El arte de llevar siempre activado un Detector de la Mierda…

Hemingway aconsejaba siempre, llevar muy activado un DETECTOR DE LA MIERDA. Es para evitarse en la vida decepciones, traiciones, los golpes menos imaginados. Para sortear esos golpes arteros que provienen de los seres más cercanos a uno, a los que uno aprecia, esos que aparentan protegernos y querernos con devoción sincera. Esos de los que tú esperas la mayor fidelidad y confianza posible, pero que,… por alguna razón inexplicable, llevan en sus vísceras odios, envidias miserables y rencores secretos, y un día cualquiera…, llegan y sacan el puñal encaletado, para lo cual, ya para nada valen los arrepentimientos. De esas experiencias, de esos golpes y sorpresas, están empedrados casi todos los caminos. Igualmente, por ironía cruel y desgarradora, de esos canallas como Judas o Yago, es por lo que la vida adquiere a la vez un sentido trágico y a la vez sublime.

¿Cuántas veces cada cual en sus trajines del vivir, ha llegado a pronunciar ese "Et tu, Brute?" ("¿Tú también, Bruto?") de Julio César, cuando ya no se puede hacer nada?

Pero es que algunas de esas arteras traiciones llegan a cambiar el curso de tantos pueblos y retrasan siglos proyectos grandiosos, cuantos elevados pensamientos se pierden para la historia, para la humanidad. Como, por ejemplo, esa doblez infinita de Santander y Páez hacia Bolívar, que también condujo al asesinato de Sucre y a la desintegración de Colombia. Uno imagina que ese DETECTOR DE LA MIERDA le debió haber funcionado al Libertador en 1813, de manera definitiva, en aquel encontronazo en La Grita, cuando Bolívar le espetó: "O lo fusilo yo o usted me fusila", para así nunca más tener a su lado al mayor canalla de Latinoamérica. Pero el Judas lo siguió y lo buscó por todos lados, hasta encontrarlo en 1816 en Guayana y nunca más ese despegó de él, hasta asesinarlo. Santander encarnaba todas las miserias de los conquistadores y de la colonia que Bolívar buscaba exterminar en América.

Igualmente, que terrible descuido tuvo Zamora confiándose y entregándole su amistad a un patiquín desvergonzado y abyecto como Antonio Guzmán Blanco. Autor de aquella bala que le llegó al general del Pueblo Soberano por la espalda. Y luego, la falta que le hizo a Cipriano Castro el referido DETECTOR cuando su compadre Juan Vicente Gómez se ofreció acompañarlo a la Revolución Liberal Restauradora.

Pero tampoco le funcionó a tiempo el DETECTOR DE LA MIERDA a tantos genios y talentos, como por ejemplo a Trotsky con aquel catalán Ramón Mercader. A Salvador Allende, en el momento en que colocó a su lado, con toda su confianza a Pinochet.

¿Y en el caso de Chávez, cuando se lo advirtiera el general Alberto Müller Rojas: "Usted Comandante está rodeado de alacranes"? Como el Comandante Eterno era tan amplio, directo y franco, tan desinteresado, noble y generoso, acabaron envenenándolo y metiéndole más puñaladas que a Julio César. Yo creo que si a Chávez le hubiesen ofrecido, hasta el mismo Cristo, el referido DECTECTOR, él lo habría rechazado, como también lo habría apartado Bolívar. Estaba en sus destinos tener el final que tuvieron, estaba escrito en sus almas tan elevadas, bondadosas y magnánimas confiar en sus soldados, en su pueblo, aunque fue por ahí por donde la CIA planificó su golpe, precisamente. Trágicamente, esa su confianza infinita en todos nosotros, le llevó a una muerte en plena vitalidad de su alma e ideas, cuando aún les quedaba dar tanto por dar a su patria, y eso nos destrozó el alma, a su pueblo amado, a la América, al mundo todo.

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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