El Imperio coloca al mundo en la senda de la guerra global contra la Humanidad

Una cosa parece obvia para intentar plantearse un cierto abanico de criterios: es indispensable avanzar en una aproximación, lo más cercana posible, a un concepto de lo que entendemos por “imperio”, porque, quiérase o no, USA, y lo que ello implica en las relaciones de poder en el mundo contemporáneo, aparecen a primera vista como el principal factor hegemónico del capitalismo en su actual etapa de desarrollo. Lo que no debemos confundir, por supuesto, con la muy extendida opinión reduccionista del concepto “imperio” al ámbito del imperialismo estadounidense.


Con respecto al concepto de “imperio”. Sin desdeñar las contribuciones recientes de Negri, quién ha hecho un importante aporte teórico y político en torno al tema, nos parecen más adecuadas y pertinentes las líneas de caracterización elaboradas por Sami Nair. (1) Este autor parte de entender el “imperio” en el marco del sistema-mundo inmanente al proceso de mercantilización plena del capitalismo mundial, subrayando que no hay economía o región en el mundo entero que no esté sometida a esta lógica. Sin embargo, no simplifica ni reduce sólo a los términos del mercado puro y simple, los componentes de su definición.

Señala, además, que el carácter oligopólico del gran capital transnacional le confiere a esta dinámica económica un modo de dominación mundial sin parangón en la historia del mundo. A diferencia de otras modalidades de imperios conocidos con anterioridad que centraban su dominio en los ámbitos de lo militar o lo político, esta nueva versión imperial esta sustentada en una madeja de relaciones que involucran, además, un tercer elemento: su legitimidad “democrática”, quizás la más apabullante de todas porque se presenta como la única forma de democracia posible e, incontrovertida ella, para los intereses generales del imperio.

Pareciera un contrasentido, pero no es así. Nair expone un criterio que no deja lugar duda. Se trata de una legitimidad democrática que tuvo su origen en lo albores del capitalismo naciente para conformar un derecho sustentado en la primacía del mercado y en el interés expreso del sujeto propietario individual, ahora transmutado en derecho mercantil y ajustado al interés corporativo de las transnacionales y a las instituciones de derecho público y privado que les sirve de argumento válido ante los Estados, las sociedades y los consumidores del mundo. Lo que Hinkelammert ha llamado la inversión de los derechos humanos en Locke, al igual que lo expresado por Dussel, en el mismo sentido, con respecto a la Teoría de los Sentimientos Sociales en Adam Smith, lo cual le ha servido al capital para legitimar lo “irracional de lo racionalizado”. (2)

Como lo expresa el propio Hinkelammert: “Lo hace mediante un cambio de sujeto de los derechos humanos. Sustituye el sujeto corporal viviente, que es un sujeto de necesidades, por un sujeto abstracto, que es el propietario. El propietario es visto ahora como el soporte de la propiedad. De esta forma, el derecho humano como dignificación de la persona humana como sujeto concreto de necesidades es sustituido por la dignificación de la propiedad. Pero no de cualquier propiedad, sino de la propiedad como sistema de competencia y eficiencia” (3)

Tres son en nuestra opinión, los componentes básicos de esta estructura “democrática” que le otorga al capitalismo mercantil el suficiente piso institucional para desplegar su dominio planetario. En primer término, la compleja red de instituciones conformadas alrededor de la ONU y sus principales organismos internacionales que le sirven de base jurídica, política y económica para administrar el funcionamiento del sistema-mundo, mencionado por Sair. Entre los que se cuentan, además de la propia ONU, el Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, como las más representativas.

En segundo lugar, el Council on Foreing Relations (CFR) y el Royal Institute for Internacional Affairs (RIIA), instituciones creadas por el poder anglo-americano de las finanzas y del petróleo que, aun cuando fueron constituidas en latitudes diferentes, en los hechos funcionan como un todo. Su función básica consiste en proporcionar a la élite de estas corporaciones el espacio adecuado para filtrar decisiones de carácter estratégico que conlleven al dominio del mundo por parte del capital financiero-mercantil y sus agentes corporativos.

Y, en tercer lugar, los Estados-nacionales que sirven de asiento histórico a los más importantes conglomerados económicos que deciden en los hechos la orientación de las políticas económicas del sistema-mundo del imperio. Se cuentan entre sus fundamentales actores, por supuesto, a USA y al Reino Unido, pero, además, podríamos extender este escenario al G7. Quizás hasta el G8 o, inclusive, hasta el mismo, inexistente aún formalmente, G13, propuesto por el Presidente francés. Es en este marco donde se deciden, una vez ya procesadas por las instancias precedentes, las grandes orientaciones de la política mundial.

Ha sido la combinación de todos estos espacios de la institucionalidad del sistema-mundo capitalista lo que ha permitido el gobierno del mismo. Instituciones conformadas a la medida para que el predominio de la mercantilización del mundo sea la manera como se concreta la estrategia de la globalización financiera, asentada hasta hoy en el dólar como patrón de reserva internacional.

Este diseño estratégico, sin embargo, es relativamente nuevo, desde la histórica decisión por parte de los “jeques” del imperio, fundamentalmente su matriz petro-financiera, de disociar el dólar del patrón oro, durante el gobierno de Richard Nixon en 1971, el cual había sido instituido desde los acuerdos de Breton Wood en 1944. El predominio de esta fórmula ha sido incuestionable en la lógica del dominio mundial del imperio mercantil.

Como muy bien lo expresa F. William Engdahal: “Hacia mayo de 1971, la salida de oro de la Reserva Federal se volvía alarmante, y hasta en Banco de Inglaterra se unió a los franceses en la demanda de oro por sus dólares. Este fue el punto donde en vez de arriesgar el colapso de las reservas de oro en los EEUU, la Administración Nixon optó por abandonar el oro completamente, lanzándose hacia un sistema de divisas flotantes en agosto de 1971. La quiebra con el oro, abrió la puerta a una fase enteramente nueva del siglo americano. En esta nueva fase, el control sobre la política monetaria fue, en efecto, privatizado, con grandes bancos internacionales tales como Citibank, Chase Manhattan o Bardays asumiendo el rol que habían tenido los bancos centrales en el sistema de oro, pero completamente sin oro. Serían "las fuerzas del Mercado" las que ahora determinarían el precio del dólar” (4)

Al respecto hay que recordar que la FED, la reserva federal que funge como banco central en USA es una institución de carácter privado. Y se trata de un banco privado propiedad de unos pocos bancos privados, como lo afirma Graziano: “..de los 19,7 millones de acciones del FED, unas 12,2 millones de acciones (62%)) eran propiedad de sólo tres bancos hacia fines de 1994, ¿Qué bancos? El Chase Manhattan, el Citibank y el Morgan Guaranty Trust.Tres grandes apellidos desde hace muchas décadas han controlado y controlan esos tres bancos: Rockfeller, Rothschild, Davison (Morgan)”. (5) Ese porcentaje según el mismo autor ha continuado acrecentándose en la última década.



No es difícil entonces, a la luz de la anterior exposición, deducir las relaciones de dominio de las megacorporaciones petro-financieras, con el uso de la plataforma del patrón dólar, como moneda corriente del proceso de mercantilización global, sobre el planeta tierra en su conjunto. No hay hoy espacio alguno del mundo que no esté impactado por este sistema mercantil. Se ha constituido, en efecto, durante más de treinta años el imperio del dólar como moneda emblemática del poderío estadounidense y ha sido una herramienta para gobernar el mundo, sin embargo, hoy parece que ya no es así, al menos con la fuerza de antes.

Determinados hechos, tendencias y opiniones dan cuenta del deterioro gradual del esquema anteriormente descrito. Como bien lo señala Jalife-Rhame: “..la alquimia financiera manejada estupendamente por la dupla anglosajona-Estados Unidos y Gran Bretaña-que controla los mercados de la globalización desregulada, sólo podía pervivir gracias a la eventual transmutación de oro negro en papel chatarra, concretamente el dólar” (6)

En forma creciente ha venido emergiendo, no digamos una oposición progresiva al esquema unipolar y unilateral que ha intentado imponer esta dupla con algunos de sus aliados, sino, una nueva concepción y diversidad de enfoques para el tratamiento de los asuntos internacionales, los cuales buscan desmarcarse del dominio de la yunta petro-financiera del mundo.

Por un lado, se ha cobrado conciencia de la importancia estratégica de la posesión de reservas petrolíferas y gasíferas en el mundo. Es obvio que el mapa de reservas cuantificadas y certificadas no tiene un saldo positivo a la tríada de los poderes del imperio: ni USA, la Unión Europea y Japón, disponen de recursos energéticos estratégicos. Ello es lo que explica la virulencia del unilateralismo rampante del imperialismo usamericano, fundado en la nueva Doctrina de Seguridad Nacional, con el uso de su panoplia miltar y ejecutado con saña en Afganistán e Iraq. Unilateralismo que ha dejado de lado cualquier consideración de apego a las normas internacionales, incluso rebasando a instituciones como la propia ONU. Lo ha confesado recientemente Alan Greespan, quién fuera, por muchos años, empleado de las corporaciones petroleras y presidente de la FED: “La guerra de Iraq fue por el petróleo”. (7)

De allí que cualquier aproximación a la comprensión del impacto que tiene el uso y la explotación de los hidrocarburos al sistema-mundo del imperio pasa por una cuestión elemental: son recursos energéticos no renovables, constituyen uno de los motores básicos de la economía mundial y, en consecuencia, son considerados bienes estratégicos en el mapa de la geopolítica internacional.

Una exploración de algunas estadísticas simples puede ilustrar la afirmación anterior. El grupo de países integrado por: USA, con 20.500.000 bpd; la Unión Europea con 15.000.000 bpd; China con 6.500.000; y Japón con, aproximadamente, 5.600.000 bdp; y, algunos otros países asiáticos, consumen alrededor del 85% de la energía mundial.

Los países que aparecen como mayores productores son: Arabia Saudita, con 8.5000.000 bdp; Rusia, con 8.700.000 bdp; USA, con 8.00.000 bdp; Irán, con 4.000.000 bdp; Noruega, con 3.500.000; China, con 3.300.000 bdp; y, Venezuela con 2.900.000 bdp.

Si agregamos a lo anterior que los países que se sitúan como los mayores exportadores de petróleo son, en el siguiente orden: Arabia Saudita, el mayor de ellos, con 8.200.000 bdp; Rusia, con7.000.000 bdp; Noruega, con 3.050.000 bdp; Irán, con 2.800.000 bdp; y, Emiratos Arabes, con 2.500.000 bdp.

Y, si, además, consideramos que la OPEP dispone del control de alrededor del 45% de la producción mundial y, agregado a eso, más del 50% de la exportaciones y tiene en su haber el 75% de las reservas mundiales, una cuestión salta a la vista de manera inmediata: uno de los principales factores de poder en el mundo de la energía lo constituye esta organización, integrada por los siguientes países: Arabia Saudita, Argelia, Angola, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Kuwait, Iraq, Irán Nigeria, Qatar y Venezuela.

También, pudiéramos agregar que las reservas probadas de petróleo en los países con grandes yacimientos están distribuidas de la siguiente manera: Arabia Saudita, con 261 billones de barriles, Canadá, con 178 billones de barriles, Irán con 132 billones de barriles, Iraq, con 115 billones de barriles y Emiratos Árabes Unidos, con 100 billones de barriles. Según estos datos, sumado al resto de las reservas mundiales, éstas alcanzarían un promedio de 1230 billones de barriles, esto sin contar con la reciente certificación de las reservas de Venezuela que, al incorporar la faja del Orinoco, alcanzaría la astronómica cifra de 1200 billones de barriles en reservas sólo en ese país.

Esto contrasta abiertamente con la escasez de reservas en lo países del mundo que consumen más petróleo. A los ritmos actuales de producción, precios y reservas se estima que USA tendría petróleo para 12 años y el Reino Unido apenas para 5 años. A Irán 90 años, a Iraq 200 años, y, a Venezuela, a la luz de su nueva certificación más de 200 años. (8)


De esta manera, dos cosas impactan la caída o creciente declive de la hegemonía del dólar y, en consecuencia, también del poderío estadounidense como ductor principal de las políticas del mundo. Por un lado, se incrementa la configuración de una perspectiva geopolítica y financiera desde las regiones y Estados que tienen y controlan el 70% de las reservas de petróleo del mundo. Y, asociado a lo anterior la constitución de mercados financieros o bolsas petroleras paralelas al margen de las tradicionalmente controladas por las corporaciones petro-financieras anglo-usamericanas. Estas bolsas, principalmente la promovida por Irán, serían mucho más peligrosas que la supuesta bomba nuclear de ese país.

En la actual coyuntura , como lo dice Jalife –Rahme, han coincidido al menos cuatro factores coadyugantes en la, formaciòn de los precios del crudo, a saber: “1.- El incremendo de la demanda de Chindia (precio geoeconòmico); 2.- El desplome del dólar (precio geofinanciero); 3.- Especulacion de los hegde funds (“fondos de cobertura de riesgo), lo cual ha sido fustigado por la OPEP como la causa principal, y 4.- inminente invasiòn turca a la regiòn kurda rica en petròleo en el norte de Iraq(precio geopolìtico).” (9)

Además de lo anterior, asistimos a la emergencia de nuevos factores de poder en el mundo, como caso ilustrativo: China. País que en este momento tiene entre sus reservas estratégicas aproximadamente, entre moneda corriente y bonos del tesoro americano, un billón de dólares. A la par de eso, las relaciones de la balanza comercial entre USA y China son deficitarias para el país norteamericano en gruesa medida a favor del asiático.

E, igualmente podemos afirmar que, el surgimiento de crecientes núcleos de integración de los países que geopolíticamente tienen los yacimientos pasan en forma creciente a dominar el tablero internacional de la energía.

Como ilustración de lo anterior: recientemente se produjo la realización de la Cumbre de los Países del Mar Caspio, llevada a cabo en Teherán y donde tuvieron presencia, además de Irán, Rusia, Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán. Todos ellos ribereños del Mar Caspio, con grandes reservas de petróleo y gas y con excelente ubicación geoestratégica. (10)

Todo esto ocurre en el marco de un ambiente de guerra pre-elaborado desde hace meses, e incuso años, el cual está en el ámbito de lo predecible, como lo es una agresión contra Irán por parte de quienes han venido tutelando el mundo de las petro-finanzas internacionales. Tal cometido lo ejecutaría una amplia alianza que, ya no sólo cuenta con la yunta anglo-usamericana, sino que sumaría igualmente a la OTAN y, por supuesto, a Israel. Cabe destacar en ese sentido la afirmación del Canciller Francés, Bernard Kouchner, quién indicó recientemente que “Hay que prepararse para lo peor” (11)

Dicha agresión no prosperó a comienzos de este año por tres razones. 1.- La acelerada pérdida de de poder de USA como super-potencia político militar y financiera de carácter unipolar ante su manifiesta impotencia para imponer su unilateralismo. 2.- la derrota de Israel ante las fuerzas de Hezbollah y 3.- La inteligente ofensiva diplomática Iraní. La cual le permitió, no sólo unificar una posición alrededor del Mar Caspio, sino además para acercarse a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), donde aún cuando fueron sólo como observadores abren el espacio para un gran bloque geopolítico euro-asiático, con gran contrapeso a la OTAN. (12)


Así que, podemos concluir que con el declive del dólar como fundamento del dominio de USA y, la emergencia con fuerza de nuevos actores en la escena internacional, es factible predecir el ocaso de esa hegemonía y la conformación de una multipolaridad fundamentada en el predominio de una nueva geopolítica petrolera donde los Estados propietarios de los yacimientos definirán sus estrategias. A menos que los vientos guerreristas de Washigton y sus aliados apuesten por la aniquilación definitiva de los métodos pacíficos para dirimir las controversias internacionales.


Notas:

1.- Sami Nair. El Imperio Frente a la Diversidad del Mundo. Novoprint. Barcelona, España. 2004.

2.- Hinkelammert, Franz. El Sujeto y la Ley. El Retorno del Sujeto Reprimido. Fundación Editorial el Perro y la Rana. 1° ED. Caracas. 2006

3.- Hinkelammert, Franz. Ibíd. p. 108

4.- F.William Engdahl. “¿Un nuevo Siglo Americano? Irak y la guerra oculta entre el dólar y el Euro. rcci.net/globalizacion

5.- Graciano, Walter. Hitler Ganó la Guerra. Editorial Sudamericana. 3° Ed. Buenos Aires. 2004.

6.- Jalife-Rahme, Alfredo. El Fin de la Alquimia Financiera. Clarín. 19.09.2007.

7.- Greenspan, Alan. “La guerra de Iraq fue por el petróleo”. En El Diario de Hoy., 19-09-2007. p. 54, El Salvador.

8.- Paredes, Ulises. www.soberanía.com 09-05.05. (También, cálculos propios)

9.- Jalife-Rahme, Alfredo. La Jornada. 22-10.2007.

10.- lmontero@prensamercosu.com.ar (19-10-07)

11.- Operación Enjambre de Fuego. Red Voltaire. 19-10-2007.

12.- Wilches, Víctor. Iràn sigue siendo el principal objetivo militar de EE.UU. 10-09-2007. Miembro del Grupo Interdisciplinario ALCES-España.


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Wladimir Ruiz Tirado


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