¿Había fe en la guerra de España contra Cuba?

Pero ¿qué hace Weyler? Esto es lo que se preguntaban los cándidos que, extraviados por la prensa criminal del perro chico y de la mentira, piden que se extermine de una vez a los insurrectos todos, y se extrañan de que con 200.0000 hombres en la isla no se adelante más en la campaña.

En la monserga del derecho internacional, en el artificioso tejido de ficciones en que se funda el “derecho de un pueblo a gobernar a otro a su antojo”. Pero lo que hay que ver no es la razón, sino la justicia que los asista.
“La verdad es más fuerte que la razón”, decía Sófocles.

Razones se llaman a todos los especiosos motivos de obrar que engendra y sostiene nuestro estado social pasajero y caduco. Se habla de razones de conveniencia, razones de interés, razones de Estado, y sabido es que a tales razones se sacrifica la verdad, la eterna verdad, el dictado permanente de la justicia.

Dejemos de un lado todas esas badulaquerías de que fueron los españoles quienes descubrieron la América (respecto a lo cual habría mucho que hablar) y de que han vertido allí su sangre, y otras simplezas; dejemos de lado el tejido de sandeces que urde una prensa tan ignorante como criminal. Las camarillas, los cotarros, los amaños entre amigos, las recomendaciones, el favor, los chanchullos, la jácara y la juerga serán siempre el acompañamiento. Oyendo lo que las gentes decían de la guerra.

No está la fuerza en la muchedumbre de los ejércitos, sino en su fe, en la fe del pueblo de donde salen. Y, en España, ¿había fe por la guerra contra Cuba? ¡No!

Todos los días se oía decir, hablando de los insurrectos: en el fondo tienen razón. Todos los días se recuerda cómo ha sido Cuba el robadero a donde se mandaba a que engordaran a los que en España estorbaban o comprometían por su descarada manera de robar. Todos los días se oye cómo se ha sacrificado los intereses de la colonia a los de dos o tres regiones españolas, y cómo para enriquecer artificiosamente a éstas se ha hecho que la vida de allí sea más cara, teniendo que llevar de la metrópoli lo que más barato y mejor lo encontraban a dos pasos de casa. Todos los días se hace la recapitulación de los pecados de la metrópoli, madrasta torpe e ignorante.

¡Qué ha de hacer Weyler cuando en España nadie que discurra un poco cree en la justicia de su causa! ¡Qué ha de hacer Weyler cuando se dice y se repite que si llega la paz sometiéndose a la isla volveremos a las andadas, y no faltará un “Mr. Blaine” que hable sin recato y que provoquen nuevas insurrecciones! ¡Qué ha de hacer Weyler con la muchedumbre de los pobres soldados, si el país que consiente que vayan no tiene fe ninguna en su causa!

Que no hay fe en lo que hacía España en Cuba lo sabe todo el mundo, y si alguien lo ignora no tiene más que leer la prensa que toca el clarín patriotero y empaparse en el conjunto de inepcias, de estupideces, de salvajadas, de mentiras y de falsías que urde.

“Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar. Cuando se vive, y se ha de seguir viviendo frente a una casta fascistoide que por su preocupación por el fascismo-racista, y por el carácter rapaz que en la conquista y el lujo ha ido formándose, es un deber de necesidad urgente alzarse cada vez que así lo justifique la ocasión”.

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cuatro antiterroristas cubanos héroes de la Humanidad!
¡Chávez y Fidel Viven, la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!


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Manuel Taibo


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