Ni primarias ni consenso, sino todo lo contrario

¿Usted firmó o no firmó, candidato?

“No, yo no firmé”
Diego Arria.

“Yo firme con reservas”
Pablo Medina.


Para entender a qué juega la oposición basta revisar los hechos de los cuales ha sido protagonista o autora intelectual. Como dice el compatriota Miguel Ángel Pirela, hagamos un análisis crítico de sus discursos desde que Chávez asumió la presidencia del país y tendremos una noción clara de su naturaleza. También, como dije en un artículo, uno especula a partir de hechos públicos y notorios sobre qué es lo que están tramando en este año crucial para la profundización del proceso que vivimos y pueden entreverse sus costuras

Explicaba nuestro Líder Comandante, que en estos años de Revolución se conformó un estado de derecho y de justicia social que garantiza estabilidad. Es decir, una plataforma firme sobre la cual se desarrolla el país en paz. Bajo tal referencia, cuyos elementos fueron claramente definidos en su mensaje a la nación, no podemos menos que pensar que esta oposición es antagónica, enemiga, contraria, renuente y negadora de dicha estabilidad. Pero esto no es más que una punta del acerico.

La dura realidad electoral que sufre la oposición es producto de su legado de infamias, asesinatos, golpes, guarimbas, paros, sabotajes, calumnias, crímenes y desconocimiento supino del desarrollo político del Pueblo; de esa noción de “Política” de la cual nos habló el Presidente durante su discurso y cuya antítesis se manifestó en la iracundia y estolidez de varios “honorables” diputados de la bancada opositora. Luego, cuando sacan sus exiguas cuentas, saben que no pueden ganar democráticamente y he allí la causa de las pestes que lanzan sobre el CNE. La descalificación del árbitro es argumento de postín ante su impotencia electoral.

De acuerdo a voceros de la oposición, estiman movilizar para sus primarias al 28% del padrón electoral (unos 18 millones de electores). Eso significa unos 5 millones de votantes. Sólo un desprevenido puede creerles tal patraña, pues sus cálculos (reales) más optimistas arrojan entre 1,2 y 1,5 millones de votos. Paredes adentro saben que no tienen con qué pero a través de los medios, sus medios, difunden con descaro cifras ilusorias. No se trata de que cada quesero alabe su queso, no es simple faramalla ante el adversario político sino de la manoseada estratagema del fraude, aderezada con el afán goebbeliano de repetir mentiras hasta volverlas realidad. Apenas con estos elementos ya puede vislumbrarse el retorcido camino opositor, pero sigamos.
Diego Arria dijo claro y raspado que no firmó el “acuerdo programa” porque no contempla el desconocimiento del CNE en el proceso de primarias ni plantea la posibilidad de una constituyente. Pablo Medina expresa que firmó con reservas porque no se plasmó ir a una constituyente ni el cambio de los poderes públicos secuestrados por Chávez. Pero hay más; al bajar de internet su “Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)”, un inefable mamotreto fascista, se verifica su semejanza con el “decreto Carmona” nada más leer la “Introducción”.

Para muestra miren la condena a priori que se expresa en su artículo 4: “El actual gobierno ha traicionado el acuerdo social que rige a los venezolanos desde 1999. Ha violado constantemente la Constitución, irrespetando la separación de poderes, pisoteando la participación, inclusión y pluralidad.”. En resumen, su contenido busca claramente desde ya, presentar a un gobierno forajido bajo la doctrina imperial que actualmente se desarrolla en otras latitudes.

Al calor de este análisis y luego de la farsa mediática perpetrada ayer por la MUD en uno de sus endiosados hoteles, Leopoldo López “declinó” su candidatura, entre gallos y sombras, a “favor” de Capriles Radonski. Es muy posible que les sigan la sin par del Hemiciclo y Pablo Medina; aquella en “favor” de Pablo Pérez y éste en “favor” del mejor postor. Como condimento, previamente Ramos Allup opinó que no era bueno ir con más de tres candidatos, lo cual a su vez promovió la ira de Diego Arria al sentirse aludido. Esa es la verdadera cara de la Mesa de la “Unidad” Democrática y lo que se cuece en este momento es la “justificación” de un consenso “entre risas, favores y espíritu democrático”, cuando en realidad es una vía de escape ineludible ante el terror de que el ganador de sus primarias obtenga poco más de 400 mil votos ¿Cómo presentar a un majunche así ante un Chávez formidable? La única manera de evitar que su escasez de votos quede en evidencia es esa.

Pero, siempre pero, las declaraciones de Diego y Pablo indican lo verdaderamente peligroso de la trama cuando llaman a desconocer al CNE, a enfrentarlo, pues la debilidad antes analizada es plomo en el ala opositora y el hecho de que no se verifique el 12 de Febrero, no impedirá que se haga presente el 7 Octubre. Así las cosas, el esquema MUD será una campaña de desprestigio a las instituciones, desestabilización y no reconocimiento de nuestro triunfo. En carta enviada por Diego Arria a Ramón Guillermo Aveledo (presentada anoche en la Hojilla) el primero expone la necesidad de que se sustituya al CNE con entes como SÚMATE o ESDATA.

Finalmente, considero importante que leamos esos “Lineamientos” para que entendamos en su entramado lo que nos espera en un hipotético triunfo opositor. Si no fue firmado o fue firmado con reservas es porque no llenó todas las expectativas fascistas. Si existe un sector político serio dentro de sus filas, no fue tomado en cuenta y lo peor: calló y otorgó. He allí plasmada su naturaleza, su sino y por sobre todo el “futuro” que pretenden imponernos. Muchos de ellos escurrieron el bulto luego de revertido el golpe de Abril de 2002, negaron sus crímenes.

Han reeditado aquel legajo de decretos infames y quieren que el país los digiera como “Lineamientos”. Aquí les dejo las firmas para que después no digan “yo no fui, no estuve allí” y otras exquisiteces del guabineo de los que hacen gala ante los reveses de su historia. Cuán paradójico que lo hayan presentado en una fecha que ellos celebran como propia, cuando no son más que traidores de los ideales democráticos más sublimes de una época republicana que echaron por la borda.


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Plácido R. Delgado


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