La verdad interna en la carta de Jaime Bayly

El divino y atormentado Jaime Bayly se acobardó al saber que tiene un tumor cerebral canceroso no operable y, lo que él lamenta en su letrina viviente es que ahora que es rico se está muriendo y, no le consuela que le digan que desde que todo ser humano nace está en vía de morirse, eso para él es una tremenda necedad que no lo incita a tener paciencia moribunda y, sin temor alguno acepta que tiene que ser valiente y, morir sobre todo con estilo nunca visto y, para ello se ensarta a diario cinco diminutas pastillas cada una con una función bien definida que son, para dormir, para controlar su ansiedad, para aliviar el estreñimiento, para bajar el colesterol y, para que no se le caiga su hermoso pelo y, no esconde que con ellas vive feliz a meses de la muerte y, en serio lo escribió.

Pero. Lo que sí le enfurece y no se lo perdona que después de esperar veinte años a que su madre compartiera su fortuna con él le diagnostican cáncer cerebral que posiblemente, lo obligue a vivir sólo seis meses sin poder reclamar ni pedir uno más, aunque ha llevado sus cincuenta y tres años a como le ha dado la gana rutinaria en estar en cualquier parte del mundo, disfrutando el día a día sin importarle que la noche lo coja mal con sueños esporádicos en que él mismo se despeinaba a su propia manera, ya que en solitario se consuela mediante su afinamiento como le gusta y, su horizonte viviente ha sido sin trabajar por una herencia dejada por el padre de la que le sacó el mayor provecho como quiso.

Pero no todo siempre está en tono con lo que se quiere y se desea y, particularmente, se queja con toda su impaciencia y disconformidad a sus pretensiones artísticas en no lograr lo ansiado que ahora que está de cama le parte el alma en penas cuando, quiso ser pintor y los pinceles de la creación no lo acompañaron y de por sí hay un motivo para morir inconforme y, más cuando su mamá y su hermana que ambas lo han humillado y le duele que no tengan un solo cuadro de él colgado en sus casas y, para el colmo de más dolor que lo comprime es que el único cuadro que pudo vender en su vida fue disuelto en cloro en un piscina española por el novio de una amiga que bajo una borrachera lo adquirió y, eso le remuerde el balbuceo de su desvelo en cama, aunque a decir verdad sin entrar en razones, ha vivido bien, pintando y exponiendo sus cuadros, llevando una vida de artista sin jefes, sin horarios, sin hijos en libertad con aplomo.

Su madre y su hermana jamás asistieron a una exposición de sus cuadros y eso lo está matando más rápido que por lo general siempre tenían una excusa diplomática para no ir y, como siempre fue un fracasado como pintor que ahora en su lecho de agonía, está seguro que con su muerte se va el pintor que nunca fue que goza de una riqueza de cien millones de dólares que no le dan sustento oportuno de descubrir su sanación y con tanto dinero en su poder no puede comprar su felicidad, ni tampoco el apartamento que deseaba adquirir en Nueva York y, otro en Buenos Aires y una casita arriba en Sitges en España pero será verdad o, no que, los sueños, sueños son- y, la película de su vida queda inconclusa, además de pintor fracasado, le falla la salud y, aunque él detalla los culpables que por meter antenas fabulosas es sus casas trajeron su enfermedad y la de muchos que habitaban en el mismo barrio que lo mantiene sin cura y sin remedio.

Se lamenta Jaime Bayly en su agonía de desahuciado con una impertinencia que lo mata de impenitencia al lamentarse tranquilamente que, Ahora que por fin soy rico, estoy muriéndome sin poder ir a vivir a donde quisiera y con esa lluvia de riqueza que le cayó del cielo es para enterrarlo como vino al mundo, se va y, lo que más le molesta y no lo oculta es que, la mamá asistirá a su sepelio y dirá unas palabras en su memoria, elevará una plegaria sentida y se quedará con su dinero. Se dan cuenta que madre es madre, aunque el hijo sea un mal viviente que tiene la osadía de pintarse a cuadro completo con reflejos que se venderá sin precio alguno y finalizo con algo que no se puede ocultar, dicho por él mismo que, ahora siente que la vida es realmente absurda, inexplicable. Y acepta a conformidad de su voluntad que es gay que no tiene novio ni ejerce ese motivo como profesión y, lo más esplendoroso que se inventa es que por que nadie sabe que es gay o todos lo saben y, nadie habla de eso porque a nadie le importa muy bien dicho. ¿A quién le importa? Si eso pertenece al reino de su voluntad de gusto. Y esa fue su lamentable vida en su devenir.



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Esteban Rojas


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