El campo en plena cuarentena, las hazañas del Hombre Caraota…

1-6-2020: Todos tenemos temor a la muerte, aunque muchos proclamen lo contrario. Y todos, misterios de misterios, creemos que seremos eternos. Hacemos a veces planes para mil años. Una de las revelaciones de la pandemia ha sido esa necesidad tan inmensa que tenemos de vivir… Incluso, muchos de los que se suicidan es por necesidad de vivir mucho más.

Partida a Canaguá a las seis de la mañana para cambiar nuestro papel de simples espectadores y consumidores encuevados en un apartamento, a productores bien activos. Cómo desperdicia uno la vida encuarentenado en un cuchitril de noventa metros cuadrados, con temporadas sin electricidad o sin internet o comunicación por telefonía móvil o fija. Mirando por los balcones las soledades inmensas, la agonía lenta de ese pasar de las horas sin poder hacer algo productivo porque la ciudad no te lo permite. Y con el espectáculo del camposanto que se ve desde nuestro séptimo piso, en ese constante y sereno recuerdo, como otra enseñanza sabia, de que es para allá para donde todos finalmente iremos con o sin coronavirus.

Además de mi esposa nos acompaña Ligia Mora y sus tres hijas. Vamos a Canaguá, luego de casi tres meses sin poder salir de Mérida como consecuencia de la pandemia provocada por el coronavirus. Llevamos nuestros salvoconductos y las pruebas de un examen de laboratorio, rápido, con resultados negativos. Son cinco horas de viaje que se nos hicieron cortas en medio de la conversación y del hermoso paisaje montañoso.

Nadie nos pidió salvoconducto en el camino. Por allá por El Molino vimos un desolado puesto de chequeo militar y médico que seguramente abandonaron porque el presidente Maduro aflojó un poco las restricciones.

Iba pensando en toda la información que perdí en un celular que me duró hasta el día de ayer. Ya no tengo teléfono, para que lo sepan mis amigos, que la única vía de comunicación conmigo tendrá que ser a través de correos electrónicos. La muerte de un celular que me había durado casi siete años. Bueno, qué importa: el bloqueo gringo nos ha venido quitando la electricidad por largas horas durante el día, nos tumbaron el satélite Simón Bolívar y perdimos los canales de televisión de CANTV, y ahora se ha ido del país la empresa Directv. Sólo podíamos ver muy mal al principio dos canales (VTV y TVES) con antena montada mediante un gancho de ropa, pero ahora no vemos absolutamente nada.

Los pueblos del sur no tienen comunicación de ningún tipo, desde que los sabotajes provocaron severas averías en el sistema de CANTV. Me interesa seguir al tanto de las tremendas protestas que se han desatado en todo Estados Unidos y en gran parte del mundo contra el aberrado de Trump, últimamente, producto del asesinato del negro George Floyd a manos de la policía.

El camino, a partir de Estanques, lo encontramos totalmente húmedo producto del inicio de la temporada de lluvias. Grandes trazos de nubes negras cubriendo las montañas, y un verdor joven, alegre, desparramándose por las estribaciones que se extienden desde el Pico Bolívar hasta El Capanaparo, en el Estados Barinas.

Nos conseguimos en el camino con varios vehículos, que eran principalmente transporte de carga. Imaginamos que se dirigían a Mérida a cargar gasolina, ahora cuando el gobierno ha dado la orden, de que se le abastezca gratuitamente a este tipo de transporte. La gasolina con la que nosotros nos estamos movilizando la teníamos reservada para este viaje desde el mes de febrero. Todas nuestras actividades las hacemos en Mérida o en buseta o a pie, pero para nada movemos nuestra camioneta. Aun es un milagro que la conservemos.

Según nos habían advertido, gente que había tratado de ir a Canaguá, incluso en autobuses llenos, fueron regresados por los controles de la cuarentena, desde un puesto de la Guardia Nacional Bolivariana en El Molino.

Entre nuestras pasajeras va una joven que había estado trabajado en Bucaramanga, Colombia, y se vino a hacerle una visita a su familia, y cuando llegó a Mérida la sorprendió la cuarentena tanto éste como en el otro lado. Nos refirió de la terrible historia que viven muchos venezolanos en el Departamento de Santander, maltratados por los colombianos. Ella dice que los colombianos sienten mucha envidia hacia nosotros.

Llegamos a las 9:45 de la mañana a El Molino.

Avanzamos y llegamos a Canaguá a las 10:45, y encontramos al pueblo bloqueado por la guardia nacional. Corrían novedades muy graves. Apenas comenzamos a ascender por la larga cuesta de cemento rígido, nos fuimos enterando que a un ganadero recién llegado de Lagunillas, al hacerle la prueba, resultó positivo con lo del coronavirus. Pánico y terror cundió por la población. De modo que al llegar nosotros a casa del señor Corsino había un gran rebullicio, la familia en pleno esperándonos; abrazos y besos, rompiendo las reglas del distanciamiento; de inmediato resaltó el comentario del ganadero contagiado y el hecho de que ya se había esparcido la noticia que un grupo que apenas estaba llegado de Mérida subió a La Coromoto si haberse sometido al debido control de las autoridades sanitarias. Entonces se nos pidió de urgencia que corriéramos a hacernos la prueba al CDI del pueblo.

Emprendimos, pues, camino de regreso: a descender la cuesta de unos cuatro kilómetros. Habríamos recorrido unos dos kilómetros cuando nos topamos con un rústico blanco con insignias oficiales y un personal en bata blanca que se nos atravesó. De inmediato nos preguntaron si éramos los recién llegados de Mérida. Nos sorprendió realmente tanta atención y eficacia, sólo para luego enterarnos que en el CDI no había reactivos para realizarnos las consabidas pruebas, y que nos podíamos regresar, eso si, resguardados en nuestra casa por trece días y que en cualquier otro momento ellos subirían para el fulano chequeo.

Otros rumores de pánico que corrían por este pueblo tenían que ver con la muerte reciente del general Nohel Márquez quien era presidente de Defensa Civil. Sabía de fuentes médicas fidedignas, directas de los doctores Denis Gómez y Ramón Nieves, que el general Márquez venía padeciendo un serio mal de diabetes, que sufrió una infección y que llegó muy grave al Hospital Universitario, HULA. Por la radio católica del pueblo regaron la versión de que Márquez había muerto intoxicado por el hipoclorito que el gobierno ha estado repartiendo en las comunidades. Ahora mucha gente se está negando a recibir el hipoclorito en algunos lugares de esta zona de los pueblos del sur.

3-6-2020: vamos viendo a la gente en pleno campo, en motos, ordeñando vacas, arreando ganado, sembrando, embozalados unos, es decir con el "tapabuche" o el susodicho tapaboca. Pero igual, nadie se acostumbra a saludar a la distancia, la gente se da las manos, se abraza pecho con pecho, cachete con cachete. Nos resulta todavía ofensivo ese distanciamiento para nosotros que somos tan dados a los amapuches. En tres o cuatro oportunidades he visto a camaradas muy molestos porque no les abrazo como se debe. Yo, claro, lo hago por respeto.

Hablo con el señor Corsino que viene a visitarme. Refiere cuán ignorantes éramos los campesinos que creíamos en aquellos profesionales de la Universidad Los Andes. Llegaban por aquí aquellos ingenieros forestales, algunos ecologistas, biólogos, químicos, defensores del ambiente y entonces les pagaban a los campesinos para que sembraran esa plaga tan horrible que son los pinos canadienses, y llenaron de esos pinos todas estas montañas y campos; en lugar de haberles pagado para que sembraran maíz o papa, apio o zanahoria, pepinos o caraotas…

7-6-2020: en la actual situación económica que vivimos hemos recogido unos cuantos chécheres, acumulados de tantos años en nuestros closets, cuando Venezuela no estaba bloqueada y la producción petrolera daba para pagar buenos sueldos, y viajábamos por el mundo, y podíamos comprar a gusto lo que nos apeteciera. Entonces comenzamos a revisar en nuestros maleteros, y encontramos gran cantidad de buenos bolsos, maletas, morrales, pantalones y camisas, gorros y blusas, ruanas, sacos de pana, zapatos, pashminas, manteles, abrigos, suéteres, … algunos usados y otros enteramente nuevos, y nos fuimos a los pueblos del sur a intercambiarlos por café, huevos, queso, yuca o cambures. Se los entregamos a nuestro amigo Ángel para que él los negociara, y de inmediato se puso manos a la obra. Y verdaderamente que como está la situación, aquello comenzó a volar, y la gente pagaba con café en laja o con café en azul o incluso molido; con quesos y huevos, carne, manteca de cochino, con miel de abeja y algunos con dólares. Ángel salía por los caminos y aldeas cual aquellos turcos que en otros tiempos surcaban nuestros campos vendiendo sábanas, cobijas y edredones, manteles y telas a crédito, e iba anunciando los artículos que llevaba. Pero nuestro amigo Ángel, en broma, cuando veía a un grupo de hombres charlando, entonces gritaba: "- Llevo condones y viagra", y los campesinos le preguntaban por la talla de los condones y el efecto del viagra, no fuese que le metieran el de tipo colombiana que ni reverbera ni afana.

8- 6-20: Lo primero que hay que recalcar es que por estos lados de los Pueblos del Sur todo el mundo está entregado a la siembra. Soy capaz de vaticinar, que dentro de poco Venezuela volverá a ser una potencia productora de café. La gente le está tomando profundo afecto a esta siembra que es muy generosa, de modo que por estos lares el dólar del pueblo es el café en laja, café en azul, café tostado o café molido.

9-6-20: trabajamos de sol a sol limpiando y abonando con bosta nuestro terreno: las matas de café, los limoneros, la mora, las auyamas, las fresas, el cambural, un manzano, un chirimoyo, dos árboles de níspero y dos de higo; los naranjos y mandarinos, las maticas de aguacate que están creciendo, las flores del jardín: las cayenas, las trinitarias, las calas.

Mi esposa, a punta de machete dejó parejito todo el césped en un área de unos trescientos metros cuadrados.

10-6-20: a nadie le sobra Dios. No me gusta decir que a nadie le falta sino todo lo contrario: en toda esta aldea, y cada día alguien no regala algo, y nosotros retrucamos con lo que podemos: nos traen leche de vaca, queso, café, yuca, cambures, huevos; nuestra vecina Engracia no trae cochino frito, empanadas, rosquitas dulces, hervidos de res o de gallina, sopita de arvejas o lentejas.

11-6-20: hicimos grandes caminatas para llevar a pasear a nuestra perra Solita. En una de esas caminatas llegamos hasta la finca del amigo Ramón Isidro Díaz, hombre muy ameno y conversador quien está levantando una maravilla de casa con paredes de tapia de un grosor de cuarenta y cinco centímetros de ancho. Todo aquello está bellamente sembrado, y se siente y se percibe prosperidad. Su señora esposa Cileni y su hija, nos atendieron maravillosamente, con una buena conversación en medio del soberbio espectáculo de la naturaleza, con una taza de café con leche y un buen trozo de queso con arepa de harina de trigo que devoramos con gusto. Mi esposa dijo que había sido el mejor café con leche que había tomado en su vida. Vimos unas siembras de quinoa, de la que nos obsequiaron semilla, eneldo, hinojo, cilantro y multitud de plantas medicinales… recordamos que en este lugar nuestra querida Solita pasó una larga temporada porque nosotros no podíamos atenderla, y la perra junto con varios compañeros de su especie gustosamente recorría aquellos lugares saboreando entrañables recuerdos. La señora le regaló a Solita una buena cazuela de suero mientras nosotros deambulábamos por la rabadilla de los senderos mirando hacia la hondonada del río, los caminos y vertientes que llevan hacia el pueblo de Canaguá.

Nos regresamos bordeando unos cerros por los que nunca habíamos pasado, recortando camino, traspasando charcales, metiéndonos por entre alambres de púas, y ya, en los predios de doña Carmelina, hermana de Ángel, nos hicimos con varias docenas del tipo de limón chinoto. Vimos, que lamentable, a una enorme mata de limón, el peso de sus frutos la había derribado. Qué triste, si tomamos en cuenta que en algunos lugares de la ciudad de Mérida están vendiendo el kilo de limón a un dólar y medio.

12-06-20: ha llovido a ratos, los campos, pese al severo verano, están reverdecidos; el río La Coromoto ha estado más seco que en cualquier otra época pasada: hay momentos de una claridad enceguecedora y al poco rato cae una llovizna. Vemos aldeanos que bajan al pueblo con dos o tres cargas de café en laja y luego de truecarlas suben con unos seis coroticos en una marusita. Sin embargo, la gente está bajando poco al pueblo, las misas se imparten por la radio cuando hay electricidad. Los niños cumplen las jornadas escolares en casa y regularmente las maestras les revisan las tareas cada dos días. Nosotros tenemos la fortuna de tener nuestra casa muy visitada por niños que a veces vienen y nos consultan sobre algunos temas de historia o gramática. La bella e inteligente niña Lucia Valentina y el encantador y diligente Alejandrito, se han hecho parte de nuestras vidas, como nuestros hijos, ayudándonos en la poda del jardín, a rastrillar, a sembrar, a abonar las matas, a bañar la perra, y a divagar sobre lo mágico y lo divino de este mundo, son muchas las cosas que ellos también nos enseñan.

13-06-20: las noches se han ido tornando muy iluminadas; estamos en luna llena. Cuando podemos y no llueve salimos a la troja a contemplar ese espectáculo que es la gran luna. Cómo cunden las luciérnagas, a veces con tanta luz que uno se confunde y llega a creer que es un objeto luminoso en las cuajadas constelaciones. Por aquí he venido a enterarme que cada época se refleja en un animal, y resulta que ha sido el monoteísmo el que ha destruido mucho del saber que se tenía sobre los animales. En esto, los egipcios eran unos grandes sabios y lo que dejaron para la posteridad fue tomado muy en serio por astrónomos como Kepler y Tycho.

Resulta, pues, que la hembra de la luciérnaga emite una luz constante para atraer a los machos. Aquí en este lugar destellan por miles y es un poderoso espectáculo. Estos coleópteros luminíferos son únicos del trópico, y tienen un código especial para cada temporada. Yo creo que en época de lluvias se hacen más intensos, y las hembras mucho más coquetas y arrasadoras. Un investigador pudo deducir la treta de una hembra que adoptó una clave o código para seducir a los machos de otra especie, para atraerlos y luego devorarlos.

14-06-20: Hemos pasado unos días maravillosos, y tenemos que ir preparándonos para el regreso: por aquí hemos perdido totalmente la noción del tiempo, de modo tal que hemos tenido que salir a preguntar en qué día nos hallamos. No queremos regresar a las quejumbres, esos constantes rumores y mentiras que antes llamábamos mojones y que ahora mientan finamente como fake news; volver a los mares de mocos y a las horribles lloraderas de la ciudad. Como nuestra camioneta es casi uno de los únicos medios de transporte que en este momento están haciendo el recorrido Canaguá-Mérida, llevamos un montón de encomienda a familiares de La Coromoto que se encuentran en la capital del Estado: y la tolva, pues, de nuestra camioneta, va hasta el tope, con quesos, café, cambures, yucas, ocumos, arvejas, caraotas, cebollas, … que envían Alesio, Avenildo, Abel, Corsino, además de los cargamentos propios de Ligia y sus hijas que igualmente se regresarán con nosotros…



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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