Lago de Maracaibo, la gran poceta de Venezuela

Todos los venezolanos sabemos que el Lago de Maracaibo es la gran poceta del estado Zulia, donde una tonelada de estiércol maracucho se vierte a diario en sus aguas, por lo que la constante basura que recibe el hediondo y legendario símbolo cultural zuliano, ha hecho que el Lago de Maracaibo sea el ecosistema más contaminado de Venezuela.

Definitivamente, el Lago de Maracaibo es la gran poceta de Venezuela, y así como los venezolanos no podemos dejar de comer y cagar los residuos sólidos, pues así también el Lago de Maracaibo no puede ser ambientalmente descontaminado, ya que entre los derrames petroleros en las playas y entre los derrames de diarreas en las casas, el famoso Lago de Maracaibo sufre un infame desequilibrio ecológico que refleja: la ausencia de Educación Ambiental en las tetas de la colectividad, la suciedad espiritual y la sobrepoblación zuliana.

Solo Dios sabe cuán letal es la indiferencia social en los problemas ambientales de un país, de un estado y de una comunidad, y es por la apatía de los organismos ambientales venezolanos, y es por la clásica arrechera del maracucho zuliano, que el Lago de Maracaibo se acostumbró a recibir y a consumir toda la basura, que entra por la poceta de Coquivacoa y que sale por la poceta de Sinamaica, generando un tremendo crimen ecológico donde hay millones de culpables en el Catatumbo, pero solo una víctima en la Basílica.

¡Qué diría la China si hoy viera el agua sucia de su milagroso lago!

¡Qué diría María Cárdenas si hoy viera el sucio lago donde apareció la tablita!

¡Qué diría Urdaneta si hoy viera un lago de miseria y cobardía!

La víctima tiene nombre y apellido, se llama Lago de Maracaibo, y aunque millones de zulianos deberían ser enjuiciados penalmente y deberían ser encarcelados por el crimen lacustre, pues la realidad es que las leyes ambientales venezolanas son letras muertas, y es por culpa de la impunidad procesal de nuestro país, que los zulianos siguen comiendo sus patacones, siguen cagando los plátanos fritos, y siguen contaminando las aguas de un Lago de Maracaibo, que definitivamente es la gran poceta del estado Zulia.

Supuestamente, el estado Zulia tiene una gran riqueza cultural, que es reconocida dentro y fuera de las fronteras venezolanas, pero la riqueza cultural zuliana nunca pudo valorar el patrimonio ecológico de su colosal Lago de Maracaibo, y aunque en el pasado su belleza fue verso musical de la poesía gaitera, en el presente es eufemismo de la extrema suciedad ambiental, que augura un futuro ecocidio lacustre.

¡Esa verga huele como el lago! Eufemismo usado por los zulianos, para denotar algo sucio y de olor fétido, en referencia a la lenteja de agua podrida y excrementos.

Pero si el panorama es tan aterrador para la gran poceta llamada Lago de Maracaibo, entonces ¿Cómo será posible descontaminar el agua del lago sin gastar un centavo?

Usando menos la poceta y leyendo más la Biblia, podría ser una buena solución para resolver el problema social, sin embargo, vamos a dar una respuesta más ecológica, más didáctica y más conveniente.

En el año 2004, yo me encontraba dedicado a mi carrera universitaria. Mientras todos los muchachos cogían con sus penes a todas las muchachas, yo cogía todos los libros con mi lomo, y aunque ahora ellos son muy felices con sus hermosas esposas, ahora yo estoy jorobado, solitario y enfermo.

Oh profesor Nicanor ¡Qué injusta es la vida!

No obstante, recuerdo que en la terraza de mi casa en Ciudad Ojeda, estaba la jaula con los dos vetustos loros que pertenecían a mi difunta abuela, y aunque dichos loros habían sobrevivido en el cautiverio de una jaula durante toda su vida, pues tal vez por los achaques típicos de la vejez, uno de los loros literalmente perdió los papeles y se volvió loco, por lo que el arrecho loro se la pasaba picoteando la cabeza y el cuerpo del otro inofensivo loro, siendo una triste y mortífera situación para el loro más débil.

Cuando yo me percaté de la violencia que estaba sufriendo uno de los loros, no dudé en reclamarle a mi familia, por permitir que un loro picoteara todo el día al otro loro, pero mi familia se lavó las manos como Poncio Pilato, y yo fui quien tuve que sacar al moribundo loro de su jaula, y lo moví a otra jaula donde no recibiera ningún picotazo.

¡Pobrecito! El moribundo loro había perdido todas sus plumas, había perdido parte de su pico, también tenía la cabeza llena de sangre, tanto sangre fresca como sangre podrida, porque el loro llevaba mucho tiempo recibiendo fuertes picotazos en todo su cuerpo, y de hecho, el desafortunado loro ya no podía mantenerse en pie, porque sus patas estaban desangradas, y al borde de la muerte, yo pensé que el loro iba a morir en la noche de aquel funesto domingo, por tantas heridas y magulladuras corporales.

El moribundo loro se había acostumbrado a recibir la violencia de los picotazos de su verdugo, por eso cuando yo usé mis manos para sacarlo de la jaula, el loro no se opuso ni mostró ninguna resistencia, porque casi sin signos vitales, el loro estaba sentenciado a morir desangrado en aquella jaula, sin poder volar y sin poder huir del castigo.

A pesar de la tragedia que sufría el vetusto y moribundo loro, yo sabía que había hecho lo correcto, cuando lo saqué de la jaula donde su verdugo lo picoteaba para matarlo.

Mis hermanos lectores, yo no llevé al moribundo loro a una costosa clínica veterinaria, yo no compré costosos medicamentos para aves, yo no curé ninguna de las heridas del moribundo loro, yo no le prendí una velita a la Chinita para que con un milagro salvara la vida del moribundo loro, yo no gasté ni un solo centavo para rescatar al moribundo loro, que estaba a punto de morir desangrado.

Lo único que yo hice, fue cambiar de jaula al moribundo loro, para que ya no siguiera recibiendo los violentos picotazos de su agresor, eso fue lo único que yo hice.

Como si fuera un milagro ecológico, el moribundo loro no murió aquella triste noche de domingo, y con el paso de los días, el loro empezó a recuperar sus plumas, empezó a recuperar su pico, y empezó a beber más agua y a comer más alpiste dentro de su jaula.

Tres semanas después de haberlo cambiado de jaula, el loro había recuperado el color verde de sus plumas, incluso, el loro mostraba tres brillantes tonalidades de verde en sus plumas; además el loro había recuperado sus alas, y hasta el loro recuperó su capacidad de emitir sonidos para cantar y parlotear, por lo que no hay duda que el loro se había rejuvenecido y estaba lleno de vida, y sin gastar un centavo, lo único que yo tuve que hacer para salvar la vida del loro, fue separarlo de la vil jaula de su verdugo.

Como ser vivo parido por obra y gracia de la Madre Tierra, el loro por sí mismo y por sí solo, puede recuperar su salud durante su camino por la vida terrenal, porque la Naturaleza es capaz de proteger y de regenerar a sus hijos y a sus hijas, pero lo único que necesita un loro para sobrevivir exitosamente en este Mundo, es que los demás seres vivos también respeten sus derechos, sin amenazarlo, sin golpearlo, sin contaminarlo, siendo entonces el respeto, el principal promotor de la sana convivencia en cualquier relación interpersonal humana, y también en el reino animal y vegetal.

Si comprendemos que el Lago de Maracaibo, parido por obra y gracia de la Madre Tierra, es un ser vivo exactamente igual que un loro, pues descubriremos que lo único que necesita el moribundo Lago de Maracaibo para recuperar su salud, es que los Seres Humanos respeten su vida, y la única forma de respetar la vida del Lago de Maracaibo, es no amenazándolo, no golpeándolo, y por sobre todas las cosas, no contaminándolo con el diario vertimiento de residuos sólidos, que contaminan a su moribunda agua.

Claro que es posible, si tan solo respetamos los derechos ambientales del Lago de Maracaibo, como ser vivo venezolano que cohabita en nuestro entorno ecológico, podríamos recuperarlo sin gastar un centavo, porque en la medida que respetamos su cuerpo y su alma, el Lago de Maracaibo por sí solo y por sí mismo, poco a poco recuperará su azulada agua cristalina, recuperará su flora y su fauna autóctona, recuperará sus colores, sus aromas, y la lozanía que bien supieron cuidar nuestros antepasados aborígenes, pues los pueblos originarios cuidaban los tesoros naturales del Lago de Maracaibo.

Pero en pleno siglo XXI, lleno de arrecha industrialización, lleno de arrechas cervezas, y lleno de arrechera ciudadana, la gran pregunta a responder es la siguiente: ¿Acaso los zulianos pueden pasar un día sin usar la gran poceta llamada Lago de Maracaibo?

No, lamentablemente, los zulianos no pueden pasar un día sin comer, sin cagar, y sin contaminar a la gran poceta marina llamada Lago de Maracaibo.

El moribundo loro se salvó, porque su agresor no pudo seguir destruyéndolo, y es bueno saber, que si los zulianos no siguen echando basura en las aguas del Lago de Maracaibo, entonces sí será posible descontaminar el Lago de Maracaibo sin gastar un centavo, pero el gran problema, es que los zulianos siguen destruyendo el vientre del Lago de Maracaibo, cada vez que comen y cagan la basura en la gran poceta marina.

El saneamiento del Lago de Maracaibo, no depende de cuantiosas inversiones económicas, llenas de corrupción gubernamental zuliana.

Voy a repetirlo, el saneamiento del Lago de Maracaibo, NO depende de cuantiosas inversiones económicas, llenas de corrupción gubernamental zuliana.

Quien pida plata para sanear el Lago de Maracaibo, y quien piense que con plata se puede sanear el Lago de Maracaibo, es un maldito delincuente ambiental, o mejor dicho, un malandro hijo de prostituta.

¿De qué sirve asear una poceta, si después de asearla, se volverá a ensuciar?

Leyendo en 2 Pedro 2:22 podemos compartir la siguiente cita bíblica:

"El perro vuelve a su propio vómito, y la puerca lavada, vuelve a revolcarse en el cieno"

El círculo vicioso no se rompe con los cobres, se rompe con la Educación Ambiental.

No hay que nacer un miércoles, y no hay que ser Einstein para comprenderlo.

Hermanos, no seamos ignorantes, el saneamiento del Lago de Maracaibo solo depende de la Educación Ambiental que reciba el prójimo zuliano, para que comprenda que un lago marino no es una mundana poceta.

La Educación Ambiental, primero se teoriza en el hogar, luego se aprende en los colegios, y finalmente se ejercita en las calles.

Por eso, el día que los zulianos comprendan la máxima ecológica de la Educación Ambiental, entonces las cosas cambiarán para bien.

Cuando las cosas cambien para bien, yo abriré la puerta de la jaula, yo permitiré que el loro sea libre en el cielo, y yo veré como el loro beberá agua de un azulado y cristalino Lago de Maracaibo, donde no habrá ni una gota de contaminación que manche su luz y belleza.

Cuando las cosas cambien para bien, hasta Flipper querrá vivir eternamente en el Lago de Maracaibo.

Pero hasta que las cosas no cambien para bien, aquí estamos y aquí seguimos, con ganas de comer, con ganas de cagar, con ganas de morir.

Si desea ver el reportaje audiovisual relacionado con las playas que se alimentan de la basura del Lago de Maracaibo, visite el link https://youtu.be/miSCrdRj58k



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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