Trump, ¿el populista?

El populismo es uno de los empaques más pintorescos del modo de producción capitalista; es abiertamente anticomunista; aunque a veces suele arroparse con la palabra socialismo, apertrechándose en los contrabandos ideológicos macerados en la Escuela de Fráncfort, bajo el pomposo nombre de Marxismo crítico; su criticismo está orientado a la descalificación del materialismo dialéctico e histórico, desde pertrechos intelectuales individualistas que recorren al mundo supuestamente alzado en contra del capitalismo, en una suerte de turismo intelectual, que inocula la desestimación de la clase obrera como sujeto histórico de la edificación del socialismo científico; atribuyéndole al tiempo y al espacio fundamentalidad histórica, niegan la lucha de clases; y a través de pseudociencias como la antropología, sociología, economía, politología, todas de orientación burguesa, por tanto idealistas, promueven falsas revoluciones como la Zapatista en México, con su principal ideólogo, Holloway, y su tesis de cambiar el Mundo sin tomar el poder. Nos lleva.

El Club Bilderberg, puso como presidente a un hombre de color, algo simpático llamado Obama, como para seguir desconociendo el racismo, como una de las características del imperialismo, en su extensísima propiedad, bajo su control encubierto y omnímodo. ¡Oh, el primer negro en la casa blanca! ¡Qué arrecho es Bergman! Pero el experimento no resultó, y el negro fracasó en una de las tantas tareas que le asignó su amo: lavarle la cara al capitalismo; limpiarlo de sus miserias. Fue catapultado por la poderosa élite, para una segunda oportunidad que no supo aprovechar, y lo que recordamos de él, es su condición de genocida, y de charlatán, desclasado y desnegrado

Esta es la peor crisis del capitalismo en el mundo, el imperialismo se empecina en parecer altruista y carismático, a pesar de la pobreza y la miseria que genera la condición privada de su modo de producción, y las acciones terroristas y genocidas, de los movimientos de su capital financiero, en la crisis alimentaria que pronto provocará hambrunas en una gran parte del planeta, ya castigada por el subdesarrollo, empollado, y cultivado por los oscuros mecanismos de su economía política.

Por primera vez, el club Bilderberg se la juega poniendo a Donald Trump en la presidencia del gobierno, que aparentemente administra el Estado imperialista, con la venia del congreso, esta vez, a su favor; Trump es un excéntrico multimillonario, fascista, ligado a los aberrantes círculos del Ku Klux Klan, que a pesar de no ondear la bandera de la disociada secta, está obligado a moverse dentro de sus dos grandes obsesiones: el racismo, y la persecución a los inmigrantes. Pero el Club, Bilderberg, que es el único dueño del imperialismo, lo proyecta como populista, para relanzar al capitalismo, simpático, chévere, como el único, válido, y definitivo futuro para la humanidad: el fin de la historia, pues.

La política migratoria, las relaciones con México, su incómodo vecino al que le ha robado las entrañas, y la cartera, muchas veces, estará impregnada de populismo. No amurallará el destruido y humillado país azteca; lo cubrirá más bien con los oropeles del discurso del hermano generoso y bonachón; pondrá orden a su negocio del narcotráfico, una de sus importantes fuentes de divisas.

Un imperialismo, relativamente nuevo, percibido desde la cara populista de un presidente multimillonario, que expulsará a los inmigrantes ilegales, envueltos en la bandera y la gorra constelada de estrellas, bajo la promesa de legalizarlos luego; continuará promoviendo guerras de invasión en donde quiera que haga falta hacer prevalecer los mezquinos intereses imperialistas; silenciando las maquilas. Su populismo tiene en la mira a Cuba, sin sopesar que toda Cuba, hoy es Fidel, como principio de dignidad revolucionaria que no renunciara jamás al socialismo científico, que le ha dado a todo al hermano y heroico pueblo cubano, salud, educación e independencia y soberanía política

El populista, como los otros, no ha sido elegido, ha sido puesto por el Club Bilderberg, en un intento más del imperialismo para hacer prevalecer su podrida tesis del fin de la historia.



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Eduardo Mármol


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