Peor imposible

Encuadremos por unos momentos a este país. Una monarquía situada en el continente europeo, en la Vieja Europa, pertene¬ciente, nada menos, a la Comunidad europea; depositaria de las más señeras esencias de la honestidad, del señorío, de la devo¬ción a Dios, a la Iglesia católica, a la familia y a todos los valo¬res pa¬trios y imaginables y por imaginar...

Pues bien, España, en los tiempos que corremos, es el país del Primer Mundo social, política, moral y éticamente más co-rrupto de cuantos conocemos del rango. Peor, imposible...

En semejante marco, dos profesores de Universidad concitan en este momento el mayor interés de millones de españoles hartos de tanto abuso y de tanta impunidad. Lo que dicen de ellos y de su emergente formación, "Podemos", tanto los faná-ticos de la dere¬cha prietas las filas como los de la falsa iz-quierda no merece la más mínima atención ni el más mínimo aprecio: lo dicta el miedo. Pero a los desconfiados y a los es-cépticos bien intencionados me dirijo con este argumento que no tiene contestación: por muy erróneo que fuese el pensa-miento (que en este caso no es siquiera ideología) y el camino a recorrer de "Podemos", y por muy mal que lo hicieran sus promotores y gestores logrado el poder, peor que ahora es im-posible. E imposible imaginar que quienes traten de superar a este sistema inmundo en lo político, en lo económico y en lo judicial causen más estragos en el pueblo que los que están ocasionando este gobierno y sus cómplices de toda laya.

Hay razonamientos para todos los gustos contra la determina¬ción de cortar por lo sano de "Podemos". Algunos de ellas son considerados imposibles e irrealizables por economistas y pe¬rio¬distas de esos que se arrogan el derecho y el deber de opinar urbi et orbe desde los púlpitos mediáticos. Les da igual que podrán ser imposibles dentro de las volátiles reglas del marco que precisa¬mente "Podemos" se propone empezar por cambiar. Por eso nada tienen de utópicas, si el marco constitucional es otro. Uno de esos razonamientos, por ejemplo, es que si los diputados y quienes se dedican a la política no están muy bien retribuidos, a la política sólo irán los oportunistas y no los que más valen. ¿De verdad piensan que están en la política los que más valen? ¿No son los que "más valen", según ellos, los que han traído a este país al gran desastre? Esos opinadores con¬funden a los que más valen con los vendedores de humo y de crecepelos de feria. ¿No ven que los que "más valen", según las actuales reglas del juego político son los charlatanes, los cíni¬cos, los mentirosos, los pusilánimes y los ladrones que abarro¬tan los escaños? En todos los países hay co¬rrupción, en todo el mundo hay corrupción -se les oye decir a menudo a periodistas y a políticos de la facción de los corrup¬tos-. Pero ¿acaso existe algún país donde los corruptos se cuenten por miles, y todos camino además de la absoluta im¬punidad, por pres¬cripción, por falta de pruebas contundentes pero no admitidas por los jueces o por indulto?

Aun siendo bien intencionada tales objeciones son de muy corto alcance y a su vez reflejo de lo que en este país es corrup¬ción. Ideas como ésa de que sólo pagando mucho a un diputado éste va a rendir y a ser honesto, también puede consi-derarse co¬rrupción. Pues ¿no es miserable y necio ese razona-miento que relaciona vo¬cación política de servir al pueblo con el interés per¬sonal por ga¬nar mucho dinero?

Servir al Estado es servir al pueblo. Y al que no le valga una re¬tribución decorosa, que lo deje. Por otra parte es infame comparar al Estado con una empresa privada cuyos dueños, en la mayoría de los casos, sólo buscan su exclusivo beneficio. Y hablando de medios, de periodistas y de economistas constan-tes decretadores de fatwas, ellos son en buena medida respon-sables y culpables de lo que sucede. Años y años han estado ocultando muchas de las cosas relacionadas con la corrupción en la política, en las institu¬ciones y en la institución real. Sólo cuando se han visto forzados por la atroz merma de la venta de ejemplares se han decidido a empezar publicar lo que ya sa¬bían. Lo que evidencia en este país la prevalencia del interés rastrero por encima de cualquier otro...

Hay conceptos éticos hoy día que casi suenan a sarcasmo o a broma dada la deriva que toman la ética y la moral en una so-cie¬dad dominada por el espíritu de los corruptos; corruptos que en muchos casos ni siquiera tienen conciencia de serlo cuando tanto repiten que tienen la conciencia muy tranquila después de haber desvalijado las arcas públicas con distintas malas artes reducidas a dos: la estafa y el engaño.

En definitiva, ninguno de los dos partidos que han terminado formando contubernio en grave perjuicio de centenares de mi-les o millones de ciudadanos, ya nada pueden resolver, secues-trados por sus ambiciones personales y de partido y rehenes de los man¬damases financieros europeos y mundiales. Sólo "Po-demos" (no en balde lo apoyan Noam Chomsky, Eduardo Galeano, Slavoj Zi¬zek y otros intelectuales firman apoyo internacional a PO¬DE¬MOS) y las demás fuerzas de la izquierda real están en condicio¬nes de dar a este país el vuelco urgente que precisa para venti¬lar una atmósfera ya irrespirable y para recuperar una reali¬dad ilusio¬nante que arrase la podredumbre que rebosan por sus cuatro cos¬tados multitud de políticos del poder central y local y todas las instituciones y estamentos. Roguemos a los dioses que los impul¬sores de “Podemos” y quie¬nes lo abanderan, no se rin¬dan…

16 Junio 2014


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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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