La gorra de Capriles

Decía en mi artículo del lunes pasado que Hugo Chávez no necesita de atuendos para demostrar su talante de líder y condición de gran estadista que revivió la esperanza en el buen gobernar de la patria. Los símbolos que hoy en día tiene la revolución venezolana se han ido consolidando en el imaginario colectivo; inclusive la figura del comandante Chávez rompe con el viejo modelo de hacer política y la manera de gobernar, planteando una nueva visión.

Precisamente, eso es lo que no ha podido lograr la oposición venezolana, volver a tener símbolos, volver a ser correlato de las ilusiones mayoritarias. Y ese rechazo que hoy viven en carne propia no es un invento para nadie, sino que es un rechazo que los ha arrinconado hacia los abismos del ostracismo político, tanto así que andan desdibujados en esta campaña electoral presidencial de 2012, donde pareciera que ya aceptaron la derrota y lucen arrinconados, cabizbajos, de bajo perfil y entregados al llanto de los perdedores.

Quien no agarra mínimo es el candidato Capriles, que anda por allí como perdido en los espacios de la nada y de la pausa, imaginándose multitudinarias concentraciones, millones de palabras que no le salen, quedándose las mismas atrapadas en la neuronas de la ignorancia. Para tapar ese déficit ahora resulta que la gorra de Capriles es una especie de símbolo sagrado y que el tipo se transforma cuando se pone la gorra. Inclusive, personajes que se creen sesudos analistas, hablan del poder de la gorra, que es el símbolo que ha cambiado y alterado hasta la posición de los planetas. Dicen sus asesores que sólo basta que se coloque la gorra para que los rayos luminosos lo proyecten hacia los confines del universo.

Ahora resulta que la gorra es la salvación de la derecha. O sea, el tipo está perdiendo de calle y feo, no tiene discurso, casi no sabe hablar ni proyectar ideas, sin proyecto coherente, las concentraciones son escasas, es frio hasta en el modo de caminar y así con todo eso, la gorra es la salvación. Mejor que cuenten una de vaquero, porque es la peor estupidez que han inventado, querer darle atribuciones mágicas a una gorra. Está bien que se ilusionen, pero se crean el cuento que la gorra los llevara al horizonte de la victoria es como muy ingenuo y además, como estrategia política es un desastre.

La cuestión está bien clara. Con gorra o sin gorra, Capriles está derrotado y cuidado si no es está la peor derrota que haya sufrido candidato alguno en la historia electoral venezolana. Sí, de acuerdo a las tendencias y pronósticos electorales, el comandante Chávez luce con una sólida ventaja, de más de 20 puntos, posicionado en todas las fases y aspectos la campaña electoral, con buen manejo de las estrategias requeridas en estas situaciones.

Entre otras cosas, Capriles no levanta ni levantará vuelo, no porque sea un pésimo candidato, sino porque tiene un pasado oscuro, con un rostro fascista, cargado de violencia manifiesta. La sociedad entera recuerda su participación protagónica en el cruento Golpe de Estado de 2002, su asalto a la embajada cubana y la feroz persecución a sangre y fuego contra funcionarios del gobierno revolucionario. La oposición venezolana sabe que van a perder, también lo saben quienes le están financiando la campaña. Con gorra o sin gorra, Capriles está derrotado.

Politólogo

eduardojm51@gmail.com


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Eduardo Marapacuto


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