Un análisis sobre sus posibles causas

La rabia de la oposición venezolana contra el chavismo

“El pasado 10 de enero se consumó un Golpe de Estado incruento y una usurpación del poder, lo cual convierte el gobierno que dirigen Diosdado Cabello, Maduro, sus cómplices de la mayoría parlamentaria de la AN y TSJ en delincuentes” (http://www.talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=80972&tipo=AVA). Así se encabeza una nota intitulada: “Golpe y Usurpación” del diario “Noticiero Digital” el día de hoy, 16 de enero. Esta opinión de una persona natural que expresa su punto de vista, absolutamente personal, es tratada como noticia por este diario y consecuentemente, es suscrita implícitamente por su consejo editorial. Dicha nota de opinión está ilustrada por la fotografía de la magistrada Luisa Estella Morales Lamuño, Presidenta de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de nuestro país. Es inevitable, para quienes leemos la información, asociar el mensaje principal de la opinión: “El pasado 10 de enero se dio un Golpe Constitucional en Venezuela”, con la imagen de la magistrada frente a un podio como actora principal de ese ilegítimo zarpazo a la democracia venezolana. En consecuencia, la figura de la máxima autoridad del país quedaría deslegitimada por ser la operadora de un golpe contra las instituciones democráticas.

Este tipo de manipulación mediática en la que, imagen y contenido se emparentan para transmitir un mensaje único, es frecuente observarla en los medios de comunicación privados, tanto nacionales como internacionales y su único propósito es desestabilizar al ciudadano y tergiversar una información. Este es un excelente ejemplo de lo que podríamos denominar un misil de la Guerra de Cuarta Generación que se libra en Venezuela por estos días. “Quien ostenta el poder lo hace de manera ilegítima, por tanto, es legítimo no reconocerlo”. Este mensaje ha sido captado por la Oposición venezolana y ha sido generador de una novedosa rabia que se suma a su cólera histórica: su no aceptación al Gobierno Nacional, representado en la figura de Hugo Chávez como presidente de la nación en la que habitan o de ese país que miran rezagadamente desde “el exilio” en distintos lugares del planeta, especialmente desde Miami.

Hace pocos días, el escritor William Ospina, ganador del Premio Rómulo Gallegos en 2009 por su novela “El país de la canela”, afirmó en una entrevista que le hiciera el diario EL Espectador el pasado 12 de enero (http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/articulo-396288-chavez-entrara-mitologia-de-los-altares-callejeros) que: “Venezuela es el único país de América Latina en donde los pobres están contentos y los ricos están molestos. Eso debería significar algo”. Esta afirmación, que ha hecho girar la mente de varios intelectuales de derecha que antes lo admiraban y promocionaban y que ahora lo han sacado (al mismo Ospina) de sus bibliotecas, evidentemente ha generado grandes interrogantes en muchos venezolanos que nos hemos puesto a pensar: ¿Será que existe en nuestro país una lucha de clases? ¿Será por eso que la clase media venezolana opositora ha orientado todas sus baterías en contra de un proceso político que pareciera brindarle estabilidad a un sector que antes era sólo “obra de mano barata” y nada más? ¿Será por eso que hay tanta resistencia en aceptar que la deuda social contraída en este país durante medio siglo de democracia había que pagarla algún día y que ese día es ahora?

Estas preguntas me hacen recordar esa importante obra dramática del trágico griego antiguo, Eurípides, quien describió en “Herácles o Hércules furioso” a un héroe ciego de la ira porque los innobles tebanos querían hacerse del poder político. Fue tanta su rabia por sentir amenazada a su familia de esos “bajos seres inescrupulosos” que enloqueció de repente y, él mismo, confundido, dio muerte a su mujer y a sus hijos. En esta obra se presenta la paradójica situación en la que un sujeto, en este caso Hércules o Herácles, es presa de una ira ciega que lo enloquece y termina matando a quienes inicialmente debe proteger. No es descabellado ver en este héroe griego mítico a una dirigencia política venezolana de Oposición que, en medio de su cólera, intenta hacerse del poder por todos los medios y, como no logra su propósito, no sólo arremete contra sus propias instituciones sino que termina exponiendo a sus propios seguidores, arengándolos a salir a la calle a defender lo que ellos fabulan como “lo justo y legítimo”.

Si yo fuera opositora, me lo pensaría mejor y trataría de entender mejor las palabras dichas por William Ospina en sus declaraciones sobre Venezuela y lo que aquí está sucediendo. Recurrir a un clásico griego como Eurípides también ayuda, sobre todo para comprender que la ira, la locura y la autodestrucción van de la mano. Tal vez les podría empezar a ir mucho mejor, no sólo con el mundo que los rodea sino consigo mismos.




@caracolablue


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Eva Flórez


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