuenta propia, el distinguido amigo i colega Dr. Rafael Mastrodoménico i dos sobrinos creo que comunicadores sociales. Por ellos, poseo fotos de la solitaria capilla con los restos mortales i sus condecoraciones, ya que por no encontrarse cupo en iglesias céntricas, fue en una capilla de los alrededores, a donde por razones de seguridad no pueden asistir los reyes. Antes, el Dr. Burelli Rivas lo desatendió cuando reclamaba sus credenciales de embajador cultural en los países del norte de Europa; i luego, a su muerte, el embajador de Venezuela allá, un italiano con quién pude hablar solamente por teléfono, no cumplió con nada i ni asistió al funeral. En el Congreso Venezolano se alzó una voz para oponerse a un acurdo que hizo el Senado: ¡No estoi de acuerdo con que se exalte a ese bandido o se le hagan honores! Era la voz del peor presidente de nuestra historia política: Carlos Andrés Pérez.

(Continuará)

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Roberto Jiménez Maggiolo


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