Estados Unidos y Latinoamerica

Estados Unidos amenaza a nuestros países con la consigna: ¿Latinoamérica se ha dividido? ¡Hay que redividirla! Lo que sucede es que la fuerza la disparidad entre el peso real de los estados Latinoamericanos y su desarrollo; en comparación con el de los Estados Unidos, esto, sin embargo, no se debe a las características de la democracia en sí sino al peso económico de los Estados Unidos, en la economía de nuestro hemisferio. Los fundamentos económicos actuales de los Estados Unidos no se corresponden en absoluto con la riqueza de su territorio, sino a las materias primas que saquea en nuestros países. Este es el verdadero carácter de nuestra época, que sigue siendo la de un desenfrenado y violento imperialismo. Hasta que los pueblos no lo destruyan seguirá partiendo, cada vez con más frecuencia, nuestra ensangrentada América. El imperialismo va a repetir su jugarreta una vez más y sin duda explotará los efectos de este experimento, para provocar un resultado favorable; en una nueva crisis, cuando movilice, tratará de dar la impresión de que sólo está amenazando, aparentará tramar una nueva jugarreta, y luego caerá sobre nosotros con toda la fuerza de sus ejércitos. Mientras tanto, los señores de la diplomacia están acariciando una vez más la idea de un acuerdo para la limitación de la agresión, cumpliendo su rol fundamental de social-imperialistas, se arrastran llamando a la paz y a la reconciliación.

Como era de esperar, Washington está intentando un nuevo giro. En una reunión con los periodistas nacionales y extranjeros, se sorprendieron cuando oyeron al Presidente de los Estados Unidos, que quiere aterrorizar a nuestros países. Después que le falló la astucia, trata de ganar a los dirigentes Latinoamericanos por el miedo. ¡Miserable intento de un desgraciado intrigante! Todavía no está definitivamente aclarado si la amenaza de invasión será ahora o sí, como es lo más probable, los gobernantes de Estados Unidos de América lograrán postergarla por algún tiempo, no muy largo por cierto. Bush habla de la nación, de la raza, la unidad del continente. En realidad su objetivo es ampliar la base militar de los Estados Unidos antes de entablar una lucha abierta contra Latinoamérica. Aquí la bandera nacional es sólo la hoja de parra del imperialismo, atendiendo a sus objetivos estratégicos.

En política, lo más importante y, en mi opinión, lo más difícil es definir por un lado las leyes generales que determinan la lucha que se libra en toda Latinoamérica, y por el otro descubrir la combinación de estas leyes para cada país. Toda nuestra América, desde el Río Grande a la Patagonia, vive atada al yugo del imperialismo, no hay que olvidarlo ni un solo minuto, ya que son las armas de un imperialismo ambicioso, hambriento y por lo tanto agresivo. En algunos círculos de la intelligentCia se ha hecho popular la idea de “la unificación de todos nuestros países democráticos”; considero que esta idea es fantástica, apta solamente para engañar a los pueblos, débiles y oprimidos. Verdaderamente, ¿puede creer alguien, siquiera por un momento, que Bush, Chávez y Uribe, son capaces de unirse para defender el principio de la libertad de los pueblos latinoamericanos? Para comprender correctamente el carácter de los próximos acontecimientos, ante todo tenemos que dejar de lado la falsa teoría, totalmente errónea, de que el imperialismo defenderá la libertad de nuestra América. Personalmente, no me cabe la menor duda de que una nueva intervención militar del imperialismo, desaparecerán todas las libertades y en todos los países se impondrá una despiadada dictadura militar, patronal. Los militantes opositores morirán igual que los militantes revolucionarios. La desesperación, la indignación, el odio, empujarán a los pueblos de todos nuestros países a sublevarse con las armas en la mano para resolver sus problemas, y la guerra puede ser interminable contra el imperialismo. En el primer período de la lucha, la posición de los países débiles, puede llegar a ser muy difícil. Pero, a la larga, los imperialistas se tornarán más y más débiles. La lucha nos permitirá levantar cabeza y seremos capaces de lograr nuestra liberación.

Los grandes acontecimientos que se ciernen sobre nuestros pueblos no dejarán piedra sobre piedra de estas organizaciones. Sólo La Revolución Bolivariana mira con confianza el futuro. ¡Es el partido americano de la revolución socialista. Nunca hubo un objetivo más importante. Sobre cada uno de nosotros cae una tremenda responsabilidad histórica, que nos exige una entrega total y completa. En primer lugar hay que entender claramente que cuando se libra una lucha de gran importancia, especialmente si involucra a millones de personas en todo el mundo, no se lo puede explicar en términos de un determinado país. No poca gente superficial y esquemática atribuye la lucha antiimperialista a la ambición personal de determinados intereses; estos pueden impulsar a algunos políticos individualmente, pero el imperialismo sigue ejecutando a cientos de miles de personas acusadas de terroristas. ¿Puede ser que tanta gente sacrifique su posición, su libertad, su vida y frecuentemente la vida de sus familiares solamente por la ambición personal de un grupo determinado de personas? Esta lucha traspasó hace mucho las fronteras de todos los países involucrados en su liberación. Para entender correctamente el significado del conflicto que actualmente divide a los movimientos populares de todo el mundo hay que dejar de lado antes que nada, toda la hueca charlatanería sobre los motivos personales o de grupo y comenzar a analizar las causas históricas que lo engendraron. El objetivo de la revolución es abolir la explotación y la desigualdad entre las clases, crear una nueva sociedad socialista basada en la propiedad comunal de la tierra, las materias primas, y las fabricas, y lograr una distribución racional y justa de los productos del trabajo entre todos los miembros de la sociedad.

Aquí reside precisamente la crisis fundamental de la civilización burguesa. La democracia imperialista se pudre y desintegra. Un programa de “defensa de la democracia” para los países llamados desarrollados es reaccionario; aquí la única tarea es la preparación de la lucha socialista. Su objetivo es romper los marcos del viejo sistema capitalista y construir la economía de acuerdo a las condiciones geográficas y tecnológicas, sin imposiciones ni obligaciones colonialistas. Esto no implica que nos sea indiferente qué métodos políticos utiliza el imperialismo; pero las fuerzas contrarrevolucionarias tienden a hacer retroceder el proceso desde el estado “democrático” en decadencia hasta el particularismo provincial, cada vez que ello suceda, el pueblo revolucionario, sin asumir la menor responsabilidad “en defensa de la democracia” ¡ya que es indefendible! Enfrentará a estas fuerzas contrarrevolucionarias. No obstante, esta política se aplica solamente a los conflictos internos, es decir, a los casos en que está involucrado un cambio de régimen político, como por ejemplo Colombia. Es un deber elemental de los colombianos participar en la lucha contra la oligarquía. Pero es precisamente porque el pueblo no logró remplazar, en el momento oportuno, el gobierno de la democracia oligarca por el suyo propio que la “democracia” pudo dejarle el paso libre al imperialismo. Sin embargo, es un fraude total y charlatanería barata transferir mecánicamente las leyes y reglas de la lucha entre diferentes clases de una misma nación a la guerra imperialista, es decir a la lucha que libra la misma clase de las naciones vecinas. Después de la experiencia de Colombia no parece necesario demostrar que los imperialistas no se pelean por ideales políticos sino por la dominación del hemisferio, y lo ocultan tras cualquier principio que les sea útil.

Salud Camaradas Bolivarianos.

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialismo o Muerte.

manueltaibo@cantv.net

¡Venceremos!


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Manuel Taibo


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