¿De Barinas al R.R.?

La alegría es la reacción natural, lógica, de todo el amplio, variado y contradictorio abanico opositor ante la derrota del más descarado e insultante ventajismo del PSUV (o el gobierno o el TSJ, es lo mismo) en Barinas. El descalabro no es sólo electoral y político, sino también simbólico, por decisión de la misma maquinaria de poder central. Es la "tierra del Comandante". En otras palabras, Chávez mismo, como símbolo, ha sido vencido. También se señala que es la derrota de la política "extremista y abstencionista" de cierta fracción de la oposición, pero también del sector de los "alacranes" representado por el "sustituto de la sacarina" (Cabrujas lo dijo), Claudio Fermín. De modo que hay muchos derrotados en ese proceso electoral.

Algunas decisiones de última hora contrastaron con el descaro de la decisión del TSJ de repetir las elecciones barinesas y la ostentación de peculado y ventajismo que hicieron los del PSUV. Específicamente, dos: decidir que los resultados se procesaran en la misma Barinas y el reconocimiento temprano de la derrota por parte de Arreaza. La hipótesis más plausible es que ello responde a la pelea interna en el Partido-Estado. Una línea descarada, sinvergüenza (la pérdida más importante que ha tenido el chavomadurismo es la de la vergüenza), habría conducido a algún tipo de trampa por la cual pondrían a ganar al candidato oficial. Incluso, todavía ahora podría expresarse con su designación como "Protector". La otra línea es la de la negociación parcial. Es posible que haya habido algunas conversaciones para evitar el uso de la fuerza, la de la represión y la de las masas indignadas en la calle, en respuesta a los resultados. Ciertamente, desde temprano el día siguiente a las elecciones, circularon en los chats chavomaduristas, análisis en los que se establecía que 11 de los 12 municipios barineses ya no eran "chavistas".

Valga recalcar que la modalidad de "chavismo" del que se habla, no tiene nada que ver con el que trata de argumentar alguna formulación "ideológica", con barniz marxista o "socialista", que algunos representantes políticos e intelectuales usan todavía a estas alturas, aunque de manera cada vez más marginal. No. El "chavismo" del que hablamos es simplemente un caudillismo del más atrasado y bárbaro. Adoración estúpida (casi fascista) del líder. Tanto así que, en su expresión oficial, era directamente la apropiación de un territorio por parte de una familia, a saber, la familia Chávez. Así, esta derrota es también sobre el atraso político, el caudillismo que, desde el siglo XVIII y XX, avanzó rozagante en el siglo XX y continuó hasta estas alturas del XXI, tan digital y metaverso él. Por eso, cuando el gobierno construyó su propia derrota simbólica hay que detenerse un poco. Efectivamente, pareciera que el chavismo ha quedado atrás para la mayoría de los venezolanos. No sólo por la rabia hacia el peor gobierno de la historia nacional, sino también porque ha perimido el amor al Líder de los "simples" ("Santa Simplicidad" le decía Bruno a las viejitas que aplaudían su camino a la hoguera), en gran parte por evidenciarse como expresión de una nueva fracción burguesa parásita del rentismo tradicional del estado venezolano, pero también, y más cerquita en Barinas, de una familia de bárbaros terratenientes, que someten a todo el Estado, como en los tiempos de Gómez y Doña Bárbara, a sus designios.

La victoria de Garrido en Barinas ha motivado varias consideraciones en el seno de los opositores. Por una parte, se demuestra que el camino electoral e, incluso, "institucional" ha quedado abierto. Esto deja fuera, de nuevo, los sectores "extremistas" (María Corina y demás), basados en alguna forma de intervención extranjera y abstencionismo. Pero, a su vez, abre una nueva discusión: ¿qué hacer con Guaidó y el apoyo norteamericano? Washington insiste en él para forzar unas negociaciones. También, mantener esa pantomima les permite resolver financieramente el mantenimiento de un grupo de políticos profesionales que, quién sabe, tal vez tengan algún futuro. De paso, se queda con unos activos apetitosos.

Ahora bien, ¿cómo queda la consigna del referéndum revocatorio con este nuevo dato de la realidad?

Un sector ha traducido la alegría por la derrota del chavismo, en nuevos ánimos para impulsar el RR. Evans y otros políticos han aprovechado para darse su rato de notoriedad. El argumento jurídico-constitucional es impecable: es un derecho constitucional que significa uno de los mayores avances democráticos de nuestra carta magna. La razón política también parece serlo: hoy en día, los últimos procesos electorales, han recalcado que la mayoría de los venezolanos rechazamos al gobierno. El problema ahí es que esa votación está fragmentada por decisión de sus dirigentes, que no logran acordar una estrategia común y factible. El problema es que el tiempo apremia y son demasiados los problemas que tienen que resolver las oposiciones para impulsar algo así, de tanto impacto, como el referéndum revocatorio.

Todos saben cuáles son esos asuntos claves, concretos, precisos, por resolver y que exigen una gran inteligencia política:

  1. ¿Cómo sortear el obstáculo de un Tribunal Supremo siempre dispuesto a poner en jaque cualquier iniciativa? El sentido común indicaría la necesidad de una dirección estratégica que llevaría adelante una táctica ágil y eficaz ¿de dónde saldrá?

  2. ¿Cuál sería el programa común (y de gobierno) de las fuerzas que impulsarían el Revocatorio?

  3. ¿Cómo se organizarían las actividades relacionadas con el RR? ¿Cómo sería la participación de esa heterogeneidad tan problemática como lo son las oposiciones?

  4. La pregunta de los cuarenta mil Petros ¿qué candidatura lograría nuclear a todas esas oposiciones, tomando en cuenta que se podría ganar el revocatorio mismo y, entonces, habría elecciones presidenciales de inmediato?

De modo que lo más fácil es organizar grupos por estado o por municipio para recoger las firmas. Pero todos sabemos que sin política, sin táctica, sin una dirección estratégica reconocida y acatada, sin logística incluso, el simple entusiasmo y voluntarismo, no basta. Todas esas esperanzas chocarían con las maniobras lógicas de un gobierno que no quiere soltar el poder, entre otras cosas porque está entrando en un nuevo período de formación de una nueva fracción burguesa parásita del estado rentista.

El Referendum Revocatorio es una consigna muy buena pero…

Algunas propuestas en este sentido pueden ser: a) continuar la organización de grupos regionales y locales, b) convocar, después de conminarlos a tomar una posición, a los dirigentes de las oposiciones, para asumir una dirección estratégica única, c) elaborar un programa común que tenga como eje la restauración de la Constitución, d) convocar una especie de Congreso Nacional de los revocadores para decidir cómo escoger el candidato unitario.

A ver, pues, cómo hacemos…



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Jesús Puerta


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