¡Pobre Gramsci!

Revisando el borrador del denso aporte de Müller-Rodriguez Araque para el debate del PSUV, me sorprende encontrar escasas referencias a Gramsci (solo dos) como inspirador y renovador del movimiento socialista y del pensamiento revolucionario mundial. Llama poderosamente la atención, los lugares en el co-texto, como plantea la trans-disciplina del “análisis crítico del discurso”, donde se encuentran sus escasas referencias. Veamos. En un párrafo dedicado extensamente al análisis de la dispersión de las fuerzas revolucionarias venezolanas en los años 70 y 80 del siglo XX, se dice lo siguiente:

“La diáspora de las fuerzas revolucionarias produjo más de una decena de partidos y movimientos políticos, medianos y pequeños (y hasta minúsculos), que asumieron dos líneas estratégicas separadas: aquella seguida por los más significativos mediante la cual, tomando las prácticas de la democracia representativa, trabajarían como vanguardias por la creación de la conciencia de clase en el proletariado; y, los que víctimas de la enfermedad infantil del izquierdismo se mantendrían en una lucha armada sin aparato político-social, y sin sostén logístico.”

El texto reproduce las distinciones elaboradas desde la mitología de las dos izquierdas a partir de las “formas de lucha” empleadas: la vía electoral, ligándola al paradigma de la “democracia representativa”, o la vía armada, que en su momento de debilidad político-estratégica y organizativa, deviene en una práctica propia de la “enfermedad infantil del izquierdismo”(Lenin dixit). Más abajo plantean, refiriéndose a las organizaciones que asumieron las prácticas de la democracia formal (serían el MAS y MIR luego de la pacificación, y el MEP, sin mencionarlas directamente):

“Con una actitud revisionista, de la cual hay que exceptuar al PCV, replantearon su tesis política del socialismo científico, adoptando en cada facción, en mayor o menos grado, la teoría complementaria de la “hegemonía cultural” de Antonio Gramsci, y tomando algunos de los planteamientos del eurocomunismo sobre el pluripartidismo como condición distintiva de la democracia y la preferencia hacia la construcción del socialismo en paz y libertad. Se trataba para ellos de casi un imperativo político dados los signos alarmantes de desintegración que mostraba el bloque comunista, por la forma como interpretó y aplicó la idea de la dictadura del proletariado el Partido Comunista de la Unión Soviética, con su efecto en la creación de una nueva clase privilegiada, y la imposición a la fuerza de la praxis del llamado socialismo real en los países integrantes del Pacto de Varsovia.”

Entramos de lleno en la polémica. Gramsci y el eurocomunismo. ¿Es Gramsci el responsable directo de una actitud denominada “revisionista”?. Si se trata de revisar el marxismo para enriquecerlo, para ampliar el programa crítico de investigación-acción de las fuerzas anticapitalistas, diría si. Pero la palabra “revisionista” es utilizada en el texto bajo el acento ideológico de los que se “desvían” del buen camino del “socialismo científico”. Aquí hay un primer punto de desacuerdo radical con estos autores. El “socialismo científico” es de cabo a rabo problemático, analizados los debates contemporáneos sobre las ciencias sociales históricas críticas y el post-positivismo (ver: abrir las ciencias sociales-Wallerstein). Así mismo, se plantea que fue una interpretación y aplicación equivocada de la tesis de la “dictadura del proletariado” por parte del partido comunista de la URSS el que creó una nueva clase privilegiada y la imposición a la fuerza del llamado socialismo real. Esta segunda tesis, es todavía más increíble. Aquí, se polemiza hacia dos direcciones al mismo tiempo, conservando un dogma: la interpretación y aplicación adecuada de la tesis de la “dictadura del proletariado”. Obviamente, el eurocomunismo sale también mal parado (con su abandono de la tesis política de la “dictadura del proletariado”), con el pluripartidismo y la construcción del socialismo en paz y libertad. Hay que leer entrelineas para destacar las implicaciones que para la ligadura orgánica entre democracia, socialismo y revolución tienen semejantes tesis. Luego, el texto continúa:

“Dentro de estas prácticas revisionistas, estos partidos y organizaciones políticas de la izquierda venezolana consolidaron el dominio de pequeños espacios en las instituciones parlamentarias de los distintos niveles de gobierno del país; el control de algunos estados de la federación y algunas municipalidades; y, espacios de influencia en el movimiento laboral y en el estudiantil propio de las universidades públicas. Pero la adopción de la praxis electoralista propia de la democracia representativa necesariamente implicaba el abandono de la tesis de la lucha de clases, aun cuando esta se mantuviera como slogan. Se impuso así el dominio cultural del bloque hegemónico del cual hace referencia Gramsci. Y dentro de estas circunstancias, estas facciones del movimiento revolucionario se convirtieron en rivales entre sí y, con fines únicamente electoreros, o dentro de la política parlamentaria, realizaron desde sus cúpulas coaliciones o alianzas coyunturales con los factores del poder establecido que confundieron sus bases y, sobretodo, a sus simpatizantes que conformaban el apoyo difuso a sus planteamientos.”

No parece nada consistente con la investigación teórico-política acerca de la obra de Gramsci, el lugar que le asignan Müller y Rodríguez Araque en todo esto. En el primer párrafo citado, Gramsci sirve de pretexto y complemento a prácticas revisionistas vinculadas al eurocomunismo. Esto es un gravísimo error teórico y político, que parece colocar a Gramsci en el mismo plano de consistencia que Togliatti. En el segundo, el electoralismo aparece como un elemento del bloque hegemónico y del dominio cultural de las clases dominantes (tesis analítica de Gramsci, según los interpretes), y se plantea la tesis de su articulación a la práctica de la democracia representativa. En pocas palabras, democracia representativa y electoralismo, desdibujan hasta su desaparición la tesis de la lucha de clases. Nada más alejado de Gramsci, por cierto. Por otra parte, al parecer, el MAS, MIR y MEP tenían una concepción representativa de la democracia y a la vez electoralista, influidos de alguna manera por el espíritu revisionista de Gramsci. Si estamos en lo cierto, en el texto se reflota la vieja tesis de la “dictadura del proletariado”, condenando la democracia representativa, el multipartidismo, la paz y la libertad, como elementos de dominación cultural de las clases dominantes. De estos errores, está empedrado el camino del socialismo burocrático-despótico, como lo analizó brillantemente Poulantzas, quién cuestionó la solidaridad estrecha entre ultra-izquierdismo y estatismo autoritario, en el plano de los hechos. Así de lamentable parece ser la hermeneutica política, pobre Gramsci, y pobre de nosotros!


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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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