Lecturas de papel

Brutal

El partido del pueblo, Acción Democrática, tardó poco más de quince años en reorganizarse y colocarse al frente del escenario político nacional y fuera del país. No fue un regalo que en la Internacional Socialista designaran, a su secretario general como vicepresidente.

La Acción Democrática del siglo XXI es ahora una organización de estrategias y que aprendió la lección de la política: saber esperar su momento. Y eso es lo que está planteado ahora en Venezuela. Hugo Chávez Frías no fue capaz ni de sacar del escenario político a sus dirigentes ni mucho menos, freírles las cabezas en aceite. No pudo ni con AD ni con la Guardia Nacional.

Porque, si algo de interesante presenta esta organización política es que ha sido la única en construir una cultura política, para bien o para mal, pero cultura política al fin y al cabo en el hacer partidista venezolano. De esa experiencia se han nutrido la totalidad del resto de las organizaciones. Una de ellas, el Psuv, hija o nieta putativa de AD, comienza su declive y sus dirigentes y militantes de base, hace varios años iniciaron el "largo camino a casa" donde son recibidos con las puertas abiertas y muchos abrazos y nada de reproches.

Si alguna vez el Psuv y los psuvianos fueron chavistas fue mientras el comandante vivía. Muerto el rey, no quedó de otra sino mostrar el corazón blanco que siempre ha existido entre los rojos.

Lo actual no es para nada un "juego de carritos" ni tampoco lugar para la muestra de principios, falsa moral ni acuerdos de estudiantes enamorados. Desde nuestra perspectiva este juego ya se hubiera cerrado a favor del liderazgo opositor sino fuera por la intromisión de los militares y los extremistas/ultrosos enquistados en Miraflores, ministerios, embajadas y otras pulperías.

Eso ha traído como consecuencia la queja fuera de nuestras fronteras. Por una parte, los hechos de corrupción han mojado demasiadas manos y por otra parte, el poder se "encochinó" permitiendo la permanencia del terrorismo islámico con saldo de muertos y heridos en Europa. Esa cuenta hay que saldarla.

Esto que está ocurriendo es un ajuste de cuentas entre pandillas rojas, ligadas a pranes y guerrilleros colombianos, carteles de drogas y –otra vez- los militares. Porque, por donde usted se meta a husmear siempre se encontrará una cachucha que no sabe de política y sí, de cobrar por servicios prestados.

Y de todo eso y más, saben en el partido del pueblo que como buen padre/abuelo político, tiene hijos y nietos por todo el escenario del poder. Acción Democrática regresó y está mostrando su experiencia de más de 70 años, con una inusitada juventud que arrasa donde aparece.

Adecos han sido, son y seguirán siendo, desde el MEP hasta el PSUV, pasando por el MIR, Un Nuevo Tiempo, Alianza Bravo Pueblo, y demás organizaciones y partidos políticos. Sus dirigentes entran y salen de Miraflores, de Fuerte Tiuna, de la embajada cubana, de la norteamericana, y demás sitios estratégicos, como perro por su casa.

Así que si usted es de aquellos que están esperando una asonada o que venga un Robin Hood a salvarnos de esta hojarasca de tipejos rojos que medran en el poder, busque donde sentarse por un largo tiempo. Eso, muy probablemente no ocurrirá. Lo que sí está sucediendo es una transición a la venezolana. Con mucha bulla, mucha pantalla, los dimes y diretes acostumbrados, y los verdaderos negociadores que nadie verá y que se están repartiendo sus cuotas de poder a cuenta gotas.

La oposición organizada en eso llamado MUD ya existe y tiene sus dirigentes. Malos, buenos, peores y peorros. Cierto. Pero ya se conocen sus mañas. Tardaríamos unos cuantos años más creando otra plataforma opositora mientras estos inquilinos del poder siguen haciendo de las suyas, con su conteo de muertos, heridos y lisiados.

Venezuela se acerca inevitablemente a una transición, tanto política como económica. Eso ya no se puede evitar. Lamento la cifra de presos políticos, exiliados, torturados, muertos, desaparecidos y quienes emigraron. La realidad es está y hay que afrontarla. Ya fue suficiente con tanto "asalto al cielo" con sangre y llanto de impotencia.



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Juan Guerrero


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