Todo
SER humano está fascinado por distintas cosas, cuando una determinada
IMPRESIÓN nos fascina, nos olvidamos de nosotros mismos y entonces
soñamos. Hemos visto, a las personas, lanzarse a la violencia durante
una marcha de la oposición, caballeros o damas que en su sano juicio
no son capaces de pronunciar una mala palabra, en estos casos han insultado
y han lanzado piedras, confundidos con las multitudes. He allí
el poder de la FASCINACIÓN, uno se olvida de sí mismo y entonces
sueña, y soñando hace cosas absurdas. De igual manera nos puede atrapar
la CODICIA la cual se combina con la astucia, la desconfianza y la violencia.
La
CODICIA es la antítesis de las acciones nobles y desinteresadas, en
el mundo de la CODICIA impera el miedo, la desconfianza, la pistola
certera, el fusil, el espionaje, los pensamientos de asesinato, las
ansias de poder, las ansias de mandar, de hacerse sentir, de subir al
tope de la popularidad, y así sucesivamente……
Las
grandes empresas multinacionales, los grandes consorcios, los monopolistas,
las gigantescas casas comerciales, ayer, hoy, mañana y siempre han
hambreado a los pueblos, importándoles poco las millonadas de seres
infelices que gimen bajo el peso de su desmedido afán de lucro. El
miedo al mañana, a la pobreza, a la enfermedad, a la vejez, etc….
, alimentan la codicia, tanto en el pobre como en el rico. Pero no solo
se codicia dinero o bienes terrenales; hay quienes codician BIENES CELESTIALES,
poderes psíquicos, existiendo incluso quienes codician no ser
codiciosos.
La
CODICIA, hermana gemela de la ambición, es la causa – raíz de muchos
males que afligen a los SERES HUMANOS. Todos la llevamos dentro
en nuestro mundo interior. La persona que es codiciosa, es también
ENVIDIOSA del bienestar ajeno, lo cual le amarga la existencia, al no
poder obtener aquello que codicia. La codicia nos lleva a robar, a mentir,
a traicionar, a matar si es preciso, todo con el propósito de lograr
su objetivo. Indudablemente, cualquier intento de liberación, de alcanzar
la felicidad y la verdadera paz del corazón tranquilo, si no se busca
por la vía de la desintegración de todos estos apéndices de lo legítimamente
REAL que a todos y cada uno nos pertenece, está condenado al más absoluto
y rotundo fracaso. No debemos jamás olvidar que la riqueza ha creado
más codiciosos que la codicia hombres ricos.
Alegamos
siempre “necesidad” para justificar la CODICIA, ignorando que
ella es la causa secreta del odio y la brutalidad del mundo. Realmente,
la CODICIA del mundo está dentro del individuo, y solo acabando
con la codicia que llevamos dentro, terminará la CODICIA en el mundo.
Ciertamente, dentro de cada persona, en cada uno de nosotros, existen
muchas personas, debemos reconocer que no tenemos una individualidad
bien definida ya que actualmente ningún SER HUMANO es siempre el mismo
durante cada minuto que pasa, tanto física, psicológica como espiritualmente.
Así, pues, el apéndice del SER que hoy jura AMOR ETERNO a una mujer,
es más tarde desplazado por otro apéndice que nada tiene que ver con
tal juramento. Esto puede explicar en forma enfática la DOCTRINA DE
LOS MUCHOS, la cual afirma que no tenemos individualidad sino que circundando
a nuestro SER se encuentran múltiples apéndices que hacen de nuestra
vida un CAOS. El gran poeta VIRGILIO dijo: “ Ni aun teniendo mil lenguas,
mil vidas y paladar de acero podríamos enumerarlos”.
Por
todo lo expuesto anteriormente podemos decir, que el SER HUMANO que
vive para toda la vida, debe tener sus sentidos agudizados constantemente
para escuchar la VOZ de VIDA que puede emanar desde cualquier árbol
, ave o hermano del bosque, de acuerdo al Espíritu de DIOS quien puede
querer hablar con el en diversos momentos para el bien del todo. Debemos
estar siempre alerta y reconocer que bendito es el corazón que puede
penetrar a través de la apariencia y encontrar la verdad, que clara
es el AURA Espiritual de aquel que necesita únicamente, con humildad,
inclinarse delante de la gracia del ESPIRITU y que mas SABIO que el
más grande Vidente en el REINO es aquel que puede penetrar a través
de la vestidura de la carne y SALUDAR al DIOS PURO.
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Dr. IUTE MERIDA