I
Las agresiones
del gobierno de Colombia contra Venezuela, no son hechos aislados o
coyunturales, forman parte de una situación estructural que continúa
aplicándose en Nuestra América para intentar frenar las luchas antiimperialistas
en nuestro territorio; del plan del imperio norteamericano para, por
todos los medios posibles, concretar sus pretensiones hegemónicas.
Allí están las bases militares norteamericanas en territorio colombiano,
los movimientos de la cuarta flota, la siembra de paramilitares y terroristas
en nuestro país, las actitudes provocadoras de la alta jerarquía eclesiástica
y algunos representantes de la oposición más rancia, el comportamiento
anticonstitucional de los medios de comunicación privados; todo forma
parte del mismo guión intervensionista. Claramente lo manifestó hace
poco en una conferencia, el internacionalista Sergio Rodríguez, refiriéndose
a los recientes acontecimientos con Colombia: “…este debate hay
que descolombianizarlo y entender que Colombia está
siendo utilizado como instrumento del imperialismo para generar tensiones
que justifiquen su presencia militar en el continente”.
Ha sido siempre
la política estadounidense, desde que Bolívar advirtió en 1829:
“Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia
para plagar la América de miseria a nombre de la libertad”;
porque ya se conocía la Doctrina Monroe, de 1823, de “América para
los americanos”, con la que habían comenzado a invadir militarmente
países del hemisferio y, por tanto, a desconocer sus soberanías.
Esa política imperial quedó plasmada en 1853 por el reconocido dirigente
norteamericano Stephen Arnold Douglas, quien aseguró: “los
Estados Unidos están destinados a ejercer la hegemonía en el continente
por medio de acorazados y cañones”.
Y así
iniciaron sus acciones expansionistas, las que alcanzaron sus máximas
aspiraciones con la anexión, a mediados del siglo XIX, de más de la
mitad del entonces territorio mejicano. Y como plantea Alejandro Castro,
en su libro Imperio del Terror: “En el terreno político, la victoria
norteña en la Guerra de Secesión estadounidense afianzó
definitivamente la preponderancia del ideario imperial de la próspera
burguesía industrial-financiera, sobre la ideología arcaica y conservadora
de la aristocracia sureña, limitada a la producción agrícola dependiente
de la fuerza de trabajo esclava. Se convierte así
Estados Unidos en una potencia económica. El capitalismo yanqui transita
por un período de desarrollo acelerado y crecimiento vigoroso, proliferan
los monopolios y las grandes fortunas que alimentan las pretensiones
hegemónicas de la “clase dirigente” estadounidense y se proyecta
el advenimiento de una nueva etapa de expansión en correspondencia
con sus insaciables intereses”.
Ahora bien,
no es menos cierto que en los últimos tiempos el gobierno de los Estados
Unidos ha ido perdiendo el control en nuestro hemisferio, sobre todo
desde que tuvo que abandonar la base militar de Panamá, a través del
tratado Carter -Torrijos; y que ha continuado con el triunfo de fuerzas
progresistas en varios países del continente -entre ellos Venezuela-.
Entonces, el plan imperial es retomar ese control a como de lugar. Para
ello el gobierno del norte necesitaba fabricar un buen pretexto, ya
que el usado durante el siglo XX, el peligro que según ellos representaba
la Unión Soviética, había desaparecido. Según el analista citado
antes: “Ese nuevo enemigo fue precisamente el terrorismo, el narcotráfico
y la migración de indocumentados desde
nuestros países hacia el norte; y ello lo obtuvo luego del 11 de septiembre
de 2001. Después del “atentado” a las torres gemelas, EEUU
“legalizó” y “legitimó” su presencia militar en el
continente gracias al Plan Colombia”.
Así se inicia
la historia del gobierno colombiano como marioneta de las pretensiones
estadounidenses de volver a influir completamente en Nuestra América
y frenar las luchas continentales por el ideario bolivariano, por la
construcción de Socialismo. Como se sabe, Colombia cuenta con siete
bases militares. A ellas se les suma la modernización de otras
en el continente y la firma de convenios con gobiernos títeres para
establecer nuevas bases militares.
II
No existe ninguna
duda sobre la intervención directa del gobierno de Estados Unidos en
el plan para intentar derrotar al gobierno Bolivariano de Venezuela,
donde se incluye la operación militar para secuestrar o asesinar al
presidente Chávez. El propio presidente leyó en público una carta
reveladora que le envió un viejo amigo, que cuenta con buenas conexiones
internacionales. Vamos a reproducir acá, por su importancia, parte
de ella: “… Lo que están viendo ahora y está
pasando recientemente, es parte del plan integral, nada está
pasando sin tener conexión, todo está
previamente estudiado y de acuerdo a la estrategia trazada”.
“La fase
de la preparación de la comunidad internacional con ayuda de Colombia,
está en plena ejecución, eso lo estás viendo, y lo del jueves en
la OEA es parte del plan inicial, sólo que lo adelantaron. Entonces
se están uniendo la fase de preparación con la fase de ejecución,
esto quiere decir que las cosas parece que se están adelantando, te
mandé a decir que tienen fecha límite los eventos del 26, pero por
alguna razón están adelantando movimientos que eran para ejecutar
después”.
“Aquí
están acelerando la etapa de ejecución, y eso va unido al desplazamiento
de una fuerza de contención, como ellos la llaman, hasta Costa Rica
con el pretexto de la lucha al narcotráfico; la verdad es que su misión
es la de apoyar las operaciones militares de manera abierta porque ellos
evalúan la reacción de las FARC y del ELN, así
como de los cubanos y de los nicaragüenses y sacaron como conclusión
que los colombianos solos no podían ejecutar la operación en corto
tiempo, de manera que decidieron involucrarse directamente cuando el
conflicto se de”.
“La operación
militar va, veo que se están acelerando los tiempos, lo más importante,
hay un acuerdo al que llegaron por la misma petición colombiana de
que ellos se encargaran en la frontera, pero no tienen intención ni
mayor capacidad de conducir operaciones muy adentro del territorio y
lo que decidieron fue que como parte importante de la ofensiva u objetivo
es Mauricio –seudónimo usado hace
años por el presidente Chávez-; y el otro la caída del Gobierno.
Recuerden el caso Noriega, entonces eso lo harán los del Norte, es
una operación combinada con dos objetivos, no quieren entrar en Caracas,
no se atreven a entrar en Caracas están cazando a Mauricio sobre todo
fuera de Caracas,… al mismo tiempo tratarán de neutralizar parte
de la fuerza armada, tratarán de que algunas unidades no hagan nada,
tratarán de llamar o de incorporar militares retirados para controlar
las ciudades…”. Esos son los planes del imperio, apoyados por
el gobierno servil de Colombia y los pitiyanquis nacionales. No podrán
con la fortaleza de un pueblo que decidió ser definitivamente libre.
Rodilla en tierra, resistiremos!!.
¡Patria, Socialista o muerte!
¡!Venceremos!!