Uno de los elementos centrales de la estrategia en curso para destruir, mediante un golpe suave de Estado, la instituciones populares del Estado bolivariano, incluidos los derechos sociales, políticos, económicos y culturales reconocidos para millones de venezolanos en los últimos 14 años, es la organización y operación de los grupos paramiltares.
La acción puntual desarrollada ha consistido en desplazar, desde Colombia, toda la metodología y técnica de esas infraestructura político/militares a través de la extensa frontera entre las dos naciones.
Los grupos paramilitares son dispositivos bélicos conformados por los aparatos militares estatales como parte de la prolongación social de su poder político y financiados por individuos acaudalados asociados con el tráfico de drogas, la gran propiedad latifundista, conglomerados empresariales, banqueros, multinacionales y poderosos gamonales de los partidos políticos de las élites dominantes. Es la experiencia de Colombia en los últimos 50 años, desde que en 1968, con promoción norteamericana, el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, los legalizo con varias disposiciones jurídicas.
En los Estados del Tachira, Mérida y Zulia, hay una amplia red de los grupos paramilitares colombianos vinculados con el contrabando de gasolina, de alimentos, medicamentos y de otras mercancías que terminan en los centros comerciales, supermercados y centros de abastos alimentarios de Cucuta y Bucaramanga.
Esos grupos paramilitares son ejércitos privados de los ganaderos, de opositores fascistas, de funcionarios ultraderechistas, de especuladores con divisas y de poderosos comerciantes de origen colombiano que trabajan en llave con las mafias venezolanas.
Los grupos más caracterizados en la actualidad, con amplia presencia en San Cristobal, Mérida, Maracaibo, Rubio, La Fría, el Vigía, el sur del Lago, son los Rastrojos, los Urabeños, Las Aguilas Negras y las Autodefensas del Norte.
Los Rastrojos es una organización integrada en su gran mayoría por ex militares, ex policias y ex agentes del Das. Han sido organizados por la policía metropolitana de Cucuta y por las guarniciones militares de la región. Trabajan con jóvenes de San Antonio, San Cristobal y Rubio. En la actualidad tiene una red de 500 integrantes y los coordina un ex capitán de la Dijin colombiana. El actual alcalde de Cucuta, Donamaris Ramirez Paris, recibió un millon de dolares de los Rastrojos en la pasada campaña electoral que lo escogió como burgomaestre de la capital de Norte de Santander.
Los Urabeños son controlados por el narco y Para Don Mario, quien desde la cárcel, con el poyo de la policía, la guardia penitenciara y del ejercito, dirige todas las operaciones de narcotráfico y extorsión en el área metropolitana de Cucuta. Son cerca de 700 integrantes, coordinados por un ex capitán del ejercito que trabajo para Jorge 40, actualmente en cárceles federales norteamericanas.
La Autodefensas del Norte, que recoge los paramilitares de alias Visaje y del Iguano, autor de terribles masacres en hornos crematorios en Villa del Rosario, es coordinado por alias Chang, un paraco de Medellin, antiguo miembro de la policía, quien trabaja en llave con altos oficiales de la policía metropolitana de Cucuta, con oficina en una lujosa residencia de Parques Tres de Cucuta, en la que es frecuente encontrar a los encargados de los "derechos humanos" de la policía. Tiene una red de 380 miembros, que despliegan sus labores asesinas en el Catatumbo.
Las Aguilas Negras están integradas por ex soldados profesionales del Ejército. Son cerca de 200 integrantes y están dedicados al entrenamiento militar y terrorista de elementos civiles.
Estos cuatro grupos reciben un apoyo muy fuerte de los senadores conservadores de Norte de Santander, Clavijo, Corzo y Barriga, al igual de otros caciques de la politiquería santista.