El verdadero desafío de la civilización humana es encontrar una senda clara que la conduzca al encuentro de su esencia, a sus orígenes, a la raíz primaria de la que emergió, desde el instante mismo que avanzamos de un estado de conciencia a otro, experimentamos la confusión propia de todo medio de transición, trayendo signos que son propios del tránsito, el período de la pubertad por el que atraviesa el desarrollo de los seres humanos es una excelente analogía que nos ayudaría a comprender lo que en la actualidad se encuentra experimentando la humanidad.
En esos períodos transicionales se hace necesario sostenerse de una mano fuerte, decir transición es definir un comportamiento oscuro, de inseguridad y confusión, despertando los miedos y peligros inherentes al mismo más deplorables de quienes lo experimentan, más la mirada madura de unos mecenas responsables permiten atravesar ese valle de sombras por medio del poderoso vínculo que produce la confianza con ellos, reencausando los nuevos torrentes de energías generacionales por los surcos de irrigación necesaria para continuar con el milagro del seguir viviendo.
¿Quiénes son esos mecenas con los que cuenta este período de pubertad por el cual nos encontramos atravesando? De existir, ¿hemos construido un vínculo de confiabilidad con ellos? ¿confiamos en ellos? Si un padre no fue bueno con sus hijos, los maltrato, no les brindó el cuidad adecuado en su desarrollo, los protegió, o en el peor de los casos los abandonó, entonces, ¿qué harán esos hijos en situación de orfandad? ¿qué será de esa generación? "Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, YHVH me recogerá", salmo 27, 10.
Gracias a la providencia divina nuestra madre Dominicana fue conocida por el Verbo de YHVH, engendrando un pueblo fiel, que está siendo revelado justo en este tiempo de oscuridad, en la gloriosa hora solemne marcada por la gracia del sembrador de civilizaciones, en el grito libertario de la noche del 27 de febrero del 1844; su semilla mantuvo un silencio arcano cubierto de luto por épocas antediluvianas y desamparadas de lumbres, mas ahora vemos los primeros resplandores de una profecía anunciada desde antes de la fundación del mundo, los Hijos de Dios brotando por todas partes y llenando de sus frutos toda la creación.
No se ven, sin embargo, a esos hijos pródigos, quienes tomando su herencia en épocas pasadas, se fueron de la casa de su padre bueno, dilapidándola, llegar ante su Padre bueno y misericordioso, llenos de arrepentimiento, humillación y clamor de sus almas, gritando en voz alta: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo", Lucas 15, 21; lo que sí estamos viendo, es una generación de padres irresponsables, que causaron males innúmeros, ensoberbecida, cuales sepulcros blanqueados, esforzándose en encubrir las inmundicias almacenadas en la oscuridad de una lúgubre sala que apesta de injusticias, latrocinios y todo tipo de abominaciones contrarias a las leyes divinas y naturales.
Ahora pretenden los malos pastores de mi pueblo, reunirse, animados por su ignorancia y maldades, para crear estratagemas mentirosas, buscan escapar del hacha que se encuentra en el tronco del árbol, porque árbol que no da fruto será cortado y echado al horno. Su cumbre, no es más que la cumbre de la ignominia, su reunión, la de los burladores y perversos, la congregación de los malos que planifican contra su Hacedor: "¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultaran unidos contra YHVH y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; el Eterno se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira", salmo 1, 1-5.