La actual izquierda chilena y la división del átomo

Las traiciones concertacionistas atomizaron a la izquierda. Surgen entonces ‘iluminados’ egresados de universidades post dictadura que, con mucho academicismo, reniegan de las raíces socialistas. ¿Eso es ‘izquierda’,  o es más de lo mismo, pero con menos arrugas?

¿HA SACADO USTED la cuenta de cuántos partidos, frentes, grupos y asociaciones políticas autodefinidas como izquierdistas hay en Chile? Es tal la cantidad de referentes de izquierda, es tal la fragmentación de la misma, que uno se obliga a recordar lo que sucede con el átomo, el cual también es divisible, pero, al hacerlo, sus propiedades fundamentales se destruyen liberando energía, la que bien puede ser aprovechada por agentes externos al átomo mismo. Para ello,  para dividir un átomo se requiere de un acelerador de partículas. En el caso de la fragmentación de la izquierda chilena, ¿quién  ha manejado –y maneja aun- ese acelerador? 

Es opinión de consenso que la izquierda fue hecha añicos por un ‘acelerador de partículas’ llamada Concertación, como también no hay controversia respecto a que tal ‘acelerador’ fue y sigue siendo manejado por vástagos políticos y económicos del pinochetismo bestial, asunto que a estas alturas de la historia última ya ni siquiera puede ser puesto en mínima duda. Durante dos décadas la Concertación hizo ingentes esfuerzos por mantener embaucada a la gente con el falaz argumento de ser un bloque de “centro izquierda”, ya que en la fría realidad siempre ha sido una coalición de centroderecha arrastrando a sectores de una izquierda debilitada por sus temores y ambiciones... así como asfixiadas sus cúpulas partidistas por las luchas internas tras liderazgos ocasionales que reportan, en lo individual, enormes réditos económicos dispendiosamente otorgados por los patrones de los mayordomos, pero cuyo costo es la venta a valor risible de nuestro país a manos privadas, tanto como la entrega casi gratuita de nuestra independencia económica y de una soberanía que jamás logró revitalizarse después del día martes 11 de septiembre de 1973.

Paso a paso, sin hesitar un solo instante en sus objetivos antichilenos, la derecha y sus acólitos fueron desnudando al país para extirparle recursos naturales e imprimirle una característica de bodega gigante a la cual llegaban bolicheros venidos de los cuatro puntos cardinales, todos con la misma idean: centuplicar la inversión en corto tiempo  merced a la expoliación del país y su gente, como también pagando impuestos tan exiguos que son casi inexistentes, depredando recursos hídricos y condenando a la inanición a decenas de comunidades que habitaban en otrora pequeños pero fértiles valles.

¿He dicho algo nuevo? ¿He descubierto o develado algún asunto que se mantenía en las sombras de la trastienda política? Por supuesto que no. Sólo estoy refrescando materias que son de conocimiento público, pero que requieren –por sanidad social- ser rememoradas de vez en cuando para evitar el embobamiento a que de seguro el duopolio “patrón-mayordomo” querrá repetir en estas próximas elecciones… por cierto, con el apoyo irrestricto –una vez más- de tiendas partidistas que antaño fueron de izquierda y que todavía conservan la razón social y política que mueve a engaño. En esta ocasión la trampita tiene el nombre de “pactos”, donde, para no variar en la estructura, serán como siempre las tiendas derechistas y/o pro derechistas quienes alcancen el cumplimiento de metas.   

Esa izquierda representada por el Partido Socialista, el PPD e incluso los viejos radicales del PRSD, ha sido tan ‘ñecla’ que entregó visto bueno al saqueo irracional del cobre, a la depredación de glaciares cordilleranos, a la entrega dócil y obsecuente de recursos tan vitales como el bordemar, el océano mismo, bosques y lagos. Esa izquierda ha hecho posible el mayor sueño bolichero de la ultraderecha criolla: que en Sudamérica exista un país llamado Chile donde nada le pertenezca a Chile, pues todo deberá estar en poder de escasas familias enriquecidas, amén de algunas empresas transnacionales que no reconocen ley, patria ni Dios cuando actúan fuera de sus territorios de origen.

¿LA NUEVA IZQUIERDA PIENSA, PROPONE Y ESCRIBE LO QUE EL PUEBLO ESPERA?

Se produce, entonces, un fenómeno nuevo. La gente está a un costado del escenario político sin querer entrar a partido alguno ni apoyar nuevas promesas demagógicas de los guarapos de costumbre, pues ya barruntó que le han visto las canillas durante dos décadas, y se informó –a través de diarios electrónicos y redes sociales- que  los mentirosos concertacionistas, junto con sus socios de la Alianza,  impidieron que Chile ganara miles de millones de dólares al impedir que toda la explotación cuprífera estuviera en poder del estado, aun sabiendo que Codelco podía no ser todo lo eficiente que el asunto ameritaba, pero pese a ello habría entregado a las arcas fiscales 300 o 400% más dinero que el aportado por las empresas privadas que hoy controlan las tres cuartas partes de la existencia de cobre en el país. Esa izquierda bolichera negó a Chile, a su gente, a sus pobladores, a sus ancianos, a sus estudiantes, a sus etnias originarias, a sus trabajadores, la posibilidad concreta de mejorar sus realidades.

Pero, como es habitual, del desastre y del caos surgen propuestas que ofrecen una luminosidad distinta, un camino que se distancia de las aberraciones concertacionistas encabezadas por sediciosos como Patricio Aylwin y traidores políticos como Ricardo Lagos Escobar. Una luminosidad que promete el nirvana político, aunque, para ser asertivo y directo, se enreda en palabrería insulsa y casuísticas carentes de huesos.  

Es la ‘izquierda de la cabrería de hoy’. Un lote de iluminados de última hora, desglosado de las universidades post dictadura (lo que equivale a decir: “internados para señoritos y señoritas donde se estudia cómo clavar un clavo sin que se enseñe quién, cuándo, cómo y por qué fabricó el clavo...y menos aún exigir un análisis de la producción de clavos), ha creído descubrir los anillos de Saturno,  la forma en que se cosecha el ajo y cómo debería ser un  gobierno diferente al del duopolio binominal. Dicen ser de izquierda, pero en estricto rigor no lo son. Aún más, resultan ser menos izquierdistas que los mayordomos socialistas de la concertación. ¿Socialdemócratas?, tal vez…y aun es mucho para ellos. Veamos por qué.

Si la izquierda política no es solidaria internacionalmente con los gobiernos izquierdistas y/o revolucionarios, NO es izquierda. Si la izquierda política chilena no es marxista, NO es izquierda. Si la izquierda política chilena no es allendista, NO es izquierda. ¿Queda claro?  He tenido una multiplicidad de conversaciones con algunos miembros de estos nuevos ‘movimientos’, y hasta este momento ninguno de ellos ha expresado apoyo a la revolución bolivariana que encabeza en Venezuela el presidente Hugo Chávez, pese a que en ese evento vital se juega quizá el destino de la izquierda latinoamericana. Estos recién surgidos izquierdistas siguen las aguas de socialistas falsos, como Fulvio Rossi y Marcelo Díaz quienes, respecto de este trascendental tema (el proceso bolivariano en Venezuela) demostraron no sólo carecer de información necesaria sino, además, confirmaron en los hechos que siempre han actuado políticamente en beneficio y defensa de los intereses norteamericanos y del gran empresariado.

http://old.kaosenlared.net/noticia/los-nuevos-socialistas

Respecto a lo que sucede en Siria, mejor no comentarlo, pues estos nuevos dirigentes se caracterizan por desconocer los antecedentes que obligan a acusar a Israel, Estados Unidos y sus aliados, de invasores, terroristas y ladrones actuando a voluntad en Medio Oriente y en el norte de África. Por desgracia, tales hechos y datos duros tampoco obran en poder de esos dirigentes (y en honor a la verdad, lo mismo sucede con la mayoría de los líderes y eméritos representantes de las tiendas concertacionistas).

Ahora bien, si el tema a conversar es, por ejemplo, la propiedad del cobre chileno, muchos de estos ‘neo izquierdistas de salón y academia” no manifiestan un rechazo abierto a los intentos del duopolio por privatizar el total o un porcentaje de CODELCO, aún sabiendo que esa empresa estatal administra sólo el 30% del cobre chileno y, pese a ello, aporta mucho más dinero a las arcas fiscales que lo aportado vía risible impuestos y royalty por la sumatoria de empresas mineras privadas que son dueñas del 70% del metal rojo, cuyo refinado tampoco lo realizan en Chile, llevándose además –al extranjero- los metales asociados, como molibdeno, plata y otros.

No se asfixia allí el tema. Al hablar de Cuba comienzan los movimientos de hombros y manoteos grotescos, como intentando expresar que lo que ocurre en la isla es un caso perdido, un asunto vergonzoso manifestado en la inexistencia de Malls y mega tiendas del retail. No hay más ‘argumentos’ que aquellos, ya que llegan a la torpeza de asegurar, por ejemplo, que en Cuba sólo existe un periódico (Granma), lo que es una falacia absoluta

http://www.mediatico.com/es/periodicos/america-latina/cuba/

Finalmente, como colofón de oscuro color, la mayoría de estos inefables nuevos izquierdistas saca sus pies del plato al referirse, casi con sorna, al gobierno de la Unidad Popular y a la estatura histórica y política del doctor Salvador Allende. “Es una cuestión que la nueva izquierda debe dar por olvidada y no tomar ningún elemento del programa ‘dinosáurico” de Allende y de la fracasada UP”… eso me enrostró uno de estos muchachos paridos por el neoliberalismo universitario. No quieren historia, reniegan de las raíces el socialismo real y optan por abusar de metalenguajes seudo sociológicos que conducen a la nada misma, a la vez que abandonan (y atacan con saña a veces) los mismos puntos y temas que aparecen en la histórica fotografía que acompaña a este artículo, lo que equivale, lisa y llanamente, a renegar del socialismo real.

Quienes ya éramos adultos cuando gobernaba Salvador Allende, podemos dar fe de que variopintos discursillos academicistas de mini-intelectuales los escuchamos una y cien veces de labios de personajes que lideraban grupos desgajados de la izquierda, como “Camilo Torres”, ‘Las Lanzas’, e incluso el mismo MIR, y que en la más fría de las realidades nunca arribaron a parte alguna, salvo por cierto, a un divisionismo que a la postre fue de utilidad sólo para los golpistas.

Es decir, un divisionismo que, como el actual, resulta útil únicamente para quienes manejan y administran “el acelerador de partículas”.



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Arturo Alejandro Muñoz


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