La agricultura de la muerte en EEUU

En una investigación reciente demostró que el trabajo más peligroso que se realiza en los grandes campos de cultivo en los estados unidos donde irónicamente la fuerza de trabajo laboral está constituida por un ejército de niños y niñas tanto ilegales y propios niños y niñas norte americanas que desde corta edad trabajar en las labores agrícolas conviviendo con los agrotoxicos mas terribles existentes, estos casi viven esclavizados, viviendo en condiciones infrahumana en sitios o barracas casi durmiendo donde depositan estos agrotoxicos engañados y maltratados donde se les ofrece miserias de salarios muy por debajo de lo establecidos en las leyes laborales de los EEUU, aquí a estas grandes extensiones de cultivos llegan miles de emigrantes mexicanos, hondureños, niños aquí son escondidos y explotados miserablemente ya que estos están apartados de las urbes en lugares remotos, además los EEUU es el país con mayor superficie de cultivos transgénicos los cuales están cargados de estos venenos que poco a poco van envenenando a estos pequeños es realmente una tragedia muy poco conocida quien puede reclamar a estos posiblemente los que mueren quedan sepultados en estos inmensos campos debajo del maíz transgénico, en un informe reciente publicado por Human Rights Watch


Estados Unidos está haciendo una pobre labor a la hora de proteger a cientos de miles de niños que desempeñan trabajos agrícolas a menudo extenuantes y peligrosos, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy. Human Rights Watch hizo un llamamiento al Congreso de Estados Unidos para que modifique las leyes federales que permiten que niños menores de 18 años trabajen en el sector agrícola a edades mucho más tempranas, durante jornadas mucho más extensas y en condiciones mucho más peligrosas que otros menores trabajadores en otras industrias. En su informe de 99 páginas, "Fields of Peril: Child Labor in US Agricultura" ("En tierras peligrosas: El trabajo agrícola infantil en Estados Unidos"), Human Rights Watch documenta cómo los niños que trabajan en el sector agrícola ponen en peligro su seguridad, salud y educación en grandes granjas comerciales en todo Estados Unidos. Para la investigación y redacción de este informe, Human Rights Watch entrevistó a 59 niños menores de 18 años que trabajaron en el sector agrícola en 14 estados de varias regiones de Estados Unidos Algunos empiezan a trabajar medio tiempo a los 6 ó 7 años. Al igual que muchos trabajadores agrícolas adultos, los niños suelen recibir una remuneración muy por debajo del salario mínimo, y sus pagas suelen verse recortadas aún más porque sus empleadores no reportan todas las horas trabajadas y los obligan a pagar de su propio bolsillo por herramientas, guantes y agua potable, que, en teoría, los empleadores deberían proveerles por ley. La agricultura es uno de los sectores de empleo infantil más peligrosos en Estados Unidos, según el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH por sus siglas en inglés) de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Los niños se arriesgan a sufrir intoxicaciones por pesticidas, accidentes graves e insolaciones. El riesgo de sufrir un accidente laboral letal entre los menores que trabajaban en agricultura es cuatro veces superior al promedio de todos los demás jóvenes trabajadores. Algunos trabajan sin ninguna clase de equipo de seguridad, incluyendo calzado y guantes. Muchos niños informaron a Human Rights Watch que sus empleadores no les proporcionan agua, un lugar donde lavarse las manos ni retretes. Las niñas y mujeres en esta industria son especialmente vulnerables a sufrir abusos sexuales. Como consecuencia de las extensas jornadas laborales, los niños que trabajan en el campo registran una tasa de abandono escolar cuatro veces mayor que el promedio nacional. Human Rights Watch habló con muchos menores que tuvieron que repetir un año escolar una o varias veces y en cuyas familias no hay nadie que se haya graduado de la escuela preparatoria. Human Rights Watch hizo un llamamiento al Congreso de Estados Unidos para que modifique la ley que rige el trabajo infantil -la Ley de Normas Equitativas de Trabajo (FLSA por sus siglas en inglés)- para erradicar la discriminación contra los niños trabajadores agrícolas. En otros sectores, la ley prohíbe la contratación de niños menores de 14 años, y limita a los menores de 16 a que trabajen únicamente tres horas al día durante el período escolar. Sin embargo, en el sector agrícola, cualquier empleador puede contratar a niños de 12 años, y en las granjas pequeñas ni siquiera existe una edad mínima. A diferencia de otros empleos, en la agricultura la ley no establece límites a lo temprano o lo tarde que pueden trabajar los niños, ni tampoco al total de horas, siempre y cuando respeten sus horarios escolares. Además, en el sector agrícola, la ley permite que jóvenes de 16 y 17 años trabajen en condiciones peligrosas. En las demás industrias, la edad mínima para esta clase de tareas es de 18 años.

"La ley de trabajo infantil actual fue redactada en la década de los años 30, cuando muchos niños trabajaban en las granjas de sus familias, pero esa era hace tiempo que ha pasado a la historia", afirmó Coursen-Neff. "Es hora de que Estados Unidos actualice sus anticuadas leyes de trabajo infantil para que los niños que trabajan en la agricultura reciban las mismas protecciones que los demás menores trabajadores". En septiembre de 2009, la congresista Lucille Roybal-Allard de California presentó el proyecto de la "Ley infantil para el empleo responsable"

Las regulaciones de seguridad de pesticidas de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) no incluyen cláusulas especiales para los niños. La aplicación poco estricta de las leyes se ve exacerbada por el temor de los trabajadores a reportar estas violaciones ante las autoridades. Alrededor del 85% de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos son hispanos. Pese a que muchos niños que trabajan en el campo son ciudadanos estadounidenses, es frecuente que sus padres sean indocumentados o estén en el país con visas temporales de trabajo agrícola, por lo que la familia entera le teme a la deportación. Las leyes laborales y su cumplimiento se aplican a todos los trabajadores, independientemente de cuál sea su estatus inmigratorio. Human Rights Watch instó al Departamento del Trabajo de Estados Unidos a que incremente de forma sustancial sus esfuerzos para identificar y penalizar el uso ilegal del trabajo infantil. Todos los estados del país deberían fijar o aumentar la edad mínima para el trabajo infantil en la agricultura a al menos 14 años, recomendó Human Rights Watch. El trabajo infantil en la agricultura estadounidense también viola las obligaciones internacionales del país bajo el Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En marzo, la Comisión de Expertos de la OIT expresó su preocupación sobre la significativa cantidad de accidentes y muertes que sufren los niños en el sector agrícola estadounidense, y las exenciones en las leyes de Estados Unidos que permiten que niños pequeños trabajen. El comité instó a Estados Unidos a que tome medidas inmediatas para acatar sus obligaciones legales. El 10 de mayo de 2010, Estados Unidos se reunirá con otros 80 países en una conferencia global sobre trabajo infantil organizada por el Gobierno holandés en La Haya. El objetivo de la conferencia es procurar un mejor cumplimiento del Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, con un enfoque especial en la agricultura.

" Testimonios de niños, padres y empleadores:

"En realidad, no tuve infancia y no quiero [que mis propios hijos] tengan que pasar por lo que yo pasé. Sólo se es niño una vez. Cuando te haces mayor hay que trabajar".

-Adolescente de 17 años que lleva talando árboles de Navidad, recogiendo tomates y trabajando en otras cosechas en Carolina del Norte desde los 12 años.

"[Cuando tenía 12 años] me dieron mi primer cuchillo. Semana tras semana me cortaba. Cada semana me hacía una cicatriz nueva. Mis manos cuentan muchas historias".

-Joven de 17 años que empezó a trabajar a los 11 años en Michigan.

"Tienes que trabajar todos los días; no hay descansos a menos que llueva. Los niños se ponen tan felices [cuando empieza a llover] que se ponen a gritar".

-Chico de 15 años que trabaja en Michigan durante el verano.

"Aquí hay muchos químicos en el campo... Puedes olerlos. [Recientemente] el avión fumigó, fumigó el algodón... Me sentí mareado. Me cubrí la cara y seguí trabajando. Nadie nos dijo que saliéramos del campo".

-Joven de 18 años que lleva trabajando desde los 8 ó 9 años recogiendo algodón en Texas junto a otros niños.

"No me acuerdo de la última vez en que me matriculé a tiempo en la escuela... Temo que esto vaya a retrasarme en mis estudios... Tuve que salirme de matemáticas porque era un desastre. Solía decirle al maestro: ‘Ni siquiera sé dividir y voy a pasar a segundo curso de bachillerato'. Voy de un sitio a otro. Hace que todo se confunda en mi cabeza y no puedo ponerme al día".

-Niña de 15 años que trabaja en la cosecha de algodón en Texas.

"Mi hijo necesita su tiempo para jugar. No puede trabajar 30 horas a la semana. Puede trabajar de tres a cuatro horas unas cuantas veces a la semana. Como empleador no puedes decir ‘voy a contratar a niños de 13, 14 años' ¡No! No estoy a favor de eso".

-Administrador de una granja cuyo hijo de 12 años trabaja ocasionalmente en su granja en Michigan.

"Le digo a mi hija que siento tanto haberle robado la niñez".

-Madre cuya hija de 11 años trabajó en la cosecha de algodón y cuida de sus hermanos menores.

Este panorama tiende a complicarse en el ultimo numero de una importante revista de ciencias agrícolas se publico un artículo que se refiere a la resistencia de nuevas malezas a los los agrotoxicos utilizados hasta ahora como el glifosato que hasta ahora era la estrella de estos venenos que destruyen la biota del suelo y más aun la salud de los niños, niñas y todo en que entre en contacto con este "



Los agricultores estadounidenses se encamina hacia una crisis", dice Stephen Powles de la Universidad de Australia Occidental, de Crawley. Powles es un experto en resistencia a los herbicidas, un empeoramiento del problema en los campos de Estados Unidos. Las malezas resistentes al glifosato-el más popular del mundo a los herbicidas están ahora presentes en la gran mayoría de la soja, el algodón y las granjas de maíz en algunos estados de EE.UU.. Tal vez lo que es peor, las malas hierbas están en aumento. Aunque el problema se destacó aquí la semana pasada en una Sociedad Americana de Química (ACS) reunión simposio, los químicos tienen poco que ofrecer: Unos nuevos herbicidas están cerca de la comercialización, y no con un novedoso mecanismo molecular de acción para la cual no hay resistencia, dicen ellos y es lo que generalmente ofrecen y que la naturaleza le demuestra lo contrario.

La Resistencia a los herbicidas ha ocurrido durante décadas. Pero debido a que la mayoría de los herbicidas no podían matar a todos las malas hierbas, los agricultores tenían que girar continuamente sus cultivos y rotar herbicidas para prevenir las malas hierbas resistentes se apoderen de sus campos. Esa situación cambió en la década de 1990 con la comercialización de cultivos transgénicos resistentes al glifosato, comercializado como Roundup de Monsanto, lo que permite que en la mayoría de estos cultivos lo que se usa a graner es el glifosato el cual va a parar a la piel y pulmones de miles de niños y niñas en estos extensos sembradíos, y luego al suelo y aguas, se ha reportando en los últimos años importantes desapariciones en los anfibios y contaminación en peces de agua dulce, y esto va acompañado la contaminación de las grandes industrias y la producción del hombre de nuevas biomoleculas que la biota del suelo no esta preparada para degradar estas nuevas biomoleculas aparecidas de la noche a la mañana, el mundo enfrenta una de las calamidades más grandes que es trabajar para su propia destrucción


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Saúl Flores


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