Dictadura comunista; dictadura de hombres de negocios no es mejor que aquella

Occidente quería que Gorbachov lograse liberar la economía soviética y transformarla en algo cercano a la Suecia. El Comité del Nobel justifico explicita mente el galardón otorgado a Gorbachov como un modo de ofrecer apoyo a la transición "una ayuda en un momento en el que ésta se necesita". "Como montañistas sujetos a una misma cuerda, las naciones del mundo pueden escalar juntas hasta la cima o caer juntas al abismo".

El Washington Post estuvo dispuesto a ir aún más lejos. En agosto de 1991, el diario publico un comentario titulado "El Chile de Pinochet, modelo pragmático para la economías soviética". El artículo suscribía la idea de un golpe de Estado para librarse del lento Gorbachov, pero a su autor, Michael Schrage, le preocupaba el hecho de que los oponentes del presidente soviético "carecieran del sentido común y los apoyos necesarios para barajar y aprovechar la opción Pinochet". Deberían seguir el modelo, proseguía Schrage, de "un déspota que realmente supo cómo organizar un golpe: el general chileno retirado Augusto Pinochet".

Gorbachov se encontró enseguida frente a un adversario que estabas más que dispuesto a desempeñar el papel de Pinochet ruso. Boris Yeltsin, aunque ya detentaba el cargo de presidente de Rusia, tenía un estatus menos prominente que el de Gorbachov, que presidía el conjunto de la Unión Soviética. Pero eso cambiaría espectacularmente el 19 de agosto de 1991, un mes después de la cumbre del G-7. Un grupo de miembros de la vieja guarda comunista movilizó los tanques del ejército y los envió hacia la Casa Blanca, que es el nombre con el que se conoce la sede del parlamento ruso. En su intento de poner freno al proceso de democratización, amenazaron con atacar el parlamento electo del país, Yeltsin se presentó en medio de la multitud de rusos que se habían congregado allí, decididos a defender su nueva democracia, y se encaramó a uno de los tanques para denunciar aquella agresión, calificándola de "cínica intentona golpista de derechas". Los tanques se retiraron y la figura de Yeltsin emergió de aquella confrontación como la de un valeroso defensor de la democracia. Uno de los manifestantes que salió aquel día a la calle dijo que aquélla había sido "la primera vez que tuve la sensación de que podía influir de verdad en la situación de mi país. Teníamos exaltado el ánimo. Era tal la unión reinante entre nosotros que nos sentíamos invencibles".

La misma sensación invadió a Yeltsin. Como dirigente, siempre se había comportado como una especie de "anti-Gorbachov". Si Gorbachov proyectaba corrección y sobriedad (una de sus medidas más controvertidas había sido una agresiva campaña contra el consumo de vodka), Yeltsin era un famoso glotón y un consumado bebedor. Antes del golpe, muchos rusos mantenían ciertas reservas con respecto a Yeltsin, paro él había ayudado a salvar la democracia frente a un golpe comunista y aquello lo convirtió —al menos, temporalmente— en un héroe popular.

Yeltsin no tardó en invertir los réditos de su triunfo en la obtención de un mayor poder político. Sabía que, mientras la Unión Soviética se mantuviera intacta, siempre dispondría de menos control sobre la situación política que Gorbachov, así que, en diciembre de 1991, cuatro meses después de la abortada intentona golpista, Yeltsin asestó una estocada política maestra. Formó una alianza con otras dos repúblicas soviéticas y, con ello, provocó la brusca disolución de la Unión Soviética y forzó la dimisión de Gorbachov. La abolición de la URSS, "el único país que la mayoría de los rusos había conocido" hasta entonces, supuso un fuerte impacto para la psique colectiva rusa y, según el politólogo Stephen Cohen, fue el primero de los "tres shocks traumáticos" que los rusos habrían de soportar en los tres años siguientes.

La conversión de Rusia al capitalismo tuvo mucho en común con los métodos corruptos que habían desatado las protestas de la plaza de Tiananmen en China dos antes. El alcalde de Moscú, Gavriil Popov, ha afirmado que, en la práctica, sólo había dos opciones posibles para desmontar la economía de control centralizado: "Puede dividirse la propiedad entre todos los miembros de la sociedad o pueden reservarse los mejores pedazos para los líderes. En resumidas cuentas, está el enfoque democrático y el de la nomenklatura y los apparatchiks" Yeltsin optó por el segundo y, además, demostró tener mucha prisa. A finales de 1991, acudió al parlamento donde presentó una propuesta muy poco convencional; si le otorgaban un año de poderes especiales (con los que emitir leyes por decreto sin necesidad de sometérselas a aprobación parlamentaria), él resolvería la crisis económica y les devolvería un sistema pujante y saludable. Lo que Yeltsin solicitaba con aquella proposición era el mismo poder ejecutivo del que disponen los dictadores, no los demócratas; pero el parlamento aún estaba agradecido al presidente por su papel durante la intentona golpista y el país necesitaba desesperadamente la ayuda del exterior. Así que la respuesta fue afirmativa: Yeltsin podría disfrutar de un año de poder absoluto para rehacer la economía rusa.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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