La política y el fútbol

Viendo los primeros partidos del mundial de fútbol que recién inició sus jornadas, ya podemos ver la fuerza, el coraje y las estrategias de los equipos favoritos. También hemos podido observar las oncenas escuálidas que carecen de magia, de jugadas precisas y en cada zancada van dejando al descubierto que les falta el impulso revolucionario para anotar los goles. Desde este lenguaje deportivo es inevitable hablar de equipos compactos, de experimentados entrenadores y excelentes jugadores que le ponen el alma en cada jugada.

Precisamente, son esos equipos con sus jugadores los que despiertan pasiones en millones de personas a lo largo y ancho del planeta y a la vez determinan las tendencias y apegos de los fanáticos. Vemos entonces que el fútbol es como la política, despierta pasiones en la gente y los líderes son algo así como ídolos para muchos y villanos para otros. Tal pudiera ser el caso de Hugo Chávez, un auténtico jugador revolucionario, quien desde hace once años viene metiéndole todos los goles a la red puntofijista. En todos los partidos, en todas las elecciones, el equipo revolucionario ha derrotado a sus enemigos y los arqueros se asustan; tanto así que apenas ven entrar al líder, dicen: ahí viene el malvado Hugol.

Mientras desde las tribunas se escuchan los apoyos, los aplausos y las consignas de miles de gente para Hugol, los jugadores escuálidos se empeñan en llamarlo dictadadorcito. Mientras en la calle cientos de personas se concentran para verlo jugar y hablar, el equipo contrario lo descalifica hasta el cansancio. En tanto, el equipo rojo “rojito” sigue ganando y los escuálidos, jugando como nunca pero perdiendo como siempre, tal como perderán el próximo 26 de septiembre en las elecciones parlamentarias.

Ahora bien, así como se dan las proyecciones en este mundial de fútbol sobre los posibles resultados finales y hasta se juegan las quinielas con nombres precisos del campeón, también pudiéramos nosotros hablar de posibles resultados en las próximas elecciones parlamentarias. Realmente esa jornada no está complicada para los rojos “rojitos”, pues Hugol estructuró un buen equipo, combinando jugadores experimentados en el campo de la política, con otros de sangre joven, salidos de las bases, venidos de la calle y curtidos en el mensaje y discurso del líder.

Cuando decimos que el campeonato de la “campaña admirable” del mes de septiembre está de goleada, es porque ya conocemos los candidatos escuálidos. Allí están los tramposos, los tipos de las zancadillas, los que odian al pueblo y las tribunas, los que lloran ante el árbitro cuando le anotan un gol. Cada vez que han perdido no han hecho otra cosa que chillar y chillar, diciendo que hubo fraude.

Por ahora sigamos disfrutando de los juegos del mundial, siguiendo cada jugada, apostando a nuestro equipo o equipos favoritos, pero también estemos pendientes de las jugadas y movimientos de los equipos escuálidos; son capaces de todo, inclusive de quemar el estadio para que no haya juego final. Se acuerdan ustedes de Narciso, quien vaticinó que el estadio de Pueblo Nuevo se desplomaría. Nada se desplomó y Hugol sigue de victoria en victoria.

*Politólogo

eduardojm51@yahoo.es


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Eduardo Marapacuto*


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