Ybeyise Pacheco, le pide a la SIP que Bobolongo le pague

¿Se acuerdan cuando Yquebella Pacheco gritaba: “¡No tengo miedo!”? ¿Cuando iba fresca, eufórica, desafiante, sonriente frente a las cámaras; siempre enterada de que estaba guarnecida por docenas de cámaras porque era más que una actriz un escándalo ambulante? ¿Recuerdan aquel borbotón de ánimo que no dejaba de estallar y de relumbrar en su rostro, preparada para una larga resistencia desde la prisión que la dictadura le tuviera preparada? Ella proclamaba que estaba lista para la tortura, para sufrir hambre y para evitar por meses sus restaurantes preferidos de Las Mercedes.

Ya nadie la busca, ya nadie se acuerda de ella. Ya sus columnas no levantan roncha. Ya sus mentiras no hieren ni estremecen a nadie. Por eso la echaron de El Nacional. ¡Qué fue de aquella mujer tan sufrida, tan golpeada por la tiranía, que se arrastraba casi en cuatro manos, jadeante y amoratado su rostro por la furia de sus captores! ¡Qué fue de aquella gloriosa hembra que le sacó alaridos de victoria al cabeza rapada Néstor González González? ¿de aquella enternecida Juana de Arco que a empellones la llevaban los verdugos bien amaestrados de Chávez? Ahora sin licencia para joder, sin licencia para calumniar, sin licencia para reírse de las leyes, de la Constitución. Lástima que ya no encuentre su Abu Ghraib para sufrir.

Se sabe que le ha escrito a Patricia Poleo pidiéndole una ayuda, pero tampoco Patricia la quiere. Cosas entre mujeres arrabaleras. Se habla de roces y de envidias, de celos y recelos, donde hubo de por medio líos con machos encharretados. Sola y abandonada, tampoco le puede pedir ayudar a Marianela Salazar, porque Marainela sigue amando a Bobolongo., y Marianela está vieja y agotada.

Yquebella se pregunta ¿entonces qué carajo era de la catadura de los apoyados por la embajada americana, por lo que no le tenían miedo a nadie ni a nada? ¿Qué fue del “coraje” y de la “audacia” para provocar caos contra el gobierno bolivariano porque me decían que estábamos apoyados por la embajada norteamericana? ¿Ahora de qué me sirve aquel viejo apoyo, si me dejaron de lado y ya no existe guerra en la que pueda enrolarme?

¿Qué puede hacer por mí la Sociedad Interamericanos Prensa, SIP, a la que tanto defendí? Yo que ahora soy víctima de otra atroz tiranía de Bobolongo quien me debe 380 millones de bolívares y no me los paga. ¿Yo que estuve aherrojada por el régimen más atroz del planeta? Yo que desgarré mi garganta gritando a diario: “¡Viva la libertad de expresión en Venezuela, carajo!”

Yo que le eché harta mierda al régimen. Que provoque hasta el delirio al Estado fascista de Chávez. Que fui una mártir.

Yo que cuando sufrí mi encierro en la Abu Ghraib country flash, lancé mi delirio del Pelonazo:: “Escribo esta columna en mi casa, cumpliendo mi primer día de prisión, mientras escucho a José Vicente Rangel –en su tradicional ejercicio de cinismo– afirmar que el Poder Ejecutivo no pone preso a nadie (él incluso es demandante en los casos de Marianella Salazar y en el mío). A Rangel parece preocuparle particularmente mi confort al declarar que la decisión del Tribunal 11 de Juicio de fijarme casa por cárcel era correcta porque en mi vivienda “estaba más cómoda”.

Yo que no podía ni sacar la basura de mi casa porque me siquitrillaban los esbirros, los morteros, los misiles y las bombas del Poseso. Yo que envié cinco reportes para Human Rights Watch alertando cómo un Tribunal ordenó el procesamiento de una respetable periodista defensora de la sociedad civil, por defender la libertad de expresión en su país.

¿Cuándo podré otra vez gritar que: “El Gobierno se jactaba de decir que en nuestro país no había periodistas presos. Pues fíjense que en menos de dos semanas Gustavo Azócar se encuentra tras las rejas de la prisión de Santa Ana, estado Táchira, y a mí anteayer me llevaban directo al INOF, en Los Teques, hasta que por razones de seguridad decidieron mandarme encanada a mi casa”.

Se jodió la pobre, ya no será más una luchadora, una irreverente, una arrecha contra el ogro Chávez. Lástima.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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