Condición ineludible de los socialistas

El revolucionario debe ser signo de esperanza para el pueblo

Cada día advertimos más claramente que el socialismo no es sólo un modo de solventar los problemas materiales de la gente. Con cada una de las experiencias descubrimos la urgencia de esa transformación del espíritu que limpie de mala hierba el campo del amor social. Es fundamental descubrir la felicidad en dar aún lo que no se tiene y otros necesitan. Cosas simples pero hermosas que van transmutando de luz y colores la existencia, como por ejemplo, el buen trato y la sonrisa cuando no se está para eso. Salir de uno mismo, de sus propios problemas y volcar la alegría que no se tiene en el otro o la otra que la necesitan.

Buscar la alegría donde está: en las cosas más sencillas, en el cielo, en los árboles, el río o en la mirada de un niño. No sólo indignarse ante la infamia sino armarse de alegría y emprender la tarea de llevar una sonrisa de paz al que no la tiene. Poco o nada haremos si a las transformaciones del sistema económico no les ponemos el necesario añadido de ese hombre y esa mujer nuevos. El hombre y la mujer viejos terminarían por reproducir, como la mala hierba, los mismos vicios que han conducido a la humanidad al abismo.

Si nos tomamos en serio la faena debemos concluir que no por fundamentalismos sino por profunda honradez hemos de ser esperanza para los excluidos de la historia y la única forma de no defraudarlos y defraudarnos es hacer concreta esa esperanza en medio de sus penurias. Muchos hombres y mujeres a lo largo de esta prehistoria han sido asesinados, perseguidos o desaparecidos y encarcelados por causa de la justicia pero de alguna forma, al menos hasta hoy, el sacrificio no ha devuelto la vida a pueblos enteros convertidos en desechos por causa de la desigualdad, la explotación y la injusticia.

Desde este punto de vista los socialistas hemos de convertirnos en símbolo universal de esperanza en el corazón del pueblo. Inútil sería la entrega si no se acompaña de la eficacia. Los excluidos de la historia aguardan por un mundo nuevo y es el deber de todos construirlo con ellos. El Socialismo no se conquista de una vez sino que hay que irlo conquistando y cimentando en la medida en que vamos muriendo al egoísmo de ese hombre caído en desgracia y naciendo al hombre nuevo.

Cuando José Martí dijo "con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar" en modo alguno concibió ese acompañamiento como preferencia por la pobreza sino como redención de los pobres. El término "pobreza" se refiere a la carencia por causa de despojo de los bienes económicos necesarios para una vida humana. El socialismo significa el camino a la restitución de la vida robada por los explotadores a los pobres de la tierra. La pobreza existe allí donde no existe el amor sino el odio. Hay pobreza porque hay hombres esclavos de otros hombres. El robo del trabajo social en beneficio de unos pocos, la especulación en el comercio, la apropiación individual de las tierras, la justicia corrompida, la violencia de las oligarquías y, en definitiva, la opresión de los ricos sobre los pobres hace que estos clamen al cielo por justicia. Los socialistas hemos de encarnar la esperanza del pueblo. Patria y Socialismo…o muerte…es más, mucho más que una consigna. ¡VENCEREMOS!.

martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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