Los amos del mundo

Los acontecimientos internacionales obligan con fuerza incontrastable. Cuanto está sucediéndole a los pueblos de nuestra América ha dejado en nosotros la más alta tensión espiritual. De ver en la miseria millones de seres humanos y de hallarnos todos expuesto al terrorífico tormento. El motivo psicológico no lo haya nuestra razón y toda lógica nos falla. Meditemos y pensemos mucho. La usurpación es total: reinan realmente la solidaridad de los intereses y el privilegio de unos pocos. El pequeño burgués sigue aferrado a su condición: cree que le va en ello su propia existencia. El prejuicio de derogación condena al pueblo a la miseria, dado que el derecho de primogenitura reserva el patrimonio a los herederos del apellido, en que toda una clase privilegiada se vanagloria de permanecer inmóvil en medio del movimiento general y consume la mejor parte del producto sin haber participado en nada en su producción. Una clase como esa es ciertamente ajena al país por su holgazanería. Debemos discurrir algo tangible, algo palpable que podamos presentar como prueba de espíritu de confraternidad. Una confraternidad que haga que el pueblo pobre se prefiera entre ellos y para todo el resto de la Nación. 

 

Una vez más tenemos la prueba definitiva del decisivo dominio ejercido por el puro sentimiento sobre todo lo importante de los pueblos…: razón, instinto, coacción, interés y voluntad, esos bloques ciclópeos con los cuales construyeron el gigantesco edificio de la Sociedad Capitalista y Estado, en insensato afán babélico de lograr escalar el cielo, son barridos por la Revolución cual humo al ser lamidos por la llama de la humana pasión de las masas y del humano sentimiento. Y es qué razón, instinto, coacción, interés, deseo y voluntad son sólo facultad de hombres y mujeres y lo capital es tan sólo el hombre y la mujer, ellos, y quien el hombre sea—único misterio de la creación entera—ni ciencia ni razón lo comprenderán jamás. Nada ni nadie se comprende a sí mismo, como nadie salta sobre su propia sombra. Para nosotros hay en el ser humano burgués una ignota “razón de la razón”, esa llamada “razón de la sin razón”, ese algo sobrenatural que a los burgueses hace superar Muerte y Vida…, y en ese algo se revela su “inmortalidad”. 

A esta conclusión en recta nos lleva la realidad que vivimos. Salvando nuestra vista el abismo psicológico abierto entre nosotros, los creíamos unos perfectos arquetipos del “ente capitalista”, ya sin pasión ni sentimiento, todo en ellos razón, instinto. Es para nosotros ese nuevo tipo zoológico de “bello animal racional”, en el cual habían logrado reducir a fisiología, el amor al dinero, a la nada reducido, fulmina a la mujer y al hombre lo derrota… ¡Y nosotros que creíamos a la mujer hielo y al hombre acero!... ¡Y como arden el hielo y el acero!... Ahora la burguesía se nos está mostrando con su pura realidad: sólo una mujer y un hombre con su “naturaleza eterna, intransmutable…” 

Un eslabón verbal servirá para engarzar la falsa posición europea con una idéntica de la “democracia” americana… También ella, por defender una “democracia” interior en Francia y Alemania e Inglaterra, se ve impelida a sostener un imperialismo colonial… Como ustedes ven, puede plantearse la cuestión sobre una base lógica fortísima… De ahí a formular hipótesis de acción es facilísimo. Primera: que a los Estados Unidos no les interesa el imperialismo europeo, ya que la disputa se reduce a una cuestión de dominio personal. Que ideológica, política y económicamente, conviene a Estados Unidos la destrucción del imperialismo europeo, sea directo o indirecto. Más aún; si Europa perdiera toda su fuerza económica, desaparecida Europa como potencia, su imperio, en un solo día, vendría a gravitar hacia los Estados Unidos, como es política y económicamente fatal…  

Vean lo que decimos bajo el aspecto de conspiración siniestra, como puede ser dicho sin escandalizar a cualquier inefable burgués norteamericano. ¿Qué  actitud debe adoptar Estados Unidos frente a una guerra a la luz de que, bajo cualquier motivo, será siempre una guerra económica entre imperialistas que poseen e, imperialistas que ambicionan?... De ahí a pasar, por razón de seguridad, a sugerir la necesidad y la moralidad de que si el choque no se produce por sí mismo entre imperialistas, debe ser provocado, ha de resultar facilísimo… Y, aceptado en teoría, como se aceptará, concertar prácticamente las acciones es ya pura mecánica. He aquí el índice: prolongar la guerra económica entre los capitalistas hasta el último hombre, hasta el último dólar y hasta el último euro. 

Así fue reducida la cuestión a la vulgaridad. El idealismo imperialista es la vulgar adaptación a la grosera inteligencia capitalista del misticismo naturalista de Baruch Spinoza. “Ellos” son spinozistas; acaso sea lo inverso y que el espinozismo sea “Ellos”, siendo aquél sólo versión adecuada para la época de la propia filosofía de “Ellos”, muy anterior y superior… No es como el Marxismo propugna, por el aniquilamiento de un contrario el devenir de la síntesis. Es por integración superadora de tesis y antítesis como la síntesis se hace una realidad, una verdad, imperialista, en un acorde final de lo subjetivo y objetivo. 

Algo impreciso, difuminado y oscuro, pero real. Algo de apariencia fantasmal, pero acorde su figura, movimiento, relación y efecto con cuanto una lógica inducción podía dejar adivinar. Fuerzas ingentes, imponderables, invisibles, aparecen con un imperativo categórico indomable…, sutiles y titánicas a la vez; algo así como el magnetismo, la electricidad o la gravitación universal. Y, lo confieso, si las fuerzas, las causas y los hombres y las mujeres sólo son los que la Historia oficial escrita nos señala, proclamemos que la Revolución es el milagro mayor de nuestro País. Pero el suicidio de las naciones burguesas, sería, una prueba magistral y decisiva. 

Así se explican, sin duda, esos inútiles esfuerzos del imperialismo por negar nuestra Revolución, peligroso antecedente, su realidad histórica o su especifidad social y nacional. Pero así se explica también el estremecimiento que los imperialistas sienten con la repercusión de la Revolución Bolivariana en la conciencia de los pueblos Latinoamericanos. Este recuerdo, por sí sólo, es revolucionario. 

No obstante, más allá  de las estructuras sociales y de los antagonismos fundamentales que dan cuenta de las causas profundas de la Revolución, conviene precisar los diversos factores que explican una fecha.  Lo que la Revolución no es en modo alguno un acontecimiento fortuito. Ha tomado, es cierto, a la burguesía de improviso, y sin embargo no es más que el complemento del trabajo más largo, el término repentino de una obra en la que han trabajado varias generaciones. La Revolución es  ineluctable. 

Los imperialistas sionistas creen que les será fácil imponer un gobernante escuálido en Venezuela, pero este gobernante no encontrará más apoyo que el que le de la parásita burguesía, quienes no pensaron en favorecer al pueblo cuando estuvieron en el poder, y piensan en ello hoy que están dispersos  y vencidos y emigrados. Los oligarcas admitirán al gobernante, siendo fortalecido por los soldados del imperio, pero no harán nada para sostenerlo, el día en que este llegara a faltarle, el gobernante caerá del gobierno elevado por los imperialistas; como otros poderosos de nuestra América caerán el día en que el poder imperial deje de encubrirlos y protegerlos. 

manueltaibo@cantv.ne

Yanquis ¡Go Home!

¡Libertad para Gerardo!

¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte. ¡Venceremos! 


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Manuel Taibo


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