27-F-89…lección, compromiso y deudas pendientes

Al cumplirse 22 años del llamado “Caracazo”, por ser el centro de los acontecimientos de los días finales de febrero de 1989, es mucha tela lo que tenemos que cortar para hacer un balance que nos permita sincerar los escenarios, la coyuntura, organización popular, correlación de fuerzas y la dirección política, entre otros elementos que ayer causaron la ira del pueblo. Hoy, estamos obligados a poner en la balanza de la verdad lo que ha ocurrido en estas dos décadas para saber cuánto hemos avanzado entre aquel oprobio y este comienzo revolucionario.

En tan breve espacio nos toca afirmar que ese doloroso momento fue la consecuencia de la actuación de gobiernos nefastos en contra del pueblo venezolano. Al espontaneismo con que algunos califican tal hecho, seguramente se convierte en salvoconducto de varias décadas de gobiernos adeco-copeyanos, caracterizadas por la entrega a las transnacionales, desenfrenada corrupción, represión en sus diversas manifestaciones, violación continuada a la Constitución Nacional y a todo tipo de derecho humano y pésima atención a las aspiraciones sociales, entre otros. Las cifras son elocuentes y no permiten dudas para hablar de una creciente y espantosa pobreza que a la postre dio al traste con CAP y el puntofijismo, entreguista y traidor de la gesta del 58.

A 23 años, a ciencia cierta no hay cuenta exacta de los compatriotas que fueron asesinados. Peor aún, no hay castigo para los responsables, aunque el que dio la orden está en una helada morgue de Miami esperando por “cristiana” sepultura. Todo hace suponer que algún día la justicia se impondrá para castigar a los asesinos del 60, 70, Caracazo, Cantaura y Yumare, abril del 2002, de Danilo Anderson y del más del centenar de campesinos que siguen entregando sus vidas luchando contra el latifundio.

Este aniversario del 27-F, nos obliga, más que nunca, a buscar de manera urgente vías para la organización popular, como única alternativa para defender la Revolución Bolivariana de los enemigos internos y externos que a diario la acechan. Que se sepa, ésta es una revolución asediada. El imperio yanqui quiere nuestro petróleo. Por tanto, el camino es la consolidación del poder popular con todas sus prerrogativas. Con sólida organización y alto nivel de formación político-ideológica. Es la construcción del Partido de la Revolución con un liderazgo probo, honesto y consecuente. Para honrar la memoria y sueños de los miles de caídos y desaparecidos, construyamos una fuerza popular indestructible por su moral, su organización y fortaleza ideológica. El partido es con los revolucionarios.


revolcones76@yahoo.com.ve


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Juan Azócar


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