Manifestación de la nacionalidad

La primera manifestación de la nacionalidad venezolana parte del indio que habitaba las regiones desérticas y recibe al conquistador español que le arranca por la fuerza sus riquezas. Hombres en la aventura de América empiezan por hacer un país, y lo delinean a semejanza de sus pueblos de origen. La Independencia le da el carácter esencial en lo político y se efectúa una revolución de carácter universal, por lo extraordinario de su concepción cuya enseñanza perduraría como principio de la libertad.

Ésa es la imagen que aparece como sustancia política en el conjunto de la nacionalidad cuando los blancos, cobrizos y negros, se funden en el origen étnico del pueblo.

Con esos antecedentes, la República que comprende los errores en que se debate su nacionalidad, quiere reaccionar y ansiosamente solicita el modo de integrarse como unidad racial y política que respondiese a las ideas que predominaban en el universo. Y llega a aspirar a constituirse con una población numerosa que aceptara las condiciones cosmopolitas para poder trabajar y vivir a tono con las exigencias de la época. La falta de recursos financieros, el afán de guerrear y de la disputa interna, le marginó de ese gran esfuerzo, acallado por tiranías y dictaduras que consumieron etapas de su vida inútilmente, y la inmigración desconoció el camino de Venezuela.

De esa falta de nutrición de otras corrientes étnicas que sirviesen para cimentar las bases de una nacionalidad con características propias, pasa bruscamente de la etapa del ruralismo al dominio de lo urbano, y con el fenómeno de las aglomeraciones, reconcentradas en determinados centros geográficos con los inconvenientes derivados de los problemas sociales y políticos sin aparente solución. Entre ellos, la riqueza del petróleo que atrae con su mercado de trabajo a hombres y mujeres de todas las latitudes.

Un país en crecimiento y con los rasgos aun frescos de su formación, vería agitar su tranquilidad con el fluir permanente de personas que constituyen en el mundo una clase distinta, bien penetrada de su misión de amasar fortunas para dominar indirectamente las finanzas del país, sin importársele el empleo de recursos humanos o malos para obtener dinero a espalda de la tranquilidad de la nación.

La fuerza avasallante de ese grupo de hombres incorporados como elemento contradictorio de la nacionalidad, se ha robustecido al forjar un poder financiero incalculable, al servicio exclusivo de una finalidad determinada: la creación de los consorcios con ramificaciones internacionales, valiéndose de energías nacionales y ambiciosas, para dominar, totalmente en el terreno económico, e indirectamente, con su influencia política,

Esa es pues la característica de una fuerza financiera con reflejos en la nacionalidad como perturbaciones sociales. De allí parte la venta de estupefacientes psicotrópicos, la proliferación de la casa de citas, el humillante atropello de la escolar y del adolescente, la propagación de la trata de blancas, el garito disfrazado de club y todas las formas de la explotación del hombre y de la mujer, mediatizadas en nombre de una actividad que se escuda con el dinero que atesora y con el cual sabe abrir puertas y comprar conciencias.

El indio, el blanco y el negro tuvieron en la mezcla de su sangre y de sus ideales, la de forjar la nacionalidad venezolana. Al parecer las fuerzas económicas se integraron sin hacer las separaciones en que se colocase los intereses materiales en el sitio que le correspondía y las fuerzas espirituales, como concentración de la raza misma con su autonomía y vivencia eterna como pueblo. El establecimiento de clanes de personas desplazadas ha venido a subvertir la posibilidad de asegurar el porvenir, y es necesario, que la discusión enfoque estos problemas que constituyen la palpitante actualidad, pues, de ellos está pendiente la liberación moral y económica que habrá de contribuir al equilibrado sentir del pueblo frente a amenazas constituidas por el exceso de población, el agotamiento de las fuentes de abastecimiento, y la especulación, manejada diabólicamente, por los profesionales de la conspiración internacional en el campo de los costos de producción y alzas de precios, en la distribucción de las mercaderías esenciales.

Venezuela no podía ausentarse de una realidad que tiene el mundo entero. El archivo del pasado evoca la historia de revoluciones que se realizaron para terminar con la explotación del hombre por el hombre, y de dar al concepto de la nacionalidad la flexibilidad de criterio que permitiese entenderla con un amplio pensamiento de la solidaridad humana, en íntima afinidad telúrica con los pueblos de nuestra América. La nacionalidad, por tanto, ha de defenderse al evitar su sometimiento a los intereses manejados por quienes desde las cuatro partes del mundo pretenden sojuzgar con el poder del oro y de las armas que acaparan, la vida social y política de nuestro pueblo.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!

¡Hasta la Victoria Siempre, Comandante Chávez!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!



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Manuel Taibo


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