Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo V de “El Capital” (VIII)

¿Cuál es la aspiración del capitalista?

El producto –propiedad del capitalista- es un valor de uso: hilado, botas, etc. Pero aunque las botas, por ejemplo, sea en cierto modo la base del progreso social y nuestro capitalista sea un hombre progresivo como el que más, él no fabrica las botas por amor al arte de producir calzado. El valor de uso no es precisamente, en la producción de mercancías, la cosa que se quiere por sí misma. En la producción de mercancías los valores de uso se producen pura y simplemente porque son y en cuanto son la encarnación material, el soporte del valor de cambio. Y nuestro capitalista persigue dos objetivos. En primer lugar, producir un valor de uso que tenga un valor de cambio, producir un artículo destinado a la venta, una mercancía. En segundo lugar, producir una mercancía cuyo valor cubra y rebase la suma de valores de las mercancías invertidas en su producción, es decir, de los medios de producción y de la fuerza de trabajo, por los que adelantó su buen dinero en el mercado de mercancías. No le basta con producir un valor de uso; no, el quiere producir una mercancía; no sólo un valor de uso, sino un valor; y tampoco se contenta con un valor puro y simple, sino que aspira a una plusvalía, a un valor mayor.

Hasta aquí nos hemos limitado a estudiar un aspecto del proceso, pues se trata de la producción de mercancías. Y así como la mercancía es unidad de valor de uso y valor, su proceso de producción tiene necesariamente que englobar dos cosas: un proceso de producción y un proceso de creación de valor.

Sabemos que el valor de la mercancía se determina por la cantidad de trabajo materializado en su valor de uso, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. Este criterio rige también para el producto que va a parar a manos del capitalista, como resultado del proceso de trabajo. Lo primero que hay que ver, pues, es el trabajo materializado en este producto.

Supongamos, por ejemplo, que se trata de hilado.

Para la fabricación del hilado se ha necesitado, en primer lugar, la materia prima correspondiente, digamos por ejemplo 5 kilogramos de algodón. El valor del algodón no hace falta investigarlo, pues el capitalista lo compra en el mercado por lo que vale, por ejemplo, por 10 bolívares. En el precio del algodón se contiene ya, como trabajo social general, el trabajo necesario para su producción. Supondremos, además, que la masa de husos desgastada para fabricar el algodón, que representa para nosotros todos los demás medios de trabajo invertidos, posee un valor de 2 bolívares. Si una masa de oro de 12 bolívares es el producto de 24 horas de trabajo o sea de 3 jornadas de trabajo, tendremos que en el hilo aparecen materializadas tres jornadas de trabajo.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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