Soy enemigo de la represión, para nada me gustan los porrazos, por resumir en una palabra los carajazos que acostumbran a repartir los gobiernos contra los ciudadanos. De los cuales varios cayeron en mi espalda. Pero, entiendo que los gobiernos están obligados a defenderse de acciones que pretendan derrocarlo por las malas.
Es una tarea muy difícil evitar abusos de parte de funcionarios a la hora de poner orden en la calle ante una acción violenta de manifestantes. Peor se torna el asunto cuando el funcionario encara actos que lindan entre terrorismo, vandalismo y paramilitarismo, tal como se dio en nuestro país los días 28 y 30 de julio pasados, tras las elecciones presidenciales.
De acuerdo a lo expresado por el poeta Tarek William Sasb hubo detenidos armados, pagados para sembrar el desorden y drogados para meterle candela al bochinche. Tumbaron estatuas, agredieron a personas, violentaron escuelas y centros de salud. Amenazaron líderes de calle. Hasta asesinaron una señora por chavista. En el crimen aparece implicado un menor.
Aquí la espontaneidad no entra por ningún lado, pues los dólares y la droga que aparecen en las declaraciones de varios de los cabecillas no salen de la nada. Antes se elabora un plan, que incluye meterse en una Embajada a guarecerse, mientras estalla el vainero en la calle.
Me cuentan varias de las mujeres que estuvieron en los centros electorales para cuidar los votos del compa Nicolás Maduro el 28 de julio, que los activistas de los comanditos llegaron desde bien temprano con aires de buscapleitos. Tan de jaquetones, matonescos, insolentes que sembraron el temor de inmediato.
Si a eso le unimos que desde antes de las elecciones los voceros más radicales de la derecha denunciaba fraude y que ellos sólo iban a reconocer el resultado de sus cuentas, el mandado estaba hecho. El plan aparece por encima de la rabia.
Vino el ataque cibernético, el aparataje tecnológico jaqueado, los nervios de Amoroso, a quien no todo el chavismo mira con buenos ojos, y dio los primeros resultados con cifras favorables al Presidente. Con semejante responsabilidad encima, con unos técnicos informándole que el sistema está jaqueado y todo el mundo a la espera del resultado el hombre no encontró una servilleta tamaño Juan Bareto y se lanzó con lo que tenía a mano. Pero lo hizo acompañado por el resto de los directivos del CNE, menos uno que todavía anda enredado con sus aclaratoria que no aclaran su salida del recinto donde salían los resultados.
Ah, pero ya el equipo de María Corina tenía el resultado previamente, con actas incluidas, hasta con vídeos. ¡Qué casualidad! No sé por qué, pero al momento de anunciarse la aparición de estas actas, se vino a mi cabeza el compromiso de María Corina Machado de privatizar PDVSA.
Escribo esta nota tras la juramentacion oficial del compa Nicolás Maduro, donde el abrazo fraterno volvió a reinar para despejar por momentos las amenazas de la violencia. El secuestro real maravilloso de María CCorina el anuncio de Edmundo González de su pronto ingreso a Venezuela, aderezado con una orden a las Fuerzas Armadas para que no obedezcan al Presidente Maduro, a lo mejor quedan fuera de los libros de historia, pero quedarán prensadas de las conversas en plazas, bares, calzadas y aceras. La otra nota pintoresca la puso el vecino Álvaro Uribe, a quien le lanzaron un huevo en, mientras pedía una intervención armada e internacional contra Venezuela.