Congreso de la Patria capítulo comunicadores

Un ejército de periodistas

“La Verdad de Venezuela”. Con esta consigna sesionó el 27 de junio en Caracas el capítulo comunicadores del Congreso de la Patria. En este país acusado de impedir la libertad de expresión, alrededor de cuatro mil mujeres y hombres, la mayoría muy jóvenes, se reunieron en el Teatro Teresa Carreño para deliberar sobre las tareas de quienes a todos los niveles y mediante todos los recursos de difusión imaginables, ejercen diariamente la tarea de comunicadores sociales.

El Congreso de la Patria es una instancia articulada por Nicolás Maduro desde febrero último para hacer frente a una embestida de la oposición explícitamente destinada a derrocarlo “antes de julio”. El plazo se cumplió. Los objetivos trazados desde Washington no.
Arreció en este período la guerra económica. Se multiplicó la campaña hemisférica para condenar a Maduro y su gobierno. La operación apeló incluso al recurso de aplicarle a Venezuela la denominada Carta Democrática en la OEA.

No cabe minimizar los efectos de la cruzada contrarrevolucionaria. Desabastecimiento y carestía devastadores. Ausencia de productos básicos; precios inaccesibles; colas insoportables; quiebra moral de sectores blandos de la sociedad dedicados al “bachaqueo” (compra y reventa clandestinas). Impacto de la campaña de calumnia sobre sectores de la población y sus vanguardias. Confusión en el exterior acerca de lo que verdaderamente está ocurriendo en Venezuela y consecuente vacilación, incluso en sectores de izquierda, sobre la realidad y su posible desenlace. Por detrás, en las últimas semanas han sido detenidos grupos armados que intentan provocar saqueos a supermercados en un proclamado intento por desembocar en una insurrección popular.

Fervor militante

Si no todos al menos la mayoría de los cuatro mil participantes en el capítulo comunicadores del Congreso de la Patria sufren de manera directa la guerra económica en la forma de carencia de bienes de consumo básico, ataque al salario por la suba descontrolada de precios y el castigo constante de las colas. Pero nadie deduciría ese sufrimiento viéndolos esperar el inicio de la sesión que en este encuentro culminará una labor llevada a cabo por asambleas en los 24 Estados durante varias semanas. Han presentado enmiendas y agregados al documento original puesto a rodar por el Estado Mayor Comunicacional: más de 40 periodistas de todas las edades y todas las corrientes internas de la Revolución, la mayoría con mucho reconocimiento y laureles bien ganados antes y durante la Revolución, que constituyen un frente único referencial para esta multitud que atruena el salón principal del Teatro, testigo de todos los hitos mayores de la larga marcha bolivariana contemporánea.

Hay confianza, combatividad y clara comprensión de la coyuntura política en sus cánticos y consignas. La ostensible y contagiosa alegría nada tiene de inconsciente. Mucho menos de amoldamiento burocrático. Es un movimiento genuino y potente, que exige medidas para avanzar sobre los medios de comunicación del capital mediante la labor múltiple de comunicadores con y sin título, con radios, estaciones de TV, periódicos barriales, equipos de teatro, música y poesía, brigadas de muralistas, todos dispuestos a desplegarse en las calles para cerrarle el camino al intento de derrocar a Maduro y aplastar la Revolución.

En actividades previas, preparatorias, en pocos casos con presencia de invitados extranjeros, pudo verse multiplicada la claridad de ideas y la inconmovible combatividad de este nuevo ejército en el panorama venezolano, donde la terminología militar en muchas instancias organizativas proviene del origen de Hugo Chávez y de su conciencia sobre los momentos que fatalmente debería afrontar la Revolución, pero sobre todo, hoy, de la realidad de un combate día a día agudizado por la ofensiva contrarrevolucionaria. Todos bien vestidos, educados, muchos con grado universitario, sin embargo traducen en incontables signos la condición de clase de este nuevo componente comunicacional, en frontal choque con los medios del capital.

Pasado, presente y futuro

Hay historia detrás de este acto bullanguero y con objetivos claros. El Congreso tiene lugar en el día del Periodista. Y esa fecha está fijada por el día del año 1818 en que apareció la primera edición del Correo del Orinoco fundado por Simón Bolívar. “La artillería del pensamiento” llamaba a la imprenta que llevaba consigo.

Chávez no sólo refundó el Correo del Orinoco y alentó la proliferación de medios de todo tipo en manos de las comunas y otras instancias de base. Él mismo fue un excepcional comunicador. Y dejó una escuela todavía no suficientemente estudiada y sistematizada, en la cual destaca el lenguaje claro, sencillo y veraz, intransigente e implacable, pero a la vez de elevado nivel en todos los sentidos, a comenzar por la corrección gramatical y la riqueza del léxico.

Maduro continuó, como en otras áreas, por ese camino. Y ahora se planta ante el multitudinario congreso para resumir el documento y las enmiendas propuestas, antes de detallar un plan de acción en este terreno.

Un representante de la prensa comunal había exigido en su discurso que se reglamentara la Ley de Comunicación Popular, aprobada por la Asamblea Nacional antes de que la oposición conquistara la mayoría y guardada en un cajón. Maduro tomó la crítica y ordenó que en 30 días se le presentara una breve, concisa y jurídicamente muy sólida reglamentación. Retomando el repetido discurso de Chávez, subrayó que “debemos tener medios públicos y comunitarios con público. Tenemos que ser los mejores en calidad técnica, ética y comunicacional”.

El Presidente aprobó una recomendación para alfabetización digital y lanzó la Misión Robinson Digital, con la consigna “yo existo, yo puedo”. En consonancia, tras explicar la magnitud del ataque de la prensa comercial internacional contra la Revolución, planteó al Estado Mayor Comunicacional la conformación de un equipo especial para defender al país en ese terreno, mediante la multiplicación de mensajes digitales, videos y fotografías, que contrarresten la idea de que Venezuela está, como dicen los medios de la burguesía, ante “una catástrofe humanitaria”. Instó además a todos los medios tradicionales de comunicación alternativa a renovarse, mejorar, estudiar y escuchar para ser escuchado. Maduro convocó también a mostrar cada aspecto de la Revolución, incluyendo los problemas que atraviesa: “mostrar cómo en un país al que se le cae el 97% de su ingreso petrolero no ha sido despedido un solo trabajador y se siguen protegiendo los derechos fundamentales del pueblo como la educación, la salud, la alimentación”.

Desafíos de corto plazo

“Reorganizar todas las fuerzas de la Patria”, había explicado Maduro como objetivo del Congreso de la Patria, que luego se abriría en abanico para abarcar de manera directa y con el máximo de participación a todos los sectores sociales. Se pueden oír quejas y protestas por diferentes razones: propensión a un modo de actuar que limita en la práctica la participación, falta de concreción de lo que se afirma en discursos y documentos, bolsones de burocratización…

Muchas de estas condenas desestiman el peso objetivo de una sociedad caracterizada por la omnipresencia destructiva de la renta petrolera y parecen no comprender el desafío inmediato de la ofensiva imperialista. Sin embargo, no por ello dejan de tener fundamentos válidos que requieren tratamiento efectivo sin demora para completar el propósito de reorganizar todas las fuerzas, las inmensas fuerzas sociales e individuales, comprometidas con la Revolución Socialista Bolivariana.

Aunque la batalla recién comienza, el hecho es que el plazo fijado por el titular de la oposición ya se ha vencido. Y no sólo Maduro sigue en el poder, sino que Henry Ramos Allup ha sufrido sucesivos fracasos que lo revelan tal como es ante la sociedad y provocan fracturas y parálisis en la oposición.

En buena medida, a diferentes niveles de la administración se insiste en la idea de que la solución a los problemas del abastecimiento y el alza de precios depende de mejores controles y mayor fiscalización. Muchos perciben en cambio que en tanto la burguesía mantenga las palancas principales en áreas clave de la producción y distribución alimentaria, así como en la banca, no será posible quebrar la espina dorsal del desabastecimiento y la carestía. Es el gran debate de hoy, la carrera contra el tiempo para que las penurias y el descontento no se traduzcan en desmovilización e incluso oposición.

Fue esa combinación lo que produjo la derrota en las legislativas de diciembre último. Hay signos de que ese momento pasó. La panoplia organizativa de la Revolución rearticuló al movimiento popular –aunque sigue sin verse el papel rector de la clase obrera– y el conjunto de medidas económicas pueden revertir la curva de caída de los últimos tiempos. Lo aseguró Maduro, al anunciar que este segundo semestre se verán los resultados de una franca mejoría.

El perceptible inicio de un nuevo auge de las masas está en dependencia de que la burguesía pueda o no continuar con su labor destructiva de desabastecimiento y alza desmesurada de los precios. Y el Gobierno lo sabe.


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Luis Bilbao

Escritor. Director de la revista América XXI

 luisbilbao@fibertel.com.ar      @BilbaoL

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