Para quienes tuvimos la dicha de vivir la época de oro del cantante de los cantantes, el inconfundible Héctor Lavoe, aún resuenan las letras de sus inolvidables canciones. En este caso, su éxito Vamos a reír un poco, adquiere un significado allende el paso del tiempo. En tan recordada canción, Lavoe, satirizando el enloquecimiento de la sociedad de sus días dijo: Vamo a reí un poco… A mí me parece que todo el mundo se ha vuelto loco. No imaginaba el artista que sus frases poseían en sí una aplicación histórica en un mundo al revés o de locos. ¿Ejemplos? veamos:
Galileo Galilei, inventor del telescopio, del reloj de péndulo, descubridor de los satélites de Júpiter, de los anillos de Saturno, de la primera ley del movimiento, en pocas palabras, un verdadero bastión de aportes para la humanidad, fue víctima de los celos de los Consultores del Santo Oficio durante la Inquisición, quienes lo persiguieron y condenaron a prisión el 24 de febrero de 1616, por sostener que el Sol está inmóvil y que los planetas giran a su alrededor. Preso, condenado, execrado por decir lo que hoy en día nos resulta la verdad más elemental, pero que en su momento, en el mundo al revés de esos días, los sabiondos y pseudo- conspicuos decidieron que no era para nada bueno considerar como verdad.
Otro ejemplo de mundo al revés lo encontramos en las Sagradas Escrituras. Allí, en un acto público, Poncio Pilato, creyendo que podría evadir el asedio de los maestros religiosos de la época, quienes pedían la muerte de Jesucristo, pensó que preguntándole al pueblo enardecido si preferían que liberara a Barrabás (asesino confeso y condenado a muerte) o a Jesús de Nazareth (inocente de todos los cargos maniqueos en su contra) tendría como lógica respuesta que un hombre justo y sin culpa no era merecedor de castigo alguno. La respuesta del mundo al revés fue: Liberen a Barrabás. El pobre Pilatos, viendo que el tiro le salió por la culata y que la gente se había vuelto loca, prefirió lavarse las manos y botar tierrita y no jugar más.
Ah, y por supuesto, no podría dejar pasar por alto uno de los casos de mayor relevancia en materia de un mundo con las patas pa´rriba. Se trata del tristemente galardonado Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Aquí sí que cabe toda la frase de la canción de Héctor Lavoe: Vamo a reí un poco…A mí me parece que todo el mundo se ha vuelto loco. El premio Nobel de la Paz, es un premio emblema de espíritu humanitario; signo de consagración a la lucha por la vida y el derecho de los más débiles; muestra de desprendimiento de los propios intereses en aras de la justicia; lema de oposición a la guerra y sus terrores. El Nobel de la Paz; símbolo tangible que nos recuerda a los más nobles (aunque algunos no lo hayan recibido) Mahatma Gandhi, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela. Hoy nos encontramos ¿embobados?, ¿obnubilados?, ¿estupefactos? ¿Caídos pa´tras al mejor estilo de Condorito? Como sea, lo que resulta sorprendente es ver el otorgamiento de tan glorioso ícono al presidente y conductor del país con las políticas más antagónicas a los sublimes lemas y emblemas antes referidos. Creo que no es necesario echar el cuento de las abominaciones que bajo su gobierno se erigen como símbolos de la muerte y la violación de los más elementales derechos de la humanidad.
Lavoe, amigo mío, cuánto te habrías reído, o quizá llorado, al ver este último episodio del más alto talante de locura. Casi me atrevo a asegurar que hubieses escrito una canción digna de recibir (hablando de premios), varios Grammy.
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