Debemos poner preso de verdad al llamado "Monstruo de Ramo Verde"

Es cierto, presidente, lo del “monstruo de Ramo Verde”.

Ahora hay que decir con propiedad cuál es el alcance de su monstruosidad, porqué debería estar preso de verdad. Debería estar preso dentro de la cárcel de la revolución socialista boyante, saludable, fuerte; atrapado en una verdadera victoria popular, obrera y campesina, de los oprimidos, verdadera. Esa sería su mayor condena.

Pero, ¡bien que está preso ahora en Ramo Verde¡

No es malo hacerlo sentir que el poder es precario y limitado en los seres humanos, en el reino animal. Hacerlo sentir que más puede una idea, el ejemplo, el carácter y la templanza como una valiosa herencia qué todos los dólares, todos los dominios; que todas las invasiones. Hay que decirle al monstruo de Ramo Verde que de la muerte nadie se salva. Qué solo el vivir dignamente, valientemente, con una moral correcta y de hierro te hace inmortal en la memoria de la humanidad; te hace inmortal dentro de la familia, de la tribu, de la comuna, del país, de las sociedades en el tiempo.

Pero ¡hay que decírselo¡

Si no va seguir creyendo que uno es un pendejo con alma de esclavo. Porque el monstruo de Ramo Verde está en libertad. Es libre de sentirse fuerte. Sabe que está apoyado y sigue siendo poderoso. Porque sus ambiciones siguen intactas. Porque come bien y el país más influyente en el planeta lo apoya. Porque, así muriera, ahora sabe que moriría por una buena causa: la de los ricos y “poderosos” como él (así se debe sentir, no se dude en ello); la buena causa del imperio.

Y no tenemos alma de esclavos, ¿no es así?

Pues bien, digamos cuán monstruo es el Monstruo de Ramo Verde:

¿Quién es Leopoldo López y que representa?

Es un niño rico venezolano criado y formado en una familia tan, pero tan reaccionaria que sus primeros actos de rebeldía familiar lo llevaron a la militancia política en la organización Tradición Familia y Propiedad. Me molesta, pero debo explicar ahora qué es Tradición Familia y Propiedad.

En resumen TFM como se la conoce con sus siglas es una organización de formación y educación, en una sociedad semi-cerrada, de los futuros hijos de putas destinados a gobernar todo el mundo para estas latitudes. Sociedades parecidas a estas ya existen en estados unidos y Europa. Esta en particular nace en Brasil, estimulada con la restauración del imperio de Pedro X de Brasil, un emperador brasilero que creó una aristocracia brasilera colonial muy poderosa y cruenta, “esclavista y civilizadora”, ¡imagínense ustedes! Bien ese sentimiento noble se ha conservado hasta ahora en el corazón de Leopoldo López, de Carlos Fernández, otro niño rico de PDVSA cuando el paro, y de Capriles Radonski (que es judío de los malos, muy rico) y María Corina Machado Zuloaga, heredera de la estirpe de la malvada compañía guipuzcoana.

Esta organización se dedica, todavía hoy, a formar la sociedad ideal aristocrática en sus “universidades” y “escuelas”. Hay jerarquías, estratificación; Las mujeres son pobres mujeres, accesorios y sirvientas. (Esto no es una coba, no es paja, solo investiguen). Es la sociedad patriarcal, destilada tres veces, (triple filtrada), para obtener un producto social sin impurezas: Mujeres esclavas y sirvientas; jóvenes castrados anticomunistas y sirvientes de machos adultos, capitalistas inescrupulosos, asesinos de alto nivel, hijo de putas tan refinados como los que describe la canción de Serrat “Lecciones de urbanidad” (nunca creí que pudiera algún día citar esa canción)

Luego de este paréntesis, ¡sigamos!.

Con Leopoldo López no tengo nada personal. Solo con lo que él representa. Y resulta que representa lo que más odio en la vida.

¿Qué representa El Monstruo de Ramo Verde?

Empecemos por lo fundamental: el desprecio a todo aquel que tiene que trabajar para vivir. Ustedes dirán, “pero Leopoldito trabaja, y trabaja duro” sí, pero con el sentimiento de libertad que da el saber que cuando le dé la gana deja de hacerlo y entonces se dedica a otra cosa, digamos que a la jardinería, o a la cerámica; a la guerra, a lo que manden sus impulsos de juventud (divina y breve juventud).

Representa la continuidad de todo lo malo que hemos sufrido en vida como desvalidos; es decir, cuando no éramos conscientes de nuestra condición de esclavos

Este señor representa la mentira, el autoritarismo, la indiferencia, la explotación y la crueldad humana y animal, el racismo, la ignorancia, el gregarismo, la represión sexual y las otras, la vida en disociación, la victoria de la enfermedad mental, la alienación, representa al capitalismo, al sistema de explotación del hombre por el hombre, la victoria de la mercancía sobre los afectos y el amor, el consumismo, el éxito del odio por la vida, el resentimiento a la vida sobre la vida, La ignorancia sobre el conocimiento, la conciencia y la clarividencia humanas. Representa el enseñoramiento de la cobardía, del disimulo, sobre la fuerza y voluntad humanas por perpetuarse de cara a la muerte física. El horror a los ideales y la restauración de la esclavitud.

Uff¡ odio todo lo que representa. Ese “ser de un día” representa todo aquello que ha trascendido en el tiempo como dominación, esclavitud, muerte y decadencia.

Creo que es tiempo de vivir dignamente y llevarlo preso a la cárcel del comunismo. Encerrarlo en la gran idea de justicia social y humana que es el socialismo. Así, es así cómo debemos hacer justicia, acabando definitivamente con el capitalismo y todas sus representaciones. O nos hacemos socialistas y revolucionarios o no seremos nada. La Libertad, La democracia, El Trabajo, nada de eso vale en sí mismo, no son valores en sí mismo. Solo valen si remiten al bienestar de toda la humanidad, a la conservación de nuestra espacie junto al planeta.

¡Chávez, te necesitamos ahora, no dentro de cien años: Baja por favor!



hecto.baiz@gmail.com

hectorbaiz@yahoo.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3059 veces.



Héctor Baíz

http://hectorbaiz.blogspot.com/

 hecto.baiz@gmail.com

Visite el perfil de Héctor Baiz para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Héctor Baiz

Héctor Baiz

Más artículos de este autor