La pandillita necrofílica

Del más allá y de más acá, sale de alcantarillas, cloacas y camposantos, la pandilla de espanto y brinco opositora. Ventrudos unos, destripados otros, todos descerebrados y con vestimentas cuarto republicanas carcomidas por el tiempo, van patituertos de Golpe a Guarimba rumbo a Fraude, callejón sin salida donde se arrochelan en cada trance electoral.

Apiñados, se potencia la hedentina y en su locura achacan a la revolución sus propios efluvios. Chocan entre sí, se tiran tarascadas pero en sus medios nauseabundos se presentan con esos oxímoros que los delatan: MUD, 2D y otros vestigios coprolíticos de “notables” que medraban cuando la guanábana.

Su último show, tratar de escandalizar en los simulacros de elecciones. Salieron desaforados a acusar a las “hordas chavistas” de haberlos ultrajado. “Se atrevieron a meterse con nuestra reina bella Mari Cori, en un día tan lindo como este”. “Le dieron por las rodillas y se las dejaron rojas rojitas”. Sácale una foto de la rotula y rotúlame la primera plana para que sepan lo que es pornografía mediática, dijeron los siameses.

Ramos Allup no se quedó achantado en su mausoleo. Se fue al Estado Bolívar y vociferó que “…todo lo que la revolución toca se lo roba o echa a perder”. Su cerebro putrefacto no atina a recordar que los adecos desfalcaron el erario durante medio siglo XX y él no es más que un cadáver insepulto de aquella caterva de truhanes.

Las buenas noticias los tienen locos. Mientras nuestros voceros dan un espaldarazo a la labor encomiable del CNE a propósito del simulacro, rebuscan en los basurales cualquier posibilidad de error en el proceso para exagerarlo y usarlo como acicate de su histeria colectiva sobre trampa jaulas comiciales, satélites rusos cambia votos y datos encriptados de la cripta. Mientras nuestras patrullas se aprestan a construir el futuro con voluntad inquebrantable, ellos llevan la gusanera del caos y los moscardones del pasado zumbando a cada paso.

Se reúnen en salones cerrados, sus encuentros son casi furtivos, taciturnos, escuálidos. Todos tétricos tahúres, llevan bajo la manga una carta escondida en la que cifran sus esperanzas de salir del tormento que para ellos significa Venezuela convertida en Patria Socialista y no el Pandemonio adeco copeyano que casi acaba con la república.

No tienen compón, compa. Están tan descerebrados que ni siquiera reconocen áreas de oportunidad para hacer una campaña exitosa con sus asquerosas destrezas. Yo que ellos, husmeadores de rellenos sanitarios, golosos chupadores de lipsidiados, hábiles cual gallina para extraer sabrosuras del pichaque, prometería a los disociados dejar Caracas limpiecita como un sol si me llevaran a la Asamblea Nacional.

Solo que los predios donde gobiernan están bien cochinos.


pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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