MCM, el primer disparo

Casi todo indica que el Nobel a María Corina cumple la función de un primer disparo –simbólico, pero disparo– de la batería de cañones sembrada en Puerto Rico contra Venezuela.

La pregunta es simple: Si la premiada MCM no cumple con ninguno de los tres requisitos para recibir un Nobel de la Paz, por qué la seleccionan a ella, que tiene una historia adulta dedicada a la violencia anti democrática en Venezuela?
Algo de razón tiene Bruno Scarsini, columnista de La Base, Canal Red, España, cuando define al premio como un "reimpulso" a la figura de MCM y un argumento más de la narrativa que intenta convertir en "causa justa" una invasión o un ataque militar a Venezuela.

Eso es probable.

Medido desde las coordenadas geopolíticas globales, sobre todo el posicionamiento imbatible de China en el escenario de disputa por el control mundial, MCM se ha convertido en un dispositivo, no más que una pequeña pieza, en la maquinaria del imperio que se defiende en esa disputa.
Estados Unidos está reducido –o se reduce aceleradamente, según ex coroneles y expertos norteamericanos—a ser un imperio menor con asentamiento solo regional.

La retirada es lenta pero inevitable. Pierde Asia ante China, Rusia (e India) y se retira de Europa donde solo le quedan clientes subordinados con dinero, no agentes con poder ofensivo como durante la Guerra Fría.

En ese movimiento tectónico de placas de poder, le resta el territorio hemisférico desde Canadá hasta Tierra del Fuego, para asentar y asegurar su fuerza imperialista.

Venezuela es la pieza más compleja y cara de las tres que debe remover para dominar sin resistencia este continente. De las tres (con Cuba y Nicaragua) es el único estado-territorio con valor de mercado en el mundo.

Por ser la reserva de petróleo pesado más grande del planeta, que a pesar de no ser crudo liviano como el saudí o el iraní, tiene dos valores que no tienen los del medio Oriente: A) La cantidad, B) la cercanía a sus costas de La Florida, sin una ruta peligrosa como el estrecho de Ormuz.

Pero antes debe resolver dos o tres problemas contenidos por el Estado nación bolivariano. Tanto su gobierno como sus Fuerzas Armadas no responden órdenes del Pentágono o del Comando Sur.

Aunque las fuerzas militares bolivarianas no son totalmente nuevas, como las de Nicaragua o Cuba, donde dos revoluciones extirparon y reemplazaron las que había, las FANBolivarianas que Maduro heredó de Chávez, cumplen un rol similar a las de Cuba y sandinistas, desde las reformas militares del 2006 y 2007 y la ideologización de sus componentes medios y altos: Es una estructura militar independiente de control imperial.

Los dos gobiernos de Maduro consolidaron ese carácter de autonomía desde el lado perverso del privilegio, mediante una carga de material, que hasta ahora se manifiesta como obediencia, aunque no ha impedido que más de 160 coroneles y generales hayan saltado hacia el enemigo.

Mientras las FANB mantengan este carácter independiente, el dominio norteamericano tiene un límite serio en Venezuela. Removerlo implica estrategias, técnicas y recursos nuevos. Ahí entra el rol nuevo de MCM.
Desde 2014, la batería opositora pro yanqui se ha desgastado bajo una sucesión de derrotas de todas sus arremetidas y alzamientos violentos armados y desarmados contra Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

De esa lista de derrotados ha resultado una oposición divida, Varias de sus vertientes se han postrado ante Miraflores o viven como millonarios en el barrio más rico de Madrid.

María Corina Machado es la única figura de esa lista de derrotados y derrotadas, que conserva dos tres elementos que le favorecen para tener un precio ante el actual gobierno de Donald Trump.

Primero, sigue activa y no pactó con Miraflores, como AD, Copey o Capriles Radonski, o extintos públicos como Guaidó. Segundo, MCM cuenta con centenares de activos seguidores y seguidoras más o menos leales, muchos de ellos pagados en dólares en los Comanditos, pero leales por ahora. Tercero, Es la única que cuenta entre sus activos de oferta un montón de votos de las presidenciales del 28 de julio del año 2024.

Si ganó o no ganó continúa en dudas legales. De lo que nadie duda es que esa duda ya contiene un grado de fuerza social. En esas presidenciales, su monigote, González Urrutia, obtuvo muchísimos votos. Muchos testigos oficialistas lo observaron en las Mesas de votación. Votos no son poder real, pero son votos para el poder.

Recibir un Nobel de la Paz la pondera, la empodera y la reviste con una pátina legal y "democrática" que busca diluir sus guarimbas desde 2014 y su apoyo al golpe del 11 de abril de 2002.

Este premio la coloca en la Oficina Oval como una candidata fiable (más fiable que Guaidó, Capriles o Ledezma) para encabezar una transición contra revolucionaria en Venezuela.

Esta transición será un paso inevitable, aunque resulte efectivo un ataque militar. Porque en ese punto saltará la tercera incógnita interna: hoy no se sabe cuál es la fuerza real del chavismo que respalda a Maduro.

Solo se sabrá por reacción contra ataques a fuerzas jungnianas sagradas como la Patria o la soberanía.



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Modesto Emilio Guerrero

Periodista venezolano radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez?. Director de mercosuryvenezuela.com.

 guerreroemiliogutierrez@gmail.com

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