¿Qué ocurrió hace 19 años, el 27 de Febrero de 1989, en Venezuela?

Un estallido social imprevisto e insólito estalla a finales de Febrero y principios de Marzo del 89, siglo pasado, su génesis sin duda radica en los factores sociopolíticos y económicos estructurales. 25 días después de tomar el poder, por segunda vez, el califa, Carlos Andrés Pérez, un decreto sobre aumento de pasajes hace que el pueblo se haga sentir. Un millar de  trabajadores que venían de Guarenas para Caracas, se encontraron con tal implementación, esta que erosionaba su bolsillo en más de un 30%, hace que se desaten sus acciones y con encono, los venezolanos, que hemos venido soportando con estoicismo los abusos a que hemos sido sometidos por 10 años, se lanzó desesperado al saqueo, al pillaje y a una barbarie que dejó sin aliento a un gobierno sordo ciego y mudo.

Esta acción fue considerada por diferentes analistas y politólogos como un fenómeno no político, por su espontaneidad y la falta de referencia a objetivos expresamente políticos. Pero el análisis profundo a esta situación nos enseñó todo lo contrario, y fue necesario dar una lectura política a estos sucesos de violencia. Lo que sí ocurrió es que no hubo una orientación partidista, doctrinaria, y eso fue normal, el país y los hombres del pueblo no contaban con líderes políticos, tenía sátrapas, tiranos, ladrones y explotadores, pero el acto insurrecto del pueblo, si fue una acción sociopolítica, fue la respuesta a la suspensión de los procedimientos normales de tramitación de las demandas sociales.

La de no tener la población conocimiento de valores básicos, ni menos información del funcionamiento político-económico que llevaba el Estado, fue el enfrentamiento real de la necesidad humana, ante la demagogia de un líder y un Estado que lograba el poder engañando las necesidades del hombre. Fue la respuesta de juicio y valor de la masa urbana a ese nuevo modelo económico que hoy se llama: Neoliberalismo y que no es otra cosa que el desarrollo de los oligopolios. Fue la necesidad, el hambre, la miseria y la explotación enfrentada a un estado que putrificado no tenía soluciones y que como respuesta a esta crisis, creada por él, la centró en el uso de la fuerza reaccionaria, utilizando los cuerpos más represivos y a los mandos militares más asesinos de todos los tiempos. Fue una masacre política amparada y llevada bajo el estigma institucional.

Tampoco el pueblo se resignó más a permanecer indiferente ante el uso ideológico e interesado de esa dictadura bipartidista adecopeyana, con la palabra democracia, la cual la designaban para crear su sistema de dominación, pues progresivamente el gobierno de turno en Venezuela, se hacia cada día menos democrático y menos justo con el pueblo.

¿Fue un motín por el pan?

El tiempo histórico es dimensional y el hombre lo hace con sus actos y sus decisiones, pero ocurre que los hechos muchas veces se desarrollan independientemente de su voluntad y también que al escribirla la adapta a una visión sin objetivos colectivos, deformándola de tal manera que los hechos históricos narran diferencias de los verdaderos hechos que ocasionaron las acciones, tal y como quisieron hacerlo con estos sucesos algunos políticos e historiadores.

Llegamos a los 19 años de ese imprevisto e insólito suceso que despertó al pueblo en aquel 27 de Febrero de 1989 y todavía nos consigue en una lucha abierta contra ese terrible mal heredado, aquello fue sin duda el resultado del descontento de los sectores menos favorecidos y que sin duda alguna podemos asegurar que fue un motín por el pan de cada día, suceso que calibró un nuevo hilo histórico, pues progresivamente vinieron detrás las explosiones militares del 4 de Febrero, 27 de Noviembre, que claramente dejan ver a civiles y militares unidos negándose a continuar el camino de la deshumanización.

Aunque en el archivo de la historia, estos sucesos quedaron como hechos dramáticos, con valores trágicos y sepultados, la verdad es que ellos jalonaron el hito histórico en las luchas cívicas-militares, para el total rescate democrático popular y llevando como pabellón ideológico el ideal de nuestro Libertador Simón Bolívar.

El poder y la violencia de la injusticia se encontraron como realidades opuestas. La corrupción, la demagogia, la inseguridad, de ese poder fueron la tarjeta de invitación para que la violencia y la paciencia de un pueblo sometido estallaran.

Hoy estamos viviendo un momento en el cual levantamos de nuevo las banderas de esa insurrección, la generación presente mantiene esas ansias de justicia, libertad, soberanía y una nueva cultura política, desde el marxista, bolivariano, cristiano y verdaderos demócratas, todos viven el impacto que nos dejó como lección aquella historia. Pero ese hoy también nos exige la carga responsable de levantar un proceso que nos de el pan de cada día. No hay escapatoria, la suerte está echada y el reto inevitable golpea con fuerza las verdaderas conciencias revolucionarias. ¡HAGAMOS EL BOLÍVAR DE PAN PARA NUESTRAS HAMBRES!



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Víctor J. Rodríguez Calderón


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