El imperialismo y la guerra

La principal función de la guerra es, destruir países y civilizaciones, apoderarse de sus riquezas y Materias Primas, dificultar la vida de los nacionales; explotar a los trabajadores, mantener a los pueblos en estado de atraso; pero eso sí, salvar el sagrado dividendo. La patria es una hipoteca de los tenedores de la deuda pública. Los ejércitos al servicio del Imperialismo Monopolista no se distinguen sino en el número de las tropas mercenarias al servicio de unas Empresas Transnacionales, de ahí que cuando estos ejércitos atacan no defienden una comunidad Nacional sino que se enfrentan a los pueblos.

Véase cómo el imperialismo explota las guerras en su provecho. Es uno de los medios más activos para reducir a los países débiles a la miseria, obligándoles así a ceder sus Materias Primas, sus medios de Producción, las Tierras regaladas y convertirlos en consumidores de los productos de la Metrópoli. Es la guerra uno de los más potentes medios de acumulación y concentración de Capital, de formación de grandes Empresas y de bastos Latifundios. Los efectos debilitantes de una crisis recaen sobre todos, pero al débil lo matan y al fuerte no hacen más que debilitarle. Pasada la crisis encuéntranse los fuertes solos y se reponen.

Las crisis de las guerras no pueden soportarlas los países débiles, los pobres, los pequeños productores, y sí los dueños de las grandes Empresas de los medios de Producción; la extracción de grandes cantidades en divisas para la guerra es causa de grandes crisis y de enormes fluctuaciones en el precio de los artículos de primera necesidad, del cual se aprovechan los Ricos. Sólo ellos se encuentran en posición de hacer grandes importaciones y se valen de la ocasión para explotar la situación de los demás. Hay que repetir que sólo la injusticia justifica la guerra, que no hay, si se mira hondo guerra alguna justa. Las guerras son para encumbrar una clase social. Que está al servicio del imperialismo y el mismo sirve de garantía al capitalista para su explotación.

En la monserga del derecho internacional en el artificioso tejido de ficciones en que se funda el derecho de un país, a gobernar a los pueblos sometidos a su antojo, que le da razón, al querer imponerle un sistema de gobierno alegando que, son incapaces de gobernarse por si mismos. (Hemos oído, no recordamos dónde, que llamamos holgazán y vago al prójimo cuando no quiere hacer lo que nosotros queremos que haga). No está la fuerza en lo poderoso de sus ejércitos, sino en el derecho que tiene cada pueblo a su libre autodeterminación y buscar la forma de gobernarse en paz, justicia y progreso.

En ninguna parte halla más aplicación que en la guerra el principio bárbaro aquel de que el fin justifica los medios. En tiempos de guerra el imperialismo llama héroes a hombres con madera de criminales, que han hallado en la guerra salida a sus instintos. Se diría que no los anima un ansia de poder absoluto sobre todos los hombres y cosas de la tierra, sino un designio satánico de destruir la creación. ¿Se puede vivir sin guerra sin que nos expongamos a ser conquistados por cualquiera?

La Finanza Internacional y sus grandes Corporaciones. Son los progenitores de toda guerra. Sin “Ellos’’ no existiría hoy este horror. Sin “Ellos’’ no estaría lanzada la humanidad a una matanza Planetaria, a la guerra permanente, nuevo Diluvio Universal de fuego. ¿Triunfará su maquinación?

-Crece el poder de la conciencia y mengua la inercia y entonces ésta se defiende con las burlas y el desprecio ¿Quién ignora que la guerra es un mal? Pero la humanidad se halla tan cercana a la animalidad, que su eliminación causaría tal vez más mal que bien.

-Es necesario permanecer fieles a nosotros mismos y a nuestro proceso, no es fácil, las tareas son tremendas, los enemigos son innumerables, debemos dedicar tiempo y atención a las experiencias pasadas que nos sirvan para un futuro más promisor.



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