El comandante judío que liberó Auschwitz

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Anatoly Shapiro, Teniente Coronel retirado del Ejército Rojo estaba orgulloso de toda su vida de servicio en el Ejército Rojo. Pasó los últimos años de su vida combatiendo a la Gran Mentira de los neo-nazis que niegan el Holocausto.

Pero nunca, ni es sus sueños más afiebrados el Coronel Shapiro imaginó que su propia contribución a la historia y aquella de todo el Ejército Rojo para poner fin al genocidio nazi de los pueblos judío y ruso pudiera ser lanzada al agujero negro de su negación.

Para el Coronel Shapiro, que falleció el año 2005 a la edad de 92 años, él mismo se ha convertido en una persona no existente debido al hecho que él fue el oficial a cargo de comandar la liberación de Auschwitz, el más grande y aterrador campo de exterminio entre otros.

Shapiro no tenía planeado convertirse en soldado. Hijo de una familia judía de la localidad de Konstantinograd ubicada en la región de Poltava en Rusia, se unió al Ejército Rojo el año 1935. Estuvo en acción a través de toda la II Guerra Mundial y en repetidas ocasiones fue ascendido y condecorado por su valentía. Durante el gran duelo bélico entre el Ejército Rojo y la Wehrmacht el año 1943 en la región de Kursk, resultó gravemente herido y tuvo que permanecer un tiempo en un hospital.

Cuando el Coronel Shapiro recibió sus órdenes de parte del Mayor General Petr Zuboc de la 322ª División en el Primer Frente de Ucrania a cargo del legendario Mariscal Soviético, Iván Konev para preparar al Regimiento de Fusileros 1085º "Tarnopol" de fuerzas especiales para que entrara de inmediato en acción el día 25 de enero de 1945 supo que su unidad había sido asignada para liberar al campo de exterminio de Auschwitz pero él y ninguno de sus hombres soñó con lo que encontrarían más adelante.

La guerra tronaba con toda su furia en el este y los nazis luchaban con demencial fanatismo para impedir que las tropas del Ejército Rojo descubrieran sus peores infernales secretos.

En la vía hacia el campo de exterminio las fuerzas de Shapiro se toparon con un campo minado. Un doctor y cinco enfermeras murieron. El historiador británico Michael K. Jones señala en su aclamado libro publicado en 2011 "La Guerra Total: Desde Stalingrado a Berlín!" - "La mañana siguiente el regimiento se enfrentó a una fuerte oposición enemiga e incluso tuvo que sofocar un contra- ataque."

El teniente Iván Martynushkin, joven oficial relató a Jones durante una entrevista hace más de sesenta años: "En la medida que nos acercábamos tuvimos que luchar en cada asentamiento, en cada casa. No obstante, el diario de combate de la unidad 1085 lacónicamente señaló que nadie quería ceder."

Temprano a la mañana del día 27 de enero, luego de fieros combates la 1085ª unidad entró en Auschwitz mismo bajo un feroz fuego de artillería nazi. Alrededor de las 11 a.m. los hombres de Shapiro habían cruzado el Río Sola y dio la orden de "irrumpir en Auschwitz".

La lucha continuó fieramente y decenas de soldados soviéticos murieron.

Shapiro y sus hombres irrumpieron en el campo. Los nazis habían evacuado a la mayoría de los prisioneros sobrevivientes y los habían enviado en una marcha de muerte hacia la frontera con Alemania. No obstante, en el campo todavía había 1200 personas y otras 5000 en Birkenau, incluyendo 611 niños.

Los portones estaban cerrados con candados. La nieve seguía cayendo y había un olor a quemado en el aire"- En el interior había filas de barracas pero no se veían personas", describió Jones. Los hombres del Ejército Rojo rompieron los candados con sus ametralladoras. Durante los próximos sesenta años Shapiro vívidamente recordaría lo que encontraron en su interior. Décadas más tarde lo comentaría durante una entrevista.

"Yo había visto a mucha gente inocente asesinada. He visto gente ahorcada. He visto gente quemada, pero yo no estaba preparado para Auschwitz, la pestilencia era aplastante. Se trataba de las barracas de mujeres donde había charcos de sangre congelada y cadáveres yacían por todas partes."

Fuera de una de las barracas había un letrero que decía "Niños". Sin embargo Shapiro recordó que había solo dos niños vivos, los otros todos habían sido asesinados en las cámaras de gas o estaban en el "hospital" donde los nazis practicaban experimentos médicos en ellos. Cuando nosotros entramos los niños gritaban ¡No somos judíos! ¡No somos judíos! De hecho se trataba de niños judíos y equivocadamente nos tomaron a nosotros como soldados alemanes y evidentemente pensaron que los llevaríamos a las cámaras de gases. Nosotros los observamos horrorizados. Esta fue la más dura de todas las visiones".

Shapiro recuerda que la Cruz Roja Rusa ingresó rápidamente al campo y preparó sopa de pollo y vegetales para los sobrevivientes hambreados.

Otro alto oficial del Ejército Rojo de origen judío, el Coronel Georgi Elisavetsky, se convirtió en su primer comandante luego de la liberación. Su testimonio se conserva en el excelente Centro Ruso del Holocausto en Moscú ý también es citado por Jones.

La respuesta de las fuerzas del Mariscal Konev a la catástrofe humanitaria que habían descubierto fue ejemplarizante. Elisavetsky testificó que "Supimos que se debía tomar acciones inmediatas. Resulta imposible describir cómo nuestros doctores, enfermeras, oficiales y soldados trabajaron sin descanso y alimento ayudando a aquellos infortunados, cómo lucharon por cada una de sus vidas.

El Hospital Militar Nº 2962 del Ejército Rojo, dirigido por la doctora María Zhilinskaya –comenta Jones, "Sin embargo, logró salvar a 2,817 internos".

Después de la guerra, Shapiro nunca perdió su fe y su amor por la Unión Soviética. Luego de su desintegración se trasladó con su familia a Estados Unidos y se estableció en la localidad de Long Island. Escribió varios libros sobre el tema y sobre sus propias experiencias antes de su muerte ocurrida el día 8 de octubre del 2005.

Para el Coronel Shapiro, la idea que sus camaradas el Ejército Rojo y el cuerpo médico que combatió y murió luchando por la liberación de Auschwitz y que trabajó durísimo para salvar a sus lamentablemente pocos sobrevivientes, deberían ser indiferentemente comparados con los nazis, masivos asesinos, lo cual resultaría también ridículo y despreciable. El presidente Vladimir Putin reconoció esto también cuando conmemoró el aniversario este año en Israel.

La verdadera historia de la Liberación del Campo de Concentración de Auschwitz necesita ser relatada una y otra vez. Necesita ser metida en las gargantas de los fanáticos que odian a Rusia y de todos los traficantes de la guerra en todas partes.

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