Transformers: la pieza de propaganda perfecta del Departamento de Defensa de Estados Unidos

Como joven de 30 años, es inevitable que yo sintiera ganas de ver la película "Transformers" de Michael Bay. Crecí viendo los dibujos animados de esta serie y hasta tuve un reloj de pulsera de los Transformers. Básicamente, los Transformers son robots con forma humanoide, que pueden convertirse en automóviles o aviones.

Al ir a ver la película, estaba consciente de que hallaría allí elementos propagandísticos e ideologizadores, pero nunca imaginé que fuera tan extremo: Transformers es un largo comercial de dos horas, hecho con la colaboración y el financiamiento del Departamento de Defensa estadounidense, para enaltecer la cultura de la guerra de ese país, justificar inversiones en el lado militar, impulsar la industria estadounidense y lo peor: estimular a los niños a admirar sus Fuerzas Armadas y convertirse en nuevos soldados.

Y, dado que vivo en un país (Venezuela) donde un grupo de personas se la pasan diciendo que nuestra educación es ideologizadora sólo porque se quiere hablar de valores socialistas, quería pasar a contar muchos elementos de propaganda y de ideologización que he visto en esta película, ello a pesar de que no soy un experto en el tema.

Como siempre, este artículo contiene elementos claves de la historia de "Transformers", por lo que, si no desea que le eche a perder sorpresas en la película, no siga leyendo.

Lo que se ofrece

"Transformers" es una película basada en las comiquitas o animaciones para niños que hace 20 años dieron la vuelta al mundo, y con las cuales millones de niños crecimos y jugamos. Se promocionó como una película en la cual la Humanidad debe defenderse de robots invasores del espacio exterior, los Decepticons ("los malos"). Pero, por fortuna, otros robots "buenos" vendrán a ayudarnos: los Autobots.




La película es clasificada "A" (para todo público), y está dirigida a niños y adolescentes. Los cines de Venezuela la ofrecen hablada en español (para niños pequeños) y en inglés con subtítulos, lo que denota el amplio rango de personas a quienes se dirige el film.

Lo que viene con la película

Hecho con la aprobación de las Fuerzas militares norteamericanas: En este artículo (en inglés) y en estas fotos de la página oficial de la Fuerza Aérea estadounidense puede verse cómo dicho cuerpo colaboró por varios días, usando su personal y sus naves de la base Holloman en Nuevo México, para que DreamWorks filmara parte de Transformers allí. En otras palabras, los militares estadounidenses formaron parte integral de esta película, lo que implicó que ellos hayan revisado el guión para asegurarse que ellos no vayan a quedar mal en ella. No sería extraño que también la hayan financiado parcialmente.


Militares como "los buenos": La película comienza en la base militar de Estados Unidos en Qatar, donde soldados estadounidenses "muy chéveres y buena onda" que estuvieron en la guerra se preparan para volver a casa. La escena busca generar empatía hacia los soldados, uno de ellos latinoamericano y quien dice muchas frases cómicas en español (representado por Amaury Nolasco, el popular "Fernando Sucre" de la serie "Prison Break"). Evidentemente estos soldados regresaban de Irak, y uno lo intuye por las imágenes del desierto, sus uniformes color arena, la base de Qatar y tantas otras similitudes con las imágenes de la guerra en Medio Oriente que nos ofrece CNN. ¡Pero nunca se menciona a Irak, muchísimo menos los problemas que se viven allá!


Exaltación ante lo último en tecnología, y justificación de inversiones en materia militar: La película siempre se empeñará en mostrar lo último en tecnología militar estadounidense. Los jóvenes soldados mostrados al comienzo de la película no están siendo transportados en "obsoletos" helicópteros, sino en "convertiplanos" V-22 Osprey, aviones con hélices que pueden colocarse horizontal o verticalmente y que buscan promocionar como lo último en tecnología de transporte a nivel mundial.



El primer punto de giro ocurre cuando un robot Decepticon se infiltra en la base militar estadounidense en Qatar fingiendo ser un helicóptero estadounidense, en medio de un gran operativo militar de custodia muy bien representado. Y entonces, el robot destruye la base.

Luego, los soldados sobrevivientes deben ser rescatados en un impresionante
operativo militar muy bien coordinado por uno de los protagonistas, el Secretario de Defensa John Keller, en el que participan aviones no tripulados Predator, cazas A-10 Thunderbolt, aviones F-22 Raptor (costando cada uno 120 millones de dólares), aviones de radar AWACS, bombarderos de gran calado y bombas de última tecnología dirigidas por láser, en el cual logran que uno de los robots Decepticons (Scorponok) se repliegue y huya, en una "gran victoria" de las fuerzas estadounidenses en contra de los invasores espaciales.

En la escena final de batalla, nuevamente podrán verse escuadrones de aviones F-22 Raptor de última tecnología y a lo mejor de las fuerzas élite estadounidenses enfrentando a los Decepticons, apoyados por los Autobots.

Sin duda que todas estas escenas generar gran emoción, admiración y orgullo hacia sus Fuerzas Armadas, por parte de niños y jóvenes estadounidenses quienes ven a los soldados y pilotos como todos unos héroes.


El Secretario de Defensa como héroe de la película: Una vez es destruida la base estadounidense en Qatar, la historia pasa a mostrar lo que ocurre dentro del Pentágono, donde el Secretario de Defensa John Keller se convierte en uno de los héroes de la historia, al comandar "valientemente" las acciones. Al principio no se sabe quien destruyó base, e incluso creen que el ataque viene de otro país. Se menciona a China, Irán o Corea del Norte entre los sospechosos.



Keller se convierte, a lo largo de toda la obra, en un hombre audaz quien dirige a las fuerzas estadounidenses en la lucha contra los Decepticons, apoyado por los Autobots (recordemos que el Secretario de Defensa es un cargo equivalente al Ministro de Defensa en Venezuela, y que Dick Cheney y Donald Rumsfeld han ocupado ese puesto en los gobiernos de Bush padre e hijo, respectivamente). Keller llega a tener un papel tan importante en la película como el de Optimus Prime, el jefe de los Autobots.



"Todos debemos ayudar al gobierno estadounidense": Keller recluta a un grupo de jóvenes civiles "hackers" para tratar de decodificar una señal y determinar qué país destruyó su base de Qatar. Los jóvenes "hackers" reclutados trabajan orgullosos para ayudar a su país y se convierten en co-protagonistas de la película.


Sumisión: los Autobots en ningún momento dirigen a las fuerzas armadas norteamericanas; son éstas las protagonistas, y los Autobots un mero vehículo de fuerza bruta capaz de enfrentar a los Decepticons. Los Autobots ni siquiera atacan a los soldados gringos cuando éstos capturan y torturan a uno de sus miembros, Bumblebee. Todo lo contrario, a los Autobots se les ve como "buenos" porque en todo momento se niegan a enfrentar a los humanos, y porque afirman que, a pesar de las cosas que éstos les hacen, sin embargo "en el fondo son una buena raza". Si, los humanos "somos unas buena raza" a pesar de que practicamos la tortura. De allí llegamos al siguiente punto...


La represión como algo justificable y necesario: en una de las escenas, una de las "hackers" de la película se escapa del Pentágono y busca a un amigo hacker para que la ayude a descifrar datos. En el Pentágono se dan cuenta de esto; equipos de fuerzas élite estadounidenses muy bien armados rodean la casa del hacker, capturando y sometiendo a ambos y a sus familiares de una forma brutal. Lo mismo pasa luego cuando capturan a los protagonistas, Sam Witwicky y su amiga. Sin embargo, ambas represiones son presentadas como algo "normal y necesario".


Como verá, esta no es una inocente historia de una lucha entre el "bien" (los Autobots) y "el mal" (los Decepticons). Es una historia de la lucha entre los Estados Unidos y sus despiadados enemigos, quienes en esta ocasión vienen del espacio exterior. No hay ayuda de terceros países. No es una fuerza multinacional la que ayuda a defendernos de la amenaza alienígena, aún cuando todo el mundo está en peligro.

"Mami, ¡quiero ser soldado!"

El personaje protagonista de la historia es Sam Witwicky, un joven estudiante común y corriente de unos 18 años: débil, flacuchento, enamorado de la muchacha más bonita de la clase, quien recibe como regalo de parte de su padre un Camaro 1977 que, a la larga, resulta ser un Autobot.


El conflicto de la película se resume a la lucha por un Cubo de Poder, cuyo dueño tendrá lo necesario para dominar al universo. Como era de suponerse, los Decepticons quieren adueñarse del Cubo. En una escena clave, uno de los militares le entrega el Cubo a Sam para que él lo proteja y lo lleve a la azotea de un edificio, donde se lo entregará a otros soldados estadounidenses que vendrán en helicóptero y lo llevarán a sitio seguro.

En medio del caos de la batalla, Sam no se siente capaz de completar la tarea, a lo que el militar que le entrega la misión le dice: "Muchacho, tú ahora eres un soldado. ¡Es tu deber!" Sam lo mira con cara de valentía, toma el cubo y una bengala y acepta la misión, todo ello mientras suena música patriótica y la muchacha protagonista, quien obviamente está buenísima, lo mira con ojos de admiración.

Luego, Sam cruza el campo de batalla, donde Decepticons y Autobots se enfrentan a muerte en una serie de escenas llenas de efectos especiales generados por computadora, que costaron lo mismo que el presupuesto de la UCV para todo un año. Al final, el debilucho de Sam se enfrenta al enorme robot Megatron, pero es salvado por el Autobot Optimus Prime, quien clama lleno de admiración: "¡Arriesgaste tu vida por el Cubo!"

"No hay victoria sin sacrificios", responde Sam, mientras suena música patriótica y todo el mundo en el cine se seca una lagrimita. Es más que obvia la intención de hacer sentir a los jóvenes espectadores las bondades de sacrificarte por tu país... ¿y qué mejor forma de sacrificarte que uniéndote al Ejército?

Promoción de marcas estadounidenses

Si usted ha viajado a Estados Unidos, sin duda que habrá notado la gran
cantidad de automóviles de marcas asiáticas que corren en sus calles. Sin embargo, en el mundo de Transformers, todas las marcas son estadounidenses:


Bumblebee, el Autobot más relevante de la película, adopta inicialmente la forma de un Chevrolet Camaro 1977 estadounidense. Luego, la de un Camaro 2007. En la serie original era un Volkswagen alemán.

Optimus Prime es un camión Peterbilt, marca de camiones texana.
Barricade (el carro de policía "malo") es un Ford Mustang.

Jazz es un Chevrolet Pontiac.
Ironhide es una camioneta pickup marca GMC (también Chevrolet)

Ratchet es una camioneta Hummer H2.
Starscream es un F-22 Raptor, lo último de la fuerza aérea estadounidense.

Bonecrusher es un vehículo Buffalo H, hecho por una empresa de Carolina del Sur.

Blackout es un helicóptero MH-53 de manufactura estadounidense.
Devastator es un tanque M1 Abrahams.



No hay ni un sólo automóvil europeo o japones, ni aviones o helicópteros de otros países excepto aquellos hechos en Estados Unidos. Por cosas como esas es que hay tanto opositor que rechaza la decisión del Presidente Chávez de comprar armas rusas, calificándolas de inferiores sin tener la menor información técnica sobre las mismas.

Lo mismo ocurre con la web: sitios como eBay o Yahoo! forman parte sólida del guión de la película y se ven como una parte integral de la cultura estadounidense.

Conclusiones

No tengo mayor duda de que toda la película, técnicamente perfecta e impecable, no es otra cosa sino una publicidad de dos horas con el objetivo de llenar de admiración y orgullo a niños y jóvenes estadounidenses, quienes ahora querrán ser tan valientes como los soldados de la película, y querrán estar trabajando para "gente tan estupenda" como esos señores del Pentágono que tienen lo último en maquinaria para defender a su país.

¿Qué niño no va a querer pilotear un F-22, un Osprey, un tanque Abrahams o un avión Predator no tripulado? ¿Cómo podría un hacker negarse a ayudar a su gobierno?

En cuanto a los niños y jóvenes del resto del mundo, esta película atenta directamente contra nuestra autoestima nacionalista. Busca que pensemos así: "¿Quién va a osar a enfrentarse contra EEUU, si ellos tienen la mejor tecnología del mundo? ¡Ellos son los mejores, más bien deberíamos unirnos a ellos y hacer lo que ellos pidan! ¡Quisiera vivir en EEUU y ser como ellos!"

Este artículo no tiene como fin desatar una cacería de brujas contra esta película: si sus hijos o hijas quieren verla, la verán, le guste a usted o no. Ellos encontrarán la forma: la comprarán a un buhonero, la bajarán por eMule o la verán en casa de un amiguito. Sin embargo, es de mi opinión que la mejor forma de desmontar los aspectos propagandísticos e ideologizadores de este film es:


Hablar de esto, directamente con sus hijos e hijas. Vea la película usted también, pero hágalo de forma crítica, sin dejarse impresionar por los efectos especiales, las curvas de Megan Fox o la pista musical, y saque sus propias conclusiones. Hable con ellos de eso.

Reforzar su amor a nuestro continente, a nuestros valores, a nuestra tecnología, a nuestra cultura.
Exigir a nuestros cineastas y a nuestros entes de financiamiento cultural (Ministerio de la Cultura, Villa del Cine, etc.) que se generen obras cinematográficas que vayan en sentido opuesto a "Transformers".
Lamentablemente, los escritores y cineastas latinoamericanos han escrito o dirigido muy pocos libros y películas destinadas a jóvenes y preadolescentes. Consideran esas obras como "comerciales", y les parecería "una raya" hacer una película de ciencia ficción o de fantasía. ¡Sin mencionar, claro está, los costos de los efectos especiales!

Tal vez las únicas excepciones recientes han sido la película argentina "El ratón Pérez", y la mexicana "Una película de huevos". Pero nuevamente, ambas son para niños pequeños, no para preadolescentes ni adolescentes.



Mientras que los estadounidenses, ingleses y japoneses nos bombardean con innumerables episodios de Harry Potter, Crónicas de Narnia y Transformers (obras que ellos llenan con su ideología y valores), nuestros cineastas y escritores se empeñan en escribir obras para adultos mayores de 50 años, las cuales luego obligamos a leer a los niños de 12 años en las escuelas, con el terrible resultado de que la mayoría de ellos terminan odiando nuestra propia literatura. No es que yo menosprecie a García Márquez, a Teresa de la Parra o a Rómulo Gallegos; son grandes escritores, sus obras son grandiosas, pero casi ningún niño de 12 años leería "Doña Bárbara", "Cien años de soledad" o "Ifigenia" por iniciativa propia, porque les guste. Cosa que sí pasa con Harry Potter.

Tengo la esperanza de que algunos de nuestros cineastas y escritores nacionalistas vean este film y consideren buscar formas de inyectar valores nacionalistas en nuestros jóvenes. No para que les enseñen a amar las armas o la guerra. Pero tampoco para que aprendan a ser admiradores del imperialismo.

Ojalá siga la discusión sobre esto.

Véase también: Ideologización en cine infantil: desde Crónicas de Narnia hasta Happy Feet


Fuente: http://lubrio.blogspot.com/2007/07/transformers-la-pieza-de-propaganda.html


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Luigino Bracci

Estrecho colaborador y antiguo miembro del equipo editor de Aporrea. Bracci es un celoso defensor del Software Libre y de la libertad de expresión.

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