El adversario ha hecho un importante movimiento previo, en esta confrontación que tiene como batalla decisiva las elecciones presidenciales del 7 de Octubre próximo.
Un análisis más a fondo del evento de las “primarias” oposicionistas no puede soslayar la situación internacional. La extrema dependencia ideológica-cultural, política y económica con respecto al imperialismo yanqui y sus aliados europeos, de esos sectores sociales que han pasado a hegemonizar a la derecha venezolana, nos obliga a ir más allá de lo meramente operacional.
Si echamos una mirada al panorama mundial observaremos con claridad cómo el imperialismo ha echado mano a todas las categorías supuestamente enterradas del fascismo. No hay esfera política donde no se expresen posiciones fascistas en su nuevo ropaje (“bombardeos humanitarios”, por ejemplo).
En el campo mediático recrudece las estrategias goebelianas orquestadas por las agencias imperialistas y las transnacionales de la comunicación y de la publicidad, potenciadas por las técnicas más avanzadas, no sólo en cuanto a tecnologías sino también en cuanto a la manipulación sicológica de las masas y del individuo. En el campo político-militar observamos como el genocidio, el magnicidio, el irrespeto a la soberanía de las naciones y de los pueblos, nos retrotraen a los años de pre-guerra mundial. La aplicación de una destructiva fuerza militar en manos de arrogantes potencias no se diferencia en nada de las anexiones e invasiones de Hitler, Mussolini e Hirohito.
Estamos en presencia de la prevalencia global de una línea dura imperial que exige de las burguesías y clases sociales dominantes en los países sometidos o de la periferia, una subordinación total y descarnada de sus almas e intereses particulares a los intereses globales del imperio. La oligarquía venezolana no escapa a este fenómeno.
Como reflejo de esta situación, la moralidad de los sectores políticos de la derecha interna se acomoda a la moralidad del fascismo internacional. Es decir, la farsa macabra y asesina montada contra Libia (donde lograron arrastrar a la misma Rusia con su no veto a la resolución intervencionista) se replica en Siria, y ahora lógicamente se quiere replicar en Venezuela, atenuada militar y discursivamente dado el contexto muy desfavorable para ellos, gracias a las estrategias revolucionarias bolivarianas.
La baja estatura moral de los representantes de la derecha venezolana se pone en evidencia con la estrategia de su ahora candidato de disfrazarse de “centro-izquierdista”. La oligarquía venezolana está obligada por el imperialismo y por sus propios intereses a derrotar a Chávez y para ello apela y apelará a cualquier expediente. Y en caso de derrota –segura si no se cometen errores garrafales de nuestra parte- se activará la segunda fase del plan. Así que la lucha no para con la victoria del 7 de Octubre.
El fraude electoral forma parte desde hace mucho tiempo del arsenal de la derecha venezolana. No es extraño pues que todas las limitaciones impuestas al sistema electoral del CNE (no a las captahuellas, no a la tinta indeleble, destrucción de cuadernos, participación mínima del personal del CNE en las mesas, etc.) tuviera como objetivo verdadero alterar los resultados cubriéndose con el CNE. En ese aspecto no podemos cantar victoria puesto que otra vez esa ingenuidad, que no nos mata pero tampoco nos salva, se puso de manifiesto permitiéndole a la tramposa derecha venezolana esconder sus trampas detrás de la figura del CNE. No podemos permitirnos la ilusión de creernos la falsa idea de que la utilización por la oposición de la logística del CNE, obliga a ésta automáticamente a reconocer el rol de árbitro confiable del CNE con miras al 7 de Octubre. Craso error. Como lección tenemos que el CNE no puede poner a la disposición de un tercero su estructura electoral si éste no acepta el sistema en su integralidad. De lo contrario se facilita la manipulación política de la institución tal cual lo está haciendo ahora mismo la oposición (que no tiene escrúpulos morales ni nada que se le parezca). Por un lado minimizan al CNE resaltando a sus propios militantes como merecedores de la “impecabilidad” del evento, mientras que cuando se les señala la sospecha de fraude se refugian en la figura del CNE mal poniéndonos (a los revolucionarios) como descalificadores del mismo. Los medios fascistas facilitan al engaño. No podemos analizar a estos adversarios como si se guiaran por los parámetros morales que nos rigen a nosotros. Ellos son otra cosa, piensan distinto, actúan por motivaciones distintas. La puñalada es su ley.
En cuanto al supuesto hecho político trascendental de la derrota por mano de la oligarquía, del sector de la clase media acomodada que se refugió en la partidocracia tradicional, ello no es exactamente así. Esta derrota es un proceso que se inicia con la debacle de la Cuarta República y el advenimiento de la Quinta. No es el partido Primero Justicia quien puede reclamar este hecho histórico. La revolución bolivariana con Chávez a la cabeza le dio en su momento el golpe mortal a la partidocracia, que moribunda sólo es rematada ahora por la nueva generación proveniente y/o al servicio directo de la oligarquía apátrida (muchos de ellos formados en las filas de la ahora “detestada” partidocracia). Este desplazamiento del liderazgo de la vetusta partidocracia se ha venido concretando a través de eventos como la candidatura de Salas Romer en 1998; el golpe de Abril de 2002; el sabotaje petrolero; las guarimbas; y ahora con las recientes “primarias”.
La estrategia revolucionaria de radicalización del proceso a favor de los sectores y clases sociales populares y medias bajas, debe ser la respuesta ante la estrategia enemiga de “cantos de sirena”. Solamente la radicalización de las medidas populares del gobierno, como por ejemplo nacionalizar aquellas empresas monopólicas u oligopólicas que se nieguen a ajustar sus estructuras de costos para combatir la inflación, sacará de quicio a la oligarquía y sus representantes.
Estos golpes directos al poder del capital parasitario venezolano aliado al imperialismo, los llevará ineludiblemente a abandonar su acomodaticio y conciliador disfraz. Lo que no podemos permitirnos es creer que la oposición venezolana ha entrado por el aro y aceptado las reglas del juego democrático-burgués, independientemente de sus contradicciones y zigzagueos discursivos. Mientras haya imperialismo cuya agresividad está en aumento producto de su enorme crisis, la oposición venezolana jugará cartas marcadas, apadrinada por este factor externo ávido de recursos energéticos y de todo tipo.
Lo que sí hay que hacer es ir a la búsqueda de los sectores populares hasta ahora afectos a la partidocracia. Es el momento. La agenda apátrida neoliberal oculta detrás de esta nueva camada oligárquica debe ser desenmascarada.
Los números de la oposición podrán ser manipulados o no, pero lo que sí es cierto y positivo es que el triunfalismo en nuestras líneas acaba de recibir tremendo golpe. Un llamado a la atención a tiempo en cuanto a que la oposición mantiene una respetable base social, que se renueva constantemente en la medida en que contingentes de jóvenes, de las clases medias sobre todo, son pasto de la seudo-cultura imperial que los aliena y enceguece. De allí la importancia estratégica del éxito de misiones como la de Saber y Trabajo, o la Vivienda Venezuela, entre otras. Con el apoyo de minorías más pequeñas y en determinadas condiciones, el imperialismo ha logrado desestabilizar procesos populares. Debemos estar alertas y no bajar nunca la guardia. Debe llegar el día en que por fin la dirigencia del PSUV entienda que debemos organizar un partido de cuadros vinculado estrechamente a las masas y a sus problemas, un partido que no se auto-engañe con estructuras organizativas inexistentes o inoperantes, o se conforme sólo con un aparato electoral con visos clientelares.
Así como Hitler demagógicamente se proclamó nacional-socialista (nazi) y engañó al pueblo alemán, estos nuevos pichones de serpientes tratarán de erigirse en campeones de la igualdad y del progreso, mientras que pactan con el imperialismo la entrega total de nuestra soberanía. Pero como dijo el maestro: la historia se repite dos veces, una como tragedia y otra como comedia.
INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA
Luis2000aponte@gmail.com