Los superpoderes de las piratas mexicanas

ARMADOS HASTA LOS DIENTES CONTRA LA PIRATERÍA
Hay muchas razones para apoyar el combate contra la piratería. Hoy la palabra piratería no define los ataques a barcos, que están “pasados de moda”, sino las copias no autorizadas de toda cosa que se pueda copiar, pero cuyos “derechos” o monopolio tenga cualquier empresa transnacional, únicas en el mundo que pueden copiar, anular, sabotear, apropiarse y poner o quitar de la moda toda cosa que pueda venderse (hasta el alma de algunos), con la bula o decreto de la sacratísima inquisición mediática. Y para asegurar más la criminalización de la “piratería”, amarrarla en el mismo bojote que el narcotráfico.

LAS INDIAS SUPERPODEROSAS
Pero la más importante de todas esas razones es el hecho de que pueden surgir personas con más estrategias guerreras que un ninja, con patadas más poderosas que Bruce Lee, Jet Li y Jackie Chan juntos; con superioridad en inteligencia, fuerza y poderes psíquicos; de tal manera que les permitan, como en el caso de las indígenas mexicanas Teresa y Alberta, someter a seis requetemachotes y entrenados policías, guerreros cruzados al servicio de la sagrada lucha antipiratería, secuestrarlos y someterlos a quién sabe qué barbaridades; sabida como es la maldad de las indias, por mucho que la gente sólo pueda ver en ellas que son trabajadoras, humildes, responsables y capaces de trabajar en lo que sea para alimentar a sus familias.
Estas dos indias sometieron a seis machotes de 1.90 de estatura, armados y entrenados, porque ejercieron su derecho de gorilas a robarles las mercancías a los humildes vendedores, pero como no pudieron alcanzar a esos humildes trabajadores, cuando llegaron los refuerzos después de aquella poblada, las Fuenteovejunas propiciatorias fueron las superpoderosas Teresa y Alberta. Ya Jacinta está fuera en virtud de las luchas que se realizaron, pero faltan ellas. Que es como si faltáramos todas.

¿Y EL GOBIERNO DE MÉXICO?
Los poderes de Teresa y Alberta son un peligro para la sociedad. Eso de andar vendiendo verduras y frutas en el mercado es un delito superior al tráfico internacional de estupefacientes, que prospera impunemente en México, un país situado más allá de las fronteras de la lógica y sometido por el poder supremo de las corporaciones; en el cual vender en el mercado se reprime, pero el secuestro, el asesinato, los crímenes contra sus compatriotas que cruzan el río para buscar suerte bañando perros en cualquier ciudad del imperio, no sólo se mantienen impunes, sino que un gobierno nacido del fraude (denunciado por López Obrador, un progresista al que le escamotearon el triunfo electoral), ese gobierno espúreo, negocia y se vende incondicionalmente al imperio que lo somete, que ha condenado al hermano pueblo mexicano a importar hasta las tortillas, pagando lo que los gringos digan. Cosas del TLC.
¿Será porque la sangre indígena de los mexicanos les otorga también superpoderes y los narcos asesinos son menos peligrosos que los Marcos revolucionarios? Un gobierno tan “macho” como ese no puede dar libertad a las indias superpoderosas. Las corporaciones necesitan prisioneros, y a falta de ellos, les ofrendan las mujeres más pobres e indefensas.

NO OLVIDEMOS A TERESA Y ALBERTA
Estas hermanas indígenas mexicanas tienen el derecho a trabajar EN LIBERTAD y a vivir con sus familias. Y todas las mujeres del mundo tenemos el deber de apoyarlas (y los hombres de bien también, no faltaba más). No sería bueno que un día tuvieramos que lamentar que “Primero fueron las obreras quemadas en una fábrica un ocho de marzo, pero como yo no soy obrera gringa, no era mi problema; después fueron Teresa, Alberta y Jacinta, pero como yo no soy india vendedora, no importaba. Hoy vienen por nosotras, pero ya es tarde para luchar”.


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Andrea Coa


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