Memoria histórica de los trabajadores de la educación y manipulación de las burocracias

El magisterio venezolano y la organización para la lucha

Las maestras y maestros, los trabajadores y trabajadoras de la educación en Venezuela, han venido protagonizando marchas y protestas, estando a la vanguardia, desde que comenzó este año, de la lucha por el salario y de sus reivindicaciones laborales, así como por mejores condiciones para la educación. Las últimas movilizaciones han sido realmente masivas y a escala nacional, y han animado al resto de la clase trabajadora del país a pelear por sus derechos.

El gobierno no ha podido contrarrestarlas con sus movilizaciones artificiales y sus mecanismos de control social, al tratar de atribuir la situación sólo a las sanciones externas y no a sus propias políticas y decisiones. La respuesta solidaria con el magisterio ha sido muy importante y ha habido cierta tendencia a la convergencia entre sectores laborales que manifiestan su descontento.

Sin embargo, desde una dirigencia gremial-sindical, que no ha sido precisamente electa ni suele consultar democráticamente en asambleas, se ha notado la intención de utilizar la lucha para fines distintos a lo que la base docente desea o anhela.

Estamos hablando del sector sindical que de alguna manera protesta, porque el sindicalismo oficialista o madurista, la burocracia gobiernera, por su parte, es un simple anexo corporativo del del Estado-Gobierno pseudo-izquierdista (en los hechos otra derecha). Son una pieza más del aparato lumpen-burgués autoritario y militarista, salido de la derrota y degeneración de la otrora revolución bolivariana, que hace tiempo no tiene nada que ver con la clase obrera sino que es instrumento de su verdugo. Ésta burocracia sindical, absolútamente antidemocrática y corrupta, sólo actúa bajo las indicaciones del gobierno de los militares y el PSUV, para imponer y avalar sus nefastas políticas antiobreras y para tratar de contener a la fuerza laboral genuína.

En cuanto a la dirigencia gremial de filiación opositora de derecha, el ritmo y los métodos de lucha, así como las exigencias que se formulan, parece amoldarse siempre a los requerimientos coyunturales de las cúpulas políticas, a las que pertenece la mayoría de esos dirigentes magisteriales. Ellos están ligados a distintos partidos defensores del capital, estan encabezados por políticos que actúan al servicio de sectores empresariales o patronales, y que mantienen conexiones con los planes del neocolonialismo estadounidense o europeo en la disputa geopolítica por el control de Venezuela.

Volviendo al tema de la utilización de las luchas por estos "liderazgos" auspiciados por el capital privado y sus partidos, éstos ya cabalgaron anteriores oleadas laborales para intentar llevarlas a las playas de Guaidó o para mejorar su correlación de fuerzas en las negociaciones políticas de cúpulas con el gobierno y factores del extranjero. Luego de conseguidos algunos de sus objetivos tácticos le metían el freno a la movilización o intentaban desviarla en otro sentido; por ejemplo, electoral o incluso golpista, aprovechándose del sentimiento de rechazo de la clase trabajadora y franjas populares hacia un odioso gobierno.

Por el origen de esta dirigencia gremial y sus tradiciones, nunca tienen el método de convocar a la lucha a partir de consultas democráticas a la base o de su organización y participación protagónica en la fijación de los propósitos y en la conducción de las acciones. Llaman a las movilizaciones cuando se les antoja a ellos y del modo que se les ocurre en sus cenáculos, o con declaraciones de prensa y colocación de "flayers" en las redes digitales.

No se ven campañas informativas previas ni llamados a asambleas para someter a consulta las demandas concretas ni un plan de lucha. Por eso, cuando ellos se quedan quietos o se sientan a negociar, por ejemplo en la llamada Mesa de Diálogo con el gobierno, los empresarios, las demás burocracias y la OIT, la base magisterial se queda como un náufrago sin saber qué hacer y entonces viene el reflujo y la pérdida de la energía combativa, hasta nuevo aviso.

Pero no ha sido siempre exactamente así, pese a que en la última década hemos vivido lo peor, debido a la destrucción de casi todo el andamiaje organizativo de la clase trabajadora por el gobierno madurista y su burocracia, que es uno de los factores que ha facilitado la imposición del más terrible paquete de ajuste antiobrero que hemos conocido desde mediados del siglo pasado.

 

Los grupos de activistas, las asambleas, los comités de conflicto y los comandos zonales

En los años ´80 y ´90 (s. XX), pese a que el gremio magisterial sufrió varias divisiones, a la hora de las grandes luchas se conformaba un Comando Nacional Intergremial del Magisterio, constituido por sus distintas federaciones, sindicatos y colegios. En los conflictos más duros eran convocadas asambleas generales, en las que los delegados y delegadas de los centros de trabajo podían tomar la palabra y se hacían votaciones, aunque luego la dirigencia no cumpliese o traicionase.

Una de las formas organizativas y de participación en la lucha eran los Comités de Conflicto electos en asambleas por centro de trabajo (escuelas o liceos) y la delegación surgida de ellos se agrupaba a la vez en sus Distritos Escolares y se armaban los llamados Comandos Zonales que abarcaban a cada Zona Educativa. Se hacían asambleas de delegados de comandos zonales, pertenecientes sin distingo a diferentes federaciones, colegios profesionales o sindicatos y también sin filiación específica, pero electos por la base en su lugar de desempeño.

Los comandos zonales, en contacto con la base magisterial de cada escuela o liceo, recogían y llevaban propuestas a la más alta dirigencia gremial-sindical, intervenían para someterlas a votación en asambleas, a menudo adversando las posiciones de los directivos gremiales. Los comités y comandos repartían las tareas de la lucha, hacían seguimiento y controlaban su cumplimiento, así como de las resoluciones votadas, eran activos promotores de las actividades de conflicto y las movilizaciones, administrando las iniciativas locales. Siempre desconfíabamos y estábamos alertas ante el peligro de madrugonazos y traiciones que violentasen lo aprobado por la base.

Hay que decir que en esos tiempos, a diferencia del servilismo de la burocracia sindical gobiernera, a veces los burócratas sindicales de las federaciones le hacían huelga a los ministros de educación de los gobiernos de sus propios partidos, y aunque terminaran siendo funcionales a éstos, al menos corcoveaban y tiraban algunos trancazos para quedar mejor parados como sindicalistas y estirar un poco más lo que el patrono estaba dispuesto a aflojar.

Es triste recordar que algunos de los que forman parte de la burocracia gobiernera hoy, en el pasado fueron delegados sindicales o directivos un tanto combativos, antes de corromperse y acomodarse con su venta al mejor postor, aprovechando la debilidad de las luchas, la escasa participación o control con el ejercicio de la democracia sindical. Hoy hacen lo que ayer combatíamos.

Para tener idea de cuánto hemos retrocedido en materia de derechos sindicales y libertades democráticas, hablando de las luchas laborales del magisterio, basta recordar que, aún con los gobiernos de la IV República, con algo de presión y disputa se lograban realizar reuniones, asambleas y concentraciones docentes y con las madres, padres o representantes, en las intalaciones de las escuela, en los salones de clase, en los patios...

Eran comunes y frecuentes, en momentos de lucha, las grandes asambleas generales en el auditorio de la escuela República del Ecuador, en Caracas. Hoy es más fácil que usen los espacios de las escuelas los miembros de las estructuras del PSUV y hasta los colectivos parapoliciales, antes que los propios docentes, que perdieron el derecho a disponer de sitios de reunión en sus propios lugares de trabajo, hasta para hacer un conversatorio o un foro.

La organización de lucha de la base, en los años posteriores al sacudón del ´89 y del levantamiento de Chávez en el ´92, adquirió tanto peso y autonomía, que hasta llegó a disputarle a las cumbres sindicales la conducción nacional de las luchas en ciertas coyunturas, y el gobierno tuvo que reunirse también con ellas por su capacidad para mantener por su cuenta las protestas,  aunque sectores de las directivas pactasen en contra de la voluntad de la mayoría de los educadores y educadoras.

Cuando las bases y sus comandos zonales veíamos que las directivas manejaban acuerdos a espaldas de la base, irrumpíamos en las reuniones del Comando Regional o del Comando Nacional Intergremial, para increparles y exigirle cumplimiento de sus compromisos. No pocas veces les volteamos en asambleas sus planes y manipulaciones orquestadas para sus acuerdos políticos o conveniencias de casta. También tomábamos las sedes de las zonas educativas y la del propio ministerio, porque no nos conformábamos con esperar afuera y forzábamos la entrada para agitar en recorrido por los pisos y oficinas (como una manera de llegar a los que trabajaban allí, sin causar destrozos). A esto, el gobierno de la nueva derecha post-chavista del madurismo, hoy le llamaría "terrorismo" y no desaprovecharía la excusa para ponerle "los ganchos" a los líderes. A unos cuantos que estan ahora en los sindicatos del gobierno, se les "olvidaron" los métodos de lucha que empleaban antes, cuando todavía estaban sanos. No toleran ni una simple concentración y a menudo reprimen las protestas directamente con la policía y la GNB o indirectamente (con ciertos colectivos proto-fascistas).

Este nivel de organización y de combatividad no se puede recuperar o volver a ensayarlo de golpe y porrazo, aunque el ánimo y capacidad de lucha nuevamente está creciendo. Aparte de que siempre pueden surgir nuevas maneras, según cada tiempo. Pero en la actualidad, bajo las condiciones de autoritarismo, represión y pérdida de terreno del sindicalismo no corporativo-estatal, sería un gran avance la simple reunión discreta o semi-clandestina de grupos de docentes dispuestos a ejercer un activismo sindical-gremial por la base, centrado en tareas de organización elemental, formación político-sindical e información del resto de la base del magisterio, preparación de la participación en las movilizaciones, conectados en red.

Hay que cuidarse mientras se tejen pequeñas telarañas, para que no nos revienten esa incipiente estructura. Pero no para quedarse enconchados, sino para acumular la claridad, voluntad y fuerza suficiente que nos permita actuar a la menor oportunidad con mayor apertura. Con visión y conducción propia, con audacia y determinación en pos de nuestros objetivos reivindicativos, sindicales y laborales, educativos, democráticos y emancipadores, incluyendo la búsqueda del cambio socio-político transformador que no se dió cuando lo esperábamos y que se desvió en sentido adverso.

Lo traigo todo esto a la memoria como uno de los protagonistas de estas experiencias, habiendo sido delegado del SUMA-Caracas, integrante de los comandos zonales y del Movimiento Base Magisterial - Democracia Sindical, que jugó un papel importante en las luchas del magisterio, sobre todo frente al segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y después frente al de Caldera.

Y claro que, no nos quedábamos en los asuntos gremiales-reivindicativos, sino que participamos en la lucha social y política del resto de los trabajadores y el pueblo, ayudando a impulsar coordinadoras de barrios y de sectores laborales, frentes de defensa de los derechos, y buscando siempre la confluencia unitaria de las luchas, sabiendo que sólo se alcanzan muy pocas soluciones sectoriales o locales si no se derrotan las políticas que van contra la clase trabajadora y, por supuesto, a los gobiernos que las aplican para los estratos dominantes en el capitalismo venezolano. 

Por cierto, las directivas y los cuerpos de delegados no eran monopartidistas, había gente de diversos partidos e independientes, incluídos los activistas de corrientes revolucionarias como era mi caso (miembro de la Base Magisterial y militante del Partido Socialista de los Trabajadores (La Chispa), uno de los antecedentes de lo que es hoy Marea Socialista). Adentro y afuera dábamos nuestras batallas, contra el patrono y el burócrata. Hay que seguirles disputando los gremios y sindicatos; pero por encima de todo están las relaciones en el seno de la base docente y la alianza con la comunidad educativa y barrial, sin dejar de lado el movimiento pedagógico por la educación en general.

 

Autonomía: No dependamos de burócratas gobierneros o patronales, ni de los partidos del capital

Siempre hubo burocracia y siempre hubo sectores corruptos y traidores dentro del sindicalismo, supeditados a los gobiernos y a los partidos patronales, o con sus propias agendas de poder y lucro. A veces eran unos y a veces eran otros, con el agravante de que no pocas veces los antes luchadores eran cooptados y maleados por el sistema. Pero al menos había una capacidad de respuesta de la base organizada, consciente y activa, que se lo ponía difícil al patrono y a las direcciones entreguistas, presionando siempre por ir más allá en la conquista de nuestros derechos y mejores condiciones laborales o de una mejor educación para el país.

Muchos de estos activistas acompañamos a la revolución bolivaria -cuando la hubo y mientras duró- hasta que ésta se revirtió y entramos en esta etapa que podríamos llamar contrarrrevolucionaria, regida por el madurismo, producto de la combinanción entre las fallas de origen, la presión externa, la conspiración de los opositores burgueses y sobre todo la espantosa degeneración interna.

Para ayudarnos a salir de este abismo reaccionario, autoritario y superexplotador en el cual caímos, y que ha desguazado a la clase obrera (incluída su rama educativa), hoy la memoria y tradición de lucha en materia sindical nos plantea retomar estas experiencias de lucha mencionadas, hacia la reconquista de la autonomía, con un enfoque que nos libere de las burocracias de derecha y de pseudo-izquierda, así como de los operadores del capital dentro de la clase trabajadora.

 

¡Independencia de clase! ¡Por un sindicalismo democrático y combativo! ¡Ni burocracia ni capital!

 

 



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Gonzalo Gómez Freire

Psicólogo y comunicador popular, cofundador de Aporrea. Miembro de la Coordinación Nacional de Marea Socialista. Militante internacional de la Liga Internacional Socialista (LIS).

 gonzalo@aporrea.org      @GonzaloAporrea

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