El primer y último ensayo socialista de Venezuela fue traicionado y desechado por un pequeño grupo de conspiradores, usando los símbolos de Chávez y su imagen para confundir a las masa chavista y ganar elecciones, y al mismo tiempo negociando las conquistas de la revolución con los gremios de la empresa privada nacional, y con Lorenzo Mendoza, Oswaldo y Gustavo Cisneros. Este pequeño grupo presidido por el presidente Maduro es lo que nosotros llamamos “madurismo”, un estilo de hacer política sin hacerla, mintiendo, prometiendo, improvisando, siempre buscando la mejor manera de perpetuarse en el poder, la forma más práctica de evitar la crisis social y por supuesto, de hacer una verdadera revolución. Para nosotros ha sido un problema deslindar el “madurismo” de lo que hizo y fue Chávez, puesto que a sus colaboradores les cautiva la revancha, las ventajas, el “ahora me toca a mí”, y les corresponde la tarea de convencer a la masa de la mentira con palabras vacías, pero, mejor y más práctico, con chantajes.
La derecha gringa, que no señala ninguna diferencia entre madurismo y Chávez, hace mucho daño a Chávez y al socialismo, sin embargo comparte con el madurismo, que se llama chavista, este desatino histórico e ideológico frente a la verdad, mediante mentiras distintas. La primera (la derecha gringa) nos hace creer que ellos, si tomaran el poder, no harían lo que maduro está haciendo ahora, declarando que su capitalismo es más liberal que el de Maduro, lo que sería una extravagancia. Y el segundo que se cree la mentira de su propia demagogia, la de estar haciendo una revolución social repartiendo limosnas y creando falsas esperanzas a la masa empobrecida, vendiendo el país a la codicia capitalista para provecho personal.
María Corina Machado viene de una familia de oligarcas cargados de prejuicios, que sienten que Venezuela les pertenece junto a unas cuantas familias iguales, tiene razones de sobra para conspirar en contra de Maduro. Y el resto de esa derecha tiene por encima de ellos al capital el cual es el auténtico dueño de sus almas. Maduro les adelantó el trabajo de restaurar el viejo orden de las cosas interrumpiendo el proceso de cambios económicos y sociales radicales y devolviendo la propiedad social a ser privada, quebrando a PDVSA y desgobernando el país a favor de la anarquía capitalista. Para cuando saquen a maduro del poder, Venezuela estará completamente en manos del capital, ya el problema será de los capitalistas, competir entre ellos por quién se quedará con el pedazo más grande de la torta: con el petróleo, con los paisajes, con las comunicaciones, con la energía eléctrica, las tierras, con los dólares, la pesca de arrastre, el transporte y etcétera. No obstante se refieren al “fracaso de Maduro” como si ellos pudieran hacer algo notoriamente distinto a lo hecho después de la muerte de Chávez, de asesinato de Chávez y del fin de la revolución por del madurismo.
La verdad es que no es justo llamar chavista a otro que no sea el propio Chávez, así como cristiano a otro que no sea Cristo. Pero de alguna forma hay que llamar a los que intentamos seguir el ejemplo de valentía y constancia de Chávez, de Cristo o de Fidel, con la intención de mejorar la humanidad. No cualquiera puede ser como Chávez, o como Cristo, o ser como Fidel. Pero para ser madurista solo basta con tener el sentido práctico de correr la arruga de los problemas, tocando el estómago del hambriento, hablar de paz para no enfrentar las contradicciones sociales del capitalismo, mostrar codicia, y avaricia frente a gente más capaz e inteligente que sí mismos, sobre todo más capaz que Maduro y su gobierno, el que ahora desgobierna al país. Al madurismo le basta con mostrar una cara falsa de autoridad, una mezcla de brutalidad y manipulación vestidos de víctimas, vender el vulgar despotismo inquisitivo como si tuvieran conciencia y pundonor.
Aquel que cree que Maduro es una víctima de la guerra económica, de las sanciones y el bloqueo y que por eso el presidente “hijo de Chávez” privatiza las empresas del Estado y dilapida la renta petrolera en desarrollar una economía privatizada y privada, a “ese” no se lo puede llamar chavista… es “madurista”, pero “chavista” no, porque hoy “madurista” es cualquier oportunista y medroso “come pan”, y “chavista” es la persona comprometida con un ideal humanista de igualdad.
Miedo a que Maduro pierda la presidencia.
El miedo a que la vieja derecha tome de nuevo el poder no tiene que ver con el fin del socialismo, tiene que ver con el fin del madurismo, verdugo del ensayo socialista. El madurismo es otra forma de derecha, más sutil pero más perniciosa porque no sabe gobernar para las mayorías y tampoco para la sociedad, la codicia y la mezquindad lo desborda, el pragmatismo, la ineptitud, la falta de objetivos políticos.
La urgencia de sostener el poder frente a la avidez de los gringos y sus representantes, resta importancia a la urgencia de igualar las cargas sociales y civilizar el país, de construir algo positivo, ya que no el socialismo. Si cae Maduro no se pierde mucho, pero si cae Maduro frente a Chávez, a los herederos de su pasión revolucionaria, se ganaría mucho. Sería lamentable cambiar lo malo por lo peor.
El pecado de Maduro no es haber estafado en las elecciones, ha sido restaurar el capitalismo en contra del ensayo socialista de Chávez frente al cual conspiró, acabó con él, dejándolo inconcluso y demoliéndolo después de su muerte. Maduro es un vulgar estafador capitalista que se aprovechó de un pueblo cándido, débil y maleducado, vendiéndole hambre y pobreza como si fuera Chávez y socialismo.
La desigualdad idiosincrática.
El hambre, la ignorancia, las enfermedades de la pobreza, el malvivir, ya forman parte de la idiosincrasia del venezolano, por eso quien padece no protesta. Dificil es hacer del hambre un castigo inmerecido, la fatalidad ha convencido a los malvivientes que eso es natural en la sociedad, “siempre habrá ricos y pobres”, dicen los pendejos.
El malvivir nunca será un motivo de rebeldía, cuando el que lo padece lo ve como algo natural. Igual pasa con la ignorancia, la cual, más que padecerla, pareciera que se disfruta. (Hoy en día una persona que no comprende lo que lee o que no lee es feliz, sus sentimientos de afecto y desafecto les son suficiente para sentirse vivo, los goces de la inteligencia no cuentan, que el espíritu se seque no importa, lo que cuenta es irritar o estimular las emociones, las únicas pasiones que les son afines y admitidas en sus códigos, aquellas que permiten los vicios, el dinero, el odio, el resentimiento y el sexo de los reprimidos).
El peor daño infringido a la masa ha sido hacerlos sentir cómodos con sus verdugos, y permitir que sea verdugo de otros. Maduro y María Corina Machado son dos caras de una misma moneda. Un pueblo como el nuestro, confundido con los mensajes que reciben de sus líderes cargados de contradicciones se hace indiferente y pesimista del futuro, nuestra tarea es volver a encender la luz de la revolución socialista, volver al plan de la patria original de Chávez y a Chávez para mostrar que todavía el país y al planeta tienen esperanza.