La comunicación de la izquierda latinoamericana

Voy a comenzar con una cita de José Vicente Rangel que pondré en reserva, como hacen los cocineros con algún ingrediente que más tarde incorporan al guiso. Lo saco de su columna "El espejo" del 2 de marzo de 2009: "El presidente Hugo Chávez suele comentar que después de una elección en la que la oposición sacó cuatro millones de votos, Fidel Castro le dijo: ‘Chávez, en Venezuela no puede haber cuatro millones de oligarcas’ (…) el chavismo, primera fuerza política y social del país, tiene que reflexionar sobre el último resultado comicial. Sin duda ratificó su condición de mayoría, pero no basta". Ok, reservemos.

Algunos hablan de la necesidad de crear algún tipo de red comunicacional de la izquierda latinoamericana, como una de las herramientas para enfrentar la hegemonía que en ese campo mantienen el imperialismo y sus vasallos de las oligarquías del continente. En realidad, el germen de un instrumento tal ya existe. Ahí está Telesur, por ejemplo. A mi correo llegan varios trabajos periódicos muy buenos desde la izquierda continental: Resumenrebel, Resumen Latinoamericano, Other news. Del Zulia me envía también mi dilecto amigo Hugo Fonseca su excelente "Contrainformación Internacional". Son redes de izquierda para la izquierda. Sin duda es un trabajo loable, permanente y útil. Sin embargo, no creo que le llegue a la mayor parte de los más de 7 millones de venezolanos que votaron contra la Revolución Bolivariana en las elecciones parlamentarias de 2015. Ni a los 2.240.920 que votaron contra Evo en las recientes elecciones bolivianas (Evo obtuvo un poco más, 2.889.359). Ni los casi 13 millones de argentinos que eligieron a Macri en 2015.

Pienso que nuestro problema no se reduce a la creación de redes. El trabajo comunicacional hacia las vanguardias políticas y sociales ha dado buenos frutos, sin duda. Eso lo demuestran las luchas populares cada vez más extendidas que se dan a lo largo de todo el continente. Pero va siendo insuficiente, ha llegado la hora de ampliar las bases de apoyo de tales luchas y de darle mayor estabilidad a la clara tendencia hacia el progresismo que bulle por doquier. Tenemos que quitarnos de encima, más temprano que tarde, la sombra de las conspiraciones permanentes que ponen en peligro la cosecha de nuestras victorias.

Sin importar qué tipo de reuniones hagamos, no bastará con retórica o torneos de oratoria, creo que se debe tratar de reflexiones profundas, autocríticas, creativas, descarnadas, en las que sometamos a examen primero que nada las cualidades de nuestro discurso y las nuevas variantes y estilos comunicacionales a aplicar, trabajando con estrategias novedosas que apunten, sobre todo, a la comunicación con los universos populares de los cuales permanecemos alejados y que son vulnerables a las manipulaciones de un aparato comunicacional dirigido por el imperialismo y que es experimentado, y que cuenta con herramientas múltiples, líneas de acción confirmadas por la práctica, ingentes recursos y gran capacidad para aprovecharse de nuestros errores y de nuestro limitado ejercicio de la crítica y la autocrítica.

Hace pocos días Evo Morales, en una entrevista pos golpe, reconocía algunos errores cometidos por la dirigencia revolucionaria boliviana ¿Hacía falta el latigazo enemigo para notar y/o reconocer los errores? ¿Hemos tomado suficientemente en cuenta, en Venezuela, por ejemplo, la advertencia que hiciera José Vicente Rangel hace ya casi diez años? ¿Cuántos oligarcas hay en nuestro país y cuánta gente del pueblo confundida por el aparato mediático del imperialismo?

No voy a pontificar como si fuera yo un sabihondo que tengo todas las respuestas. Solo dejo aquí algunas líneas gruesas sobre el tipo de cambios que deberíamos debatir con referencia al tema de la comunicación de la izquierda latinoamericana:

  1. Manteniendo el efectivo discurso hacia la vanguardia, abrir líneas discursivas que salgan de nuestras burbujas y aborden a los sectores del pueblo aun no convencidos de las bondades del progresismo

  2. Acabar de raíz con el sectarismo comunicacional e iniciar un proceso de apertura que maneje nuevos códigos a fin de superar los límites de la vanguardia

  3. Desechar el dogmatismo libresco y asumir la compleja realidad de manera abierta y creativa, para comunicar sin dar por sentado modelos o versiones estáticas de nuestros procesos y nuestras propuestas

  4. Desechar la comunicación complaciente, acrítica o meramente propagandística, asumiendo y difundiendo las críticas, denuncias y demandas populares en los distintos escenarios

  5. Promover el debate abierto y democrático de ideas, tanto en el seno mismo de la izquierda como en la sociedad toda

  6. Combatir activamente cualquier desviación autoritaria o verticalista en los procesos revolucionarios, así como cualquier tendencia a imponer un pensamiento único

  7. Contribuir al desarrollo de una Revolución Cultural que apunte a la edificación de nuevos valores e intereses individuales y colectivos

En fin, dar un debate de amplio espectro sobre aciertos, errores, rectificaciones y nuevas perspectivas.



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Néstor Francia


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