Acciones sanitarias urgentes

La situación de la pandemia en el país se ha venido agravando en forma acelerada, tanto, que ya cualquiera conoce a alguien enfermo por coronavirus y a personas fallecidas por el virus. Aunque no me gusta argumentar con casos individuales, sino tener a la mano un registro estadístico confiable, puedo decir que en el edificio donde vivo en Los Chaguaramos hemos tenido hasta ahora 5 casos de la enfermedad, cuatro de ellos recientes, con una persona fallecida lamentablemente. Y continuando con la argumentación que no me gusta, en mi familia cercana hemos tenido hasta ahora 9 casos, afortunadamente sin ninguna muerte, pero dos de ellos lo suficientemente graves como para ameritar oxígeno con mascarilla y ser hospitalizados. Y si sigo con esta narrativa vivencial, puedo decir que todos los días sé de gente que se enferma y gente que muere, muchos de ellos conocidos y algunos amigos.

Con lo anterior quiero decir, que se acabó ese período donde nunca habíamos visto a nadie con la CoVid-19, ni mucho menos conocido a alguien que la hubiera sufrido o que hubiera muerto por sus efectos. Y esto tiene un significado muy claro, pues demuestra una importante exacerbación de la pandemia, independientemente de que se informe o no sobre la misma o que los datos oficiales estén subestimados por la causa que fuera. Y no pretendo decir que estas apreciaciones sustituyen a los informes científicos y profesionales con tratamiento estadístico, ni a los boletines gubernamentales. No he medido el miedo de la población, no tengo forma de hacerlo, pero es más que evidente que, en algunos sectores sociales por lo menos, hay mucho miedo, sin que pueda afirmar aún que exista pánico, en relación con lo que está sucediendo, y la gente en general no aprecia acciones oficiales realmente efectivas para enfrentar la crítica situación actual ni la mucho más crítica que se avecina.

A pesar de lo que el gobierno repite, los centros hospitalarios están saturados según la experiencia de todo el que los visita en búsqueda de ayuda, algo que dicen todos los organismos no oficiales del sector salud. Pero volvamos a lo vivencial. Son muchas las personas afectadas que me han relatado el trágico periplo recorrido ante una emergencia familiar con el virus, para al final no poder dejar hospitalizado a quien se muere por asfixia. Y las visitas incluyen al Poliedro, al llamado Hospitalito de Fuerte Tiuna, al Hospital Universitario, a los viejos hospitales de emergencia capitalinos. Y hablo de Caracas; imagínense en la provincia. Las respuestas siempre son las mismas: no tenemos camas, no tenemos oxígeno, no tenemos medicamentos. Médicos y enfermeros sí hay, a pesar de la miseria que les pagan y que no los han vacunado a todos como era debido, pese a que 1de cada 4 muertes por la virosis es de ellos.

La llegada de vacunas es hasta ahora promesa incumplida. Las cifras cacareadas son ínfimas en relación con las requeridas y las supuestamente compradas. Es imprescindible que se destinen recursos prioritariamente a la adquisición de varias vacunas, pues será la única forma de iniciar el programa de vacunaciones, desconocido hasta ahora, que deberían tener, y que debería atender primero a los sectores prioritarios internacionalmente aceptados y no a los de la inventiva criolla basada en amistades y compromisos partidistas. Acciones y no discursos es lo que se requiere. La capacidad diagnóstica del sistema de salud tiene que ser mejorada, pues ya es más que evidente que el número de casos que anuncian está subestimado, como también los está el número de muertes. Garantizar la oxigenoterapia a quienes la necesiten es prioritario. Otro tanto con los fármacos para el tratamiento de los efectos de la virosis, ante la inexistencia de ningún antiviral específico contra el SARS-CoV-2.

Lo que se ha gastado innecesariamente en el carvativir debió ser destinado a la adquisición de rubros esenciales contra el coronavirus. La politiquería es mortal en pandemias de este tipo, y la ejercida, también en forma criminal, por la oposición guaidoista, deben ser execradas en el enfrentamiento de la pandemia. Todos los venezolanos lo agradeceríamos.



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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

 lft3003@yahoo.com      @LFuenmayorToro

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